El Observador /
Uno de los trastornos, que aún no ha sido reconocido de forma oficial pero que sí ha sido descrito y objeto de estudios, es la ortorexia, que significa obsesión por un apetito correcto.
Las personas que lo padecen son muy estrictas, de percepción vulnerable, controladoras y exigentes consigo mismas y con los demás. Los grupos más vulnerables son las mujeres, sobre todo adolescentes y deportistas.
La ortorexia se instala cuando la persona en cuestión comienza a comer de forma saludable, ya sea por cuestiones de salud, por tratamiento de alguna enfermedad o para perder peso, pero rápidamente cruza la barrera de la obsesión. La misma conduce a la persona a grandes restricciones alimentarias y a un empeño por evitar alimentos que contengan colorantes, conservantes, pesticidas, ingredientes genéticamente modificados, grasas poco saludables, contenidos excesivos de sal, azúcar y otros componentes. Las formas de preparación y los materiales utilizados también son parte de esa obsesión.
Algunos criterios diagnósticos que se han descrito son:
· Dedicar varias horas al día a pensar en su dieta.
· Preocuparse más por la calidad de los alimentos que por el placer de comerlos.
· Disminución de su calidad de vida, conforme progresa la enfermedad, dejando de lado su vida anterior.
· Sentimiento de culpa cuando no cumplen con sus doctrinas dietéticas, tendiendo a castigarse.
· Planificación excesiva de lo que comerán.
Para su abordaje se requiere la participación de un equipo multi e interdisciplinario donde haya médicos, psicoterapeutas y nutricionistas.
A diferencia de los pacientes afectados por otros trastornos de la conducta alimentaria, estos suelen responder mejor al tratamiento, justamente por la preocupación por la salud que los caracteriza.
El entorno del paciente es fundamental para su pronta recuperación, por lo que también se ha de contar con el mismo como parte del tratamiento. Para alcanzar la solución definitiva al problema es vital fomentar la educación nutricional temprana.
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