SÍDNEY, AUSTRALIA (09/SEP/2015).- La hipertensión podría ser una enfermedad autoinmune, lo que abre la posibilidad de explorar nuevos métodos para tratar esta condición que en su extremo causa la muerte, según un estudio australiano divulgado hoy.
Esta patología, que se caracteriza por la elevación de los niveles de la presión arterial, es la principal causante de ataques al corazón, derrames cerebrales y fallos en los riñones, y si bien se asocia a la obesidad, el estrés y una mala dieta, se desconocen con exactitud las causas que la provocan.
«Se cree que la hipertensión es en realidad el factor de riesgo biomédico que por sí mismo causa la muerte y la discapacidad en todo el mundo», según Grant Drummond, profesor de la Universidad de Monash, en la ciudad australiana de Melbourne.
Drummond y sus colegas hallaron que la estimulación del sistema inmunológico en unos ratones podía causarles hipertensión, mientras que la disminución de sus respuestas inmunológicas restauraba los niveles normales de su presión arterial.
«Descubrimos en nuestros modelos de laboratorio que el estímulo que causa la hipertensión realmente causa un incremento en la activación de las células B y una producción excesiva de anticuerpos», explicó Drummong a la cadena de televisión ABC.
«También descubrimos que estos anticuerpos parecen atascarse en las paredes arteriales y les provocan una respuesta antiinflamatoria, lo que en última instancia hace que las arterias tengan cicatrices y se endurezcan», añadió el científico al vincular esa rigidez con las características y causas de la hipertensión.
Ciertos tipos de células B o las células inmunológicas producen un exceso de anticuerpos en respuesta a factores como el estrés o una alta ingesta de sal, según el estudio publicado en la revista médica Hypertension.
En sus experimentos, los científicos notaron que los ratones que crecieron sin células B maduras estaban protegidos contra el desarrollo de la hipertensión.
Por otro lado, los investigadores notaron que el bloqueo de la actividad de estas células en los ratones normales les ayudaba a recobrar los niveles de presión arterial.
Para Drummond, este estudio puede contribuir a desarrollar los tratamientos para el 15 al 20 % de personas con hipertensión que son resistentes a las terapias convencionales.