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«¿Fumaste marihuana alguna vez?» La pregunta se la hace la pediatra Carolina Bertini, en un consultorio del Hospital Italiano, a todos sus pacientes a partir de los 11 años. Esta pesquisa se convirtió en rutina obligatoria en la Unidad de Adolescencia del Servicio de Clínica Pediátrica desde el año pasado. Y si antes ese momento a solas con el médico era la chance para iniciar la charla sobre temas más relacionados con la salud sexual, ahora la marihuana se coló en las consultas. La baja en la edad de inicio, la tolerancia social y la subestimación del riesgo por parte de muchos padres preocupan a los expertos.
Es cierto que a esa edad, como reconocen los pediatras consultados por LA NACION, no suelen quedarse a solas con el paciente. Pero la oportunidad de instalar el tema y hacer intervención primaria no se pierde, y en esos casos la pregunta se les hace a los padres. «Indagamos si ellos consumen, y si lo hacen de qué manera: solos o en presencia de sus hijos. Si tienen planta de cannabis en su casa y con qué frecuencia fuman. Puede ser una pregunta incómoda y a los pediatras nos cuesta hacerla. Pero es una manera de detectar el comienzo de una adicción, y también de prevenirla», dice Bertini, especialista en adolescencia y a cargo de la última charla que el hospital brindó a la comunidad sobre el «consumo de marihuana en adolescentes».
La urgencia que plantea Bertini tiene respaldo en las últimas estadísticas que el Gobierno difundió hace un mes, donde se registró que la cifra de consumidores de marihuana creció un 150% en siete años. Se pasó de 590.000 usuarios de cannabis en 2010 a 1.500.000 en la actualidad. Y entre ellos, unos 10.000 niños y adolescentes tienen un grado de dependencia riesgoso para su salud. La población en la que más creció el consumo, según el informe de la Sedronar, es la que va entre los 12 y los 17 años.
Para algunos padres, conversar sobre el tema en el consultorio del pediatra cuando su hijo tiene apenas 11 años puede ser inusual, o incómodo. Pero la preocupación de los especialistas también recae sobre la tolerancia social de los adultos con respecto al uso recreativo de la marihuana. «Es un permiso social en aumento -dice la doctora Marta López, del servicio de medicina familiar del Italiano-. Muchos de los adultos que vienen con sus hijos al consultorio son consumidores. Por eso es tan importante que los padres tomen conciencia de que basta con un cigarrillo para que haya síntomas de intoxicación aguda.»
«No va a pasar nada» La curiosidad y la experimentación, dicen los expertos, son condiciones intrínsecas del ser adolescente. Para Bertini, uno de los mayores riesgos a los que está expuesto un adolescente es «creer que si prueba no va a pasar nada».
Para Graciela Morales, miembro del Grupo de Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), lo que sucede con la marihuana se asemeja a la actitud que tienen muchos adultos frente al alcohol y las famosas previas que se realizan en las casas. «Así como hay padres que ponen a disposición de sus hijos y amigos las bebidas alcohólicas durante una previa, también escucho decir: «Yo prefiero que el primer porro se lo fume en casa».»
La herramienta de pesquisa que se utiliza en el Italiano durante la entrevista para evaluar el riesgo de consumo problemático, abuso o dependencia de marihuana, alcohol y otras sustancias en los adolescentes argentinos es el denominado Crafft , un test de screening recomendado por la Academia Americana de Pediatría que ha sido adaptado y validado para uso local. Consiste en seis preguntas sobre consumo en los últimos 12 meses. Se realiza siempre en privado, con estrictas reglas de confidencialidad, y luego se evalúan los riesgos. Si el paciente no consume, explican los pediatras, se hace un refuerzo positivo.
¿Y ahora qué hacemos?
Para la pediatra Ana Tarlovsky, que atiende pacientes tanto en su consultorio privado como en el Centro de Salud y Acción Comunitaria porteño N° 11, hay dos grandes dificultades que atraviesan los médicos frente a esta situación. «Ante la identificación de riesgo o de una situación de consumo problemático, el sistema de salud no ofrece una red de acción para que los médicos podamos ejecutar. Muchas de las intervenciones las hacemos de forma artesanal.»
En el Hospital Italiano, luego de una pesquisa de consumo positiva, se da paso a un tratamiento de terapia cognitivo-conductual. «Se comienza con una entrevista motivacional -señala López-. Es una técnica que intenta resolver la ambivalencia y ayudar al paciente en su motivación para el cambio de conducta. Está centrada en el adolescente y no es confrontativa. Los objetivos son expresar empatía, crear una discrepancia, evitar una discusión y darle un giro a la resistencia.»
La dependencia que genera la marihuana sobre la cual advierten los pediatras, sumada a los datos del informe de la Sedronar, contrasta con los discursos que señalan los supuestos beneficios de esa droga para el uso medicinal, o que minimizan los riesgos en comparación con otras sustancias ilegales. «Cuando se plantea el debate sobre la aprobación de cannabinoides para uso medicinal en los medios, su efectividad se asume como un hecho -agrega la doctora Verónica Campana, del servicio de medicina familiar y comunitaria del Italiano-. Sólo existen pruebas confiables para muy pocos y determinados tratamientos.»
Bertini considera que la gente «se confunde» con la sanción de la ley. Y concluye: «Los padres son más tolerantes, y los estudios de epidemiología demostraron que la mitad de los adolescentes nombran la marihuana como sustancia de inicio a la adicción. Probar sí es peligroso, y puede tener graves riesgos».
Trastornos de ansiedad Como parte de su agenda de charlas gratuitas, el Servicio de Medicina Familiar del Hospital Italiano invita a la comunidad a participar del encuentro que tratará sobre «Trastornos de ansiedad, tratamientos para mejorar la calidad de vida». Se realizará el próximo miércoles, a las 17.15, en el Salón del Consejo, con entrada por la calle Perón 4190.
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