El cerebro trabaja siempre, aunque no parezca

EFE

Creencias populares como que usamos solo un porcentaje ínfimo del verdadero potencial cerebral «son falsas, porque este órgano trabaja continuamente, guardando o descartando información, evaluando y haciendo su propio mantenimiento», afirmó este científico finlandés.

Incluso durante el sueño, su actividad es similar al período de vigilia, según estudios como el publicado este mismo mes por especialistas franceses, norteamericanos e israelíes.

El cerebro humano procesa diariamente unos 60.000 pensamientos, de los cuales el 94% se repiten y el 80% son negativos pero «un entrenamiento con técnicas de ‘neurofeedback'» o retroalimentación neuronal permite cambiar su funcionamiento a nivel inconsciente», dijo.

Barry Sterman en la Universidad de California (EE.UU.) fue el primero en experimentarlo en 1963 usando electroencefalografías (EEG) para medir la actividad bioeléctrica cerebral pero «hubo que esperar a los avances informáticos de principios de los 2000 para desarrollar estas técnicas con mayor eficacia».

A partir de entonces, se orientó su uso «bien para enfrentar problemas concretos de salud, bien para elevar la capacidad general del individuo», explicó Kuusela.

Entre otras dolencias, sirve para tratar autismo, depresión, anorexia o trastorno por déficit de atención (TDA) o hiperactividad (TDH) y de hecho la Academia Americana de Pediatría, «referencia en este campo», sitúa su eficacia en TDA/TDH «al mismo nivel que la medicación, pero sin efectos secundarios».

«Para migrañas es especialmente efectivo», indicó, «como demuestra el informe presentado en 2013 por la Asociación de Neurólogos Europeos que cifraba en el 63% las personas tratadas con ‘neurofeedback’ que habían reducido en un 50% o más ese problema».

«También es interesante compararlo con la meditación» pues, «un entrenamiento específico de ritmos Alfa-Theta permite alcanzar en pocos meses idénticos resultados de autorregulación que varios años de meditación».

Kuusela, también director de la empresa aeroespacial Ataman Science Investigations, descubrió el «neurofeedback» en su trabajo habitual en el telescopio de la ESA Optical Ground Station, en el observatorio de Tenerife (España), donde se dedica, entre otras cosas, a detectar basura espacial o asteroides que puedan amenazar a la Tierra.

Muchas horas frente a las pantallas le generaron una migraña «permanente, que curé por completo en muy poco tiempo gracias a esta técnica, que me enseñó otro ingeniero aeroespacial, Bernhard Wandernoth».

Ello le impulsó a poner en marcha el proyecto Neurovitalia, la franquicia española de la norteamericana EEGinfo, principal compañía dedicada a desarrollar equipos y protocolos de práctica clínica en EE.UU. desde hace 30 años.

No obstante, «a mí me interesa más la parte de capacitación personal, porque es un método pasivo, seguro y no invasivo», utilizado por «altos ejecutivos, deportistas, músicos, miembros de las Fuerzas Armadas y otros profesionales que sufren mucho estrés» aunque no suelen comentarlo públicamente porque «gracias a él adquieren ventaja sobre sus competidores», argumenta.

Entre los deportistas internacionales que han reconocido usar «neurofeedback» figuran la tenista Mary Pierce, la campeona olímpica de natación Jessica Hardy, el golfista Phil Mickelson, la selección italiana de fútbol o el equipo de rugby New York Giants.

El tratamiento es «sencillo y personalizado y pasa por monitorizar la actividad cerebral a partir de EEG interactuando con la propia persona, de manera que es como si el cerebro se pudiera ver a sí mismo ejecutando su actividad».

A partir de ahí, se puede estimular al cerebro hasta su autorregulación ajustando sus diferentes frecuencias, desde los ritmos Beta altos y bajos en los que la persona se encuentra en alerta o tensión, hasta los Delta del sueño profundo e incluso más allá, en los Infrabajos.

En la actualidad, los tratamientos con «neurofeedback» benefician «a unas 10.000 personas en toda Europa y, aunque son relativamente nuevos, ya están contemplados en las pólizas aseguradoras de países como Alemania o Suiza e incluso integrados en sistemas de Seguridad Social como en Noruega», comentó Kuusela.