Con la llegada de las vacaciones, en cierto modo todo tu mundo cambia radicalmente. Por un lado, sueles acostarte (y, por ende, levantarte) mucho más tarde que de costumbre. Te conviertes en una marmota humana. Asimismo, dejas el gimnasio a un lado y tu rutina deportiva varía completamente, ya que resulta muy complicado mantener la constancia, más aún si te vas de casa durante un par o tres de semanas. Y por último, también varías y mucho tus hábitos alimenticios. De eso no hay duda. En verano te desmadras y te cuesta menos tirar la casa por la ventana en lo que a las comidas se refiere, sobre todo después de un largo año de sacrificios para presumir de un cuerpo de portada.
La alteración de los horarios es precisamente uno de los principales motivos que influyen en el cambio de tu rutina alimentaria, así como también la despreocupación y desatención respecto a los productos que ingieres. Y es que eres capaz (¡tú y todos!) de zamparte una bolsa de patatas y un vermut como aperitivo sin echar cuentas de las calorías que introduces en tu cuerpo. A lo loco, no te suele importar. Y como no podía ser de otro modo, otra de las razones por las que modificas tu ‘dieta’ habitual en esta etapa estival es el hecho de salir a comer y a cenar fuera de casa, algo a lo que te animas mucho más en vacaciones.
Pero, como siempre, ni tanto, ni tan poco. Que sea una época festiva no significa que debas excederte. De hecho, la Fundación Española del Corazón advierte que en estos meses, las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 mg tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Y los helados de nata, el abuso de las barbacoas y el exceso de café podrían provocar un colesterol demasiado alto. Hay que recordar que el helado era, precisamente, nuestro alimento veraniego preferido, ya quehasta el 70% engulle uno de estos sabrosos pero calóricos productos una o más veces por semana.
Consejos prácticos
Llegados a este punto, son dos cosas las que debes tener en cuenta. En primer lugar, el decálogo elaborado por nuestra nutricionista Anabel Fernández, con el que mantendrás a raya las calorías en verano. Y, por otro lado, las recomendaciones para llevar una alimentación adecuada que comparte con nosotros de Carlos Martínez, CEO de IMF Business School y docente del Máster en Calidad, Higiene y Seguridad Alimentaria:
– Ingiere la mayor cantidad de líquido para evitar la deshidratación y consume alimentos frescos, en particular verduras y frutas, ya que son ricas en agua, vitaminas y minerales.
– Toma productos con Vitamina A, un gran antioxidante. Se puede encontrar en alimentos como la leche, la mantequilla, la zanahoria, las espinacas, las acelgas, la yema de huevo, el tomate, el melón y la lechuga, entre otros.
– En la medida de lo posible, reduce las cantidades de pan.
– A la hora de desayunar, incluye en tu ingesta una pieza de fruta, leche o yogur, y algún hidrato (pan, cereal o galleta).
– Evita las grasas.
– No recalientes más de una vez la comida preparada.
– No ingieras alimentos que hayan perdido la cadena de frío, ya que podrían derivar en una gastroenteritis.
– No comas sándwich a diario, es una comida demasiado calórica.