5 «verdades» que toda mamá de dos niños debe saber

Estampas /

Tengo una amiga que dice que el paso de mamá de un niño a mamá de dos es más «rudo» que convertirnos en madre por primera vez. Creo que en parte tiene razón pues si bien es cierto que contamos con más experiencia y estamos más «relajadas», también es verdad que tenemos menos tiempo, estamos más cansadas y tenemos el doble de responsabilidades. Además, está el «gran añadido» de que ahora hay un nuevo «integrante» en casa.

Cambia la dinámica familiar para todos, pero en especial para el hermano mayor que ahora tendrá que compartir no solo sus juguetes sino sus «pertenencias» más preciadas: sus padres. Así, esos primeros días como mamá de dos pueden sentirse como un «torbellino de emociones»:

«¿Qué hacer cuando ambos niños necesitan atención a la vez? ¿Cuándo descansar?» Acá comparto 5 aprendizajes propios que toda nueva mamá de dos debe saber para disfrutar esta nueva etapa:

1. Vas a querer al nuevo bebé con las mismas fuerzas. Es uno de los miedos más frecuentes de quienes nos convertimos en mamá de dos «¿Querré a mi segundo bebé tanto como al primero?» Y es que cuando uno es primeriza siente un amor tan inmenso e incomparable que no imaginamos pueda repetirse. Sin embargo, la verdad es que el corazón de una madre multiplica su amor por el número de hijo que tenga y sí querremos al nuevo bebé con la misma intensidad.

2. Cada vez que amamantes, alimentes o duermas al pequeño, el grande va a requerir tu atención. No importa cuantas previsiones tomes, no importa que lo lleves al baño antes de sentarte a atender al bebé pues él «deberá ir» en ese instante. Es normal, siente cielos al ver como compartes un momento de intimidad con su hermanito. Puedes hacerle frente a la situación de dos maneras: o lo haces parte del momento, (por ejemplo puedes leerle un cuento mientras amamantas) o negocias con él que te de un rato de soledad y luego comparten alguna actividad especial (pintar, armar un rompecabezas, jugar) solo ustedes dos.

3. Vas a necesitar ayuda (y mucha). Nadie puede hacer todo solo. Mucho menos ocuparte de un niño pequeño y un bebé mientras todavía te recuperas del parto o la cesárea. Es importante contar con el apoyo de la pareja, los abuelos y la ayuda externa que podamos contratar. Será un gran alivio organizar toda la logística de al menos el primer mes: quién lleve al niño mayor al colegio o sus actividades, quien ayude con las labores del hogar, etcétera. Esto te permitirá dedicarte con mayor tranquilidad al bebé.

4. Vas a sentir que «no puedes» (y te darán ganad de llorar y salir corriendo). Es un hecho, en algún momento sentirás que la situación te sobrepasa. Sin embargo, te digo con certeza que sí puedes. Todas podemos. Las madres tenemos una reserva de fuerzas «casi» inagotable. En esos momentos que te sientas «desesperanzada» o «exhausta» tómate las licencias que sientes que necesitas: darte una ducha mientras alguien cuida a los niños, pedir «delivery» de comida en lugar de cocinar, hablar con una amiga por teléfono.

5. Vas a entender que «todo» son «etapas». Las situaciones más importantes de la vida responden a procesos, por eso «difícilmente» habrán «tips o consejos» prácticos y genéricos. Cada niño es único, cada familia es única y cada circunstancia es única. Cualquier conducta «inusual» del hermano mayor es una respuesta a este gran cambio y no será permanente. Él lo que necesita es que lo «acompañen» y le «hagan saber»,  con amor y mucha paciencia, que aunque «todo cambió» él sigue siendo igual de querido y seguirá contando con su mamá y su papá.