Inconcluso

El Financiero /

«Nada es tan agotador como tener, eternamente, una meta sin cumplir»

William James

¿No les gustaría desarrollar la capacidad de hacer lo que deben sin la presión de una fecha de entrega impostergable? ¿Sin la angustia de que tan solo quedan unos días o unas horas para entregar un proyecto?

Mientras más lo pienso, más creo que la libertad es lo mejor de ser personas y también el rasgo que nos pone siempre en situación de reto. Sería tan fácil estar programados para sencillamente hacer el deber sin pensarlo demasiado, sin postergarlo y sin distraernos. Pero ser metódico, organizado y responsable, son habilidades que es necesario desarrollar para hacerle frente a los deseos y a las pasiones que a veces nos consumen.

Freud nos enseñó que la mente tiene tres componentes: ello, yo y superyó. Esta explicación sigue siendo útil porque es evidente en la vida cotidiana y en las observaciones clínicas, que se libra una batalla entre el placer inmediato que quiere el ello y la demora de la gratificación de los impulsos y el uso de la razón al que nos llama el yo.

Se han escrito artículos sobre las bondades de posponer las cosas, como un tiempo útil para el desarrollo de la creatividad, pero varios estudios demuestran que es por encima de todo, una fuente de estrés y enfermedad.

Mediante las defensas psíquicas nos engañamos y logramos sentirnos mejor, por ejemplo pensando que falta una semana completa para entregar un ensayo así que no es indispensable comenzar a escribirlo ahora. Negando la importancia del ensayo, nos sentimos momentáneamente mejor. También racionalizando: no estamos en el mejor momento, no hemos investigado suficiente, lo más sensato será escribirlo después.

La procrastinación puede entenderse como un conflicto entre el deseo consciente de hacer las cosas y el deseo inconsciente de evitar hacerlas. Resulta incomprensible para una estudiante que quiere graduarse porqué no logra terminar su tesis si es lo que más desea. También es verdad que a veces quisiéramos que como magia, las tareas quedaran resueltas sin tener que sufrir.

Dan Ariely afirma que posponer es un problema de auto control, en el que las personas eligen el descanso de corto plazo por encima de los objetivos de largo plazo. Como cuando estamos a dieta pero no podemos resistirnos a comer un pastel de chocolate solo para arrepentirnos después por haber saboteado la meta de bajar de peso.

Las corrientes conductuales en psicología proponen soluciones prácticas como fragmentar la gran meta en metas pequeñas definiendo el tiempo en que se cumplirá cada una.

Anticipar que la «mente de mono» que brinca de un lado a otro sin sentido, es una amenaza latente para el avance de nuestro trabajo también es útil. Si se logra perseverar, el sentimiento de logro puede permitir seguir adelante hasta terminar la tarea.

Cada uno debería construir una narración personal para explicar porqué está posponiendo cosas importantes. A veces terminar una tesis marca el inicio de la vida adulta lo cual puede ser aterrador. Lograr completar un proyecto nos enfrenta al miedo de no ser ni tan talentosos ni tan inteligentes por lo que preferimos mantener nuestro trabajo oculto para que nadie más lo juzgue. Quizá dejar algo inconcluso es una ceremonia masoquista inconsciente que garantiza el sufrimiento.

Es un hecho que estamos llenos de apetitos, deseos y pasiones difíciles de administrar. Habrá quienes privilegien el placer sobre la responsabilidad o sobre el compromiso. El gozo inmediato por encima de aquellas cosas que toman tiempo y que requieren esfuerzo. En todo caso cada uno tendrá que dilucidar qué es lo más importante: lo que quiere, lo que necesita, lo que lo hará sentir orgulloso de sí mismo, lo que le dará paz mental o lo que lo hará sentir que está en un camino de crecimiento.