Románticas cenas en pareja, vacaciones con amigas, comidas familiares o laborales, terraza y tapita… Toma nota de nuestros consejos ahora mismo porque todos esos planes no se asocian, precisamente, con un filete de pollo a la plancha y una ensalada sin aliños.
Cuando salimos a comer fuera de casa solemos decantarnos por platos con muchas salsas, patatas y a poder ser con un delicioso postre. ¡Y es mucho peor en vacaciones, cuando nos desmadramos completamente! Pero tienes que tener en cuenta que las calorías de los alimentos varían considerablemente de unos a otros, por lo que no será lo mismo pedir un plato en el que predomine la verdura que la pasta o el dulce. Este experimento, por ejemplo, demostraba que 200 calorías de diferentes alimentos hace que varíen mucho las cantidades de los mismos…
Por eso, para no pasarnos si estamos a dieta o si estamos con los últimos coletazos de la operación bikini, muchas veces preferimos quedarnos en casa para no tener que enfrentarnos a la báscula el día después de habernos comido un gran plato de pasta con salsa dequeso.
Pero dejar de salir a cenar con amigos porque estamos a dieta o queremos mantener la línea no es la solución. Las cartas de los restaurantes se han renovado y contienen muchos platos que no son bombas calóricas, que son ligeros y, sobre todo, están deliciosos. Muchos incluso cuentan con una sección especial de platos light o vegetarianos apta para los que estén haciendo una dieta. ¡Incluso la carta de postres! El truco está en identificarlos y tener la fuerza de sacrificio suficiente para relegar una hamburguesa con patatas a segundo plano. Si quieres saber los 10 mandamientos a la hora de seguir la dieta en cualquier restaurante, toma nota.
1. Agua para saciar el apetito
El agua es la bebida más natural y saludable que existe, de eso no hay duda. Además, nos puede ayudar a evitar que comamos más de la cuenta porque llena el estómago. Antes de que te llegue el plato bebe un vaso de agua a pequeños sorbos. Así, cuando te traigan la comida ya no tendrás tanta hambre y comerás menos.
Nuestro truco : beber el agua del tiempo es más saludable. Pide que no te echen mucho hielo, así podrás beber algo más de cantidad. Si quieres un toque exótico añade una rodaja de limón.
2. Evita el pan
Es normal que mientras esperas a que te traigan el plato que has elegido te entren ganas de picotear un poco de pan. Y es que, parece que la cesta con pan fresco y crujiente te está mirando. Además, en muchos restaurantes ofrecen mantequilla o aceite de oliva para combinar… ¡Qué tentación! Aunque sea complicado intenta no ingerir pan antes de comer si estás a dieta. Piensa que son calorías que no necesitas y lo único que van a hacer es evitar que pierdas peso.
Nuestro consejo: cuando haces dieta no significa que no puedas comer pan. De hecho, casi todas las dietas permiten su consumo de forma moderada. Si sales a cenar fuera puedes comerte una rebanada pequeña sin problemas, ¡pero no abuses!
3. Concéntrate en el plato principal
Aunque salgas a cenar no se te puede olvidar que estás a dieta así que deberías elegir sólo un plato principal y olvidarte del postre y de los entrantes. Porque aunque el entrante sea una ensalada o una sopa contiene calorías. Concéntrate en el plato principal y elige uno que te sacie y que te apetezca.
Nuestro consejo: si no te puedes resistir y vas a pedir un entrante pídelo con cabeza. No elijas platos que contengan muchas salsas o queso.
Decántate mejor por una ensalada sencilla o una crema o sopa de verduras sin mucha nata. Una buena opción es el gazpacho. Si tampoco te puedes resistir al postre, la solución es un sorbete o una macedonia.
4. Nada de empanados
No hay duda de que los filetes empanados, las croquetas o la tempura de verduras son deliciosos pero el contenido calórico de estas recetas es muy alto. Por este motivo, en la mayoría de las dietas el empanado no está permitido porque contiene mucha grasa. Un ejemplo: un filete de 150 gramos contiene más o menos 210 calorías; si lo empanas, añades 140 calorías. En este sentido, también tienes que evitar los fritos: nuggets, patatas, san jacobos…
Nuestro consejo: aunque no esté tan bueno pide platos cocinados al vapor, a la plancha o al horno. El aporte calórico será mucho menor.
5. Evita también las salsas
¡Qué buenas están las salsas! No hay mayor placer que mojar un trozo de pan crujiente en una buena salsa. La mayoría de los platos las incluyen en alguna de sus variantes como la salsa de pimienta, la de mostaza, el pesto… Abusar de ellas no es saludable porque tienen un alto contenido de grasa.
Nuestro consejo: decántate por las salsas de tomate cuando vayas a un restaurante. Éstas no tienen tantas calorías como una salsa con nata y no dejan de estar muy ricas. Además, si entre sus ingredientes se encuentra el chili, mejor aún, porque ayuda al buen funcionamiento del metabolismo. Si tienes una cita con un restaurante italiano no pidas espaguetis carbonara y pide unos con salsa de tomate natural.
6. Una porción más pequeña ¡por favor!
Los padres no siempre tienen razón. Así que olvídate de la norma de que tienes que terminarte todo lo que hay en el plato y dejarlo reluciente. Si te dejas las patatas fritas, el maíz asado o la ensalada de col en el plato no pasa nada.
Nuestro consejo : si existe la opción de pedir una ración más pequeña no lo dudes y evita llenarte de calorías de más que no necesitas. No pasa nada si te saltas la dieta un poco, ¡pero en pequeñas cantidades!
7. Cuidado con el aliño
La oferta de ensaladas es muy amplia. De hecho, hoy en día las cartas de muchos restaurantes incluyen una sección exclusiva dedicada a este entrante. Pero no te creas que porque el ingrediente principal sea la lechuga estos platos no contienen calorías. Al contrario, entre las salsas, el queso y demás complementos muchas ensaladas tienen más calorías que un filete con patatas.
Nuestro consejo: asegúrate de qué aliño va incluido con tu ensalada y si ves que va a contener muchas calorías pide que no te lo sirvan. El aceite de oliva y el vinagre son el mejor aliño para la ensalada.
8. ¿Y qué pasa con los gratinados?
Un plato de lasaña o unos canelones gratinados son un capricho culinario auténtico. Pero da igual que sean de verduras o de carne porque son verdaderas bombas calóricas.Además, muchas veces se espolvorean con mucho queso rallado aumentando aún más el aporte calórico.
Nuestro consejo: lo mires por donde lo mires estos platos no se pueden sustituir por otros. Si no te puedes resistir por lo menos pide una lasaña vegetariana o verduras gratinadas.
9. Elige bien el tipo de restaurante
Siempre que la decisión dependa de ti, intenta elegir restaurantes con opciones saludables y aptas para cuidar la línea. Prueba con la cocina japonesa, vegetariana, peruana o tailandesa: tienen opciones muy ligeras, bajas en calorías y saludables. También prueba con restaurantes que incluyan tartar o carpaccio en su carta, dos tipos de recetas que normalmente son muy bajas en calorías y están riquísimas.
Nuestro consejo: si no te queda más remedio que ir a un restaurante con auténticas bombas calóricas, intenta ir un poco saciada de casa para comer menos cantidad.
10. Ojo con el alcohol
Una copa de vino al día es muy saludable. Por eso, aunque estés a dieta no tienen por qué rechazar una copita en la cena. Lo malo es quela combinación de alcohol y comida no es buena porque aporta muchas calorías e impide la quema de grasas.
Nuestro consejo: tómate sólo una copa de vino y a poder ser que sea un vino seco porque contiene menos azúcar y, por lo tanto, menos calorías.
Vida sana, ¡por favor!
En cualquier caso, debes tener en cuenta que una dieta es una buena opción para un caso puntual en el que quieras perder un poco de peso, pero si quieres realmente llevar una vida saludable y verte bien, lo mejor es tener una alimentación equilibrada donde compenses los excesos (de los restaurantes por ejemplo) con otras comidas o cenas más ligeras y donde hagas deporte al menos tres veces por semana. Aquí tienes unos cuantos consejos para una vida más saludable.
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