Frutos rojos: color, sabor y salud en tu mesa

Las frutas rojas, también denominadas frutas del bosque , son un grupo de frutas caracterizadas precisamente por la presencia de dicho color en su piel o en su interior. Esta variedad cromática, sinónimo de pasión, les confiere una serie de características y cualidades verdaderamente irresistibles, asociadas a la presencia de diversas sustancias que propician la prevención cardiovascular y el antienvejecimiento , como son los flavonoides, los antocianos y los compuestos antioxidantes en general.

La presencia de estas frutas en la dieta hace que llegue a nuestro organismo una cascada de sustancias beneficiosas sin que tengamos que renunciar a los sabores dulces o a los colores intensos y alegres que decoran nuestros platos, y hacen el menú diario más apetecible.

Tipos de frutos rojos Las frutas rojas son, principalmente, bayas. La mayoría pertenecen a la familia de las Rosáceas . Algunas tienen multitud de variedades como la mora o la fresa. Otra peculiaridad en esta clasificación se debe al hecho de que algunos de estos frutos son principalmente silvestres, por ejemplo, la mora, la frambuesa o la endrina.

Dentro del grupo de frutas rojas o frutas del bosque podemos incluir: arándanos, endrinas o arañones, frambuesas, fresas, fresones, grosellas y moras.

Recolección y consumo de temporada Son la mayoría de ellas frutas de temporada y sus meses de máximo apogeo son los cálidos. Algunas se pueden encontrar prácticamente durante todo el año, aunque su mejor estado de madurez y degustación corresponde a algunos meses concretos. Varias de ellas también se pueden hallar a principios de otoño.

La temporada óptima de recogida y consumo de cada una es:

Arándano: de mayo a septiembre. Endrina: de septiembre a noviembre. Frambuesa: de junio a julio. Fresa: de diciembre a junio. Fresón: de febrero a mayo. Grosella: durante todo el año. Mora: de agosto a octubre. Conservación óptima de los frutos rojos Lo ideal es adquirir este grupo de frutas cuando están en un grado de madurez iniciado o, si el consumo ha de ser inmediato, incluso avanzado. Debes guardarlas en el frigorífico, o mantenerlas al menos alejadas del calor y la luz, ya que son sus dos principales enemigos.

En general, no resulta conveniente despojarlas de su tallo hasta que las vayas a trocear para su consumo. También es recomendable no partirlas con mucha antelación.

El lavado previo a su consumo ha de realizarse de manera minuciosa, pero siempre con agua fría y con el fruto entero, para evitar que ciertos componentes se pierdan en el agua. Además, no es buena idea dejarlas en remojo, porque las pérdidas nutritivas son mucho mayores.