Alergia a la proteína de la leche en niños y bebés

Por Nonantzin Martínez  

Hay situaciones que son comunes en los recién nacidos y bebés pequeños, como los cólicos , por ejemplo, que con algunos masajes y remedios sencillos se pueden tratar sin mucho problema. Sin embargo, cuando estos se vuelven una constante y se acompañan de reflujo y diarrea persistente, además de erupciones en la piel, quizás el pequeñito sea alérgico a la proteína de la leche de vaca, sustancia presente en la leche de mamá o en las fórmulas infantiles.

Aunque la mayoría de los lactantes la toleran bien, se sabe que entre el 2% y el 7% de los niños son alérgicos a ella. Los factores que intervienen en su aparición son varios, pero el principal es el genético, nos dice el doctor Jorge Higuera Benítez, médico pediatra con subespecialidad en Gastroenteología y Nutrición Pediátrica: «esto significa que si hay un familiar alérgico cercano al bebé, el niño tendrá un riesgo del 50% de presentarla; si hay dos familiares alérgicos, el riesgo se incremente a un 80%».

Otra causa para que un niño sea alérgico a la proteína de la leche es el deficiente desarrollo de su flora intestinal (las bacterias buenas que están en el tubo digestivo), situación que pueden presentar los bebés que nacen por cesárea, pues cuando nacen por el canal de parto «se llevan a su boca las bacterias correctas que irán al tubo digestivo», agrega el también Director Médico Regional para América Latina de Mead Johnson Nutrition.

La tercera razón es es el tipo de alimentación. Los bebés que se alimentan con leche materna, que es rica en prebióticos y probióticos que ayudan a mantener la flora normal, estarían mayormente protegidos contra esta alergia; mientras que quienes toman fórmulas infantiles, sobre todo aquellas que no tienen prebióticos ni probióticos, podrían correr el riesgo de no desarrollar correctamente su flora en las primeras semanas de vida. Y otra de las razones para el desarrollo de este padecimiento, aunque en menor medida, es el abuso de los antibióticos.

Atentos a los síntomas

La alergia es una reacción adversa del sistema de defensas (sistema inmunológico) ante la presencia de un alergeno (una sustancia que el organimso reconoce como enemigo, atacándola), en este caso, a la proteína de la leche. Los síntomas, como hemos comentado, se manifiestan en el tubo digestivo (diarrea, regurgitación, dolor abdominal ) en la piel (erupciones en la piel, comezón, enrojecimiento) y también en las vías respiratorias, aunque no en todos los casos (estornudos, incapacidad de tomar el oxígeno que el cuerpo necesita, silbido en el pecho, asma).

Sin embargo, para hacer el diagnóstico es necesario tener una historia clínica del bebé y realizarle una exploración física. El pediatra Higuera Benítez nos lo explica: «el doctor deberá preguntar si algún familiar tiene la alergia y revisar el cuerpo del pequeñito para detectar problemas en la piel, además de verificar el resto de los órganos con la finalidad de observar la presencia de situaciones que hagan sospechar que se tiene la enfermedad. Posteriormente, habrá que realizarle dos pruebas.

La primera es la de «eliminación», en la que se le quita al paciente la proteína que se cree que causa la alergia, por 4 semanas. Si está tomando leche materna, mamá tendrá que eliminar los lácteos de su alimentación, y seguirlo amamantando. Si el bebé toma fórmula infantil, hay que cambiarla por una hipoalergénica, también por cuatro semanas. Posteriormente se deberá verificar si durante ese tiempo el pequeño tuvo mejoría.

Asimismo, el médico decidirá si se le realiza de la prueba de «provocación», la cual consiste en darle al niño un poquito de proteína de leche (puede ser de la fórmula que estaba tomando anteriormente) o permitir que la mamá tome leche de vaca y amamante a su hijo para identificar si aparecen los síntomas nuevamente».

El pediatra agrega que «ésta es la única manera en la que se asegura de que él bebé es alérgico a la proteína de la leche de vaca. Aunque hay otras pruebas, como las utáneas, de sangre y endoscopia, éstas sólo sirven de apoyo al diagnóstico o para saber si no hay complicaciones e, incluso, para definir el pronóstico, pero no para hacer el diagnóstico».

Liberarse de la enfermedad

Una vez confirmada la alergia, el tratamiento a seguir no es tan complicado. Si la mamá está amamantando a su bebé, tendrá que eliminar de su dieta la leche de vaca y sus derivados (tranquila, sólo lo harás por un tiempo). Si el niño estaba tomando una fórmula infantil, tendrá que cambiarla por una fórmula extensamente hidrolizada, una leche adapatada con todos los nutrientes que necesia el niño para su desarrollo, y mejor si tienen el probiótico LGG, que ha demostrado en estudios de investigación acelerar el tratamiento y acortar el tiempo de la enfermedad.

Por fortuna, la alergia a la proteína de la leche desaparece, pues no es como otras -por ejemplo, a los cacahuates o mariscos, que sólo se controlan, pero que permanecerán toda la vida-. Si el bebé sigue un tratamiento adecuado, al año de edad estará libre de la enfermedad y podrá tomar leche de vaca y derivados sin problemas (esto ocurre en el 50% de los casos). Algunos niños seguirán siendo alérgicos, pero serán muy pocos, y con ellos hay que buscar su mejoría a través de su dieta. Para los 6 años, más del 90% dejarán de ser alérgicos

Hay que mencionar que la mayoría de los niños que padecen alergia a la proteína de la leche tienen síntomas moderados; sin embargo, si no se trata, la sintomatología puede empeorar. La mejoría, cuando se siguen los consejos del médico pediatra debería llegar entre 3 y 14 días posteriores al inicio de la toma de fórmulas hidrolizadas. El médico indicará cuando suspenderla. En el caso de que no hay mejoría, se tendrá que replantear el diágnostico.