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La mentira es la intención deliberada de engañar y debemos distinguirla de la equivocación. Uno se equivoca, por ejemplo, cuando cuenta algo que le contaron con un error de información. Allí no hay intención de engaño. En la mentira, siempre hay una intencionalidad y Paul Ekman, autor de Cómo detectar mentiras, explica que básicamente se puede mentir de dos maneras:
1.ocultando o
2.falseando la información
Toda mentira presupone un ocultamiento pero no todo ocultamiento presupone una mentira. Es decir, que a veces uno puede guardarse cierta información. Falsear es modificar una verdad pero guardar no necesariamente implica una mentira. También hay mentiras que implican ocultamiento. Uno puede guardarse algo privado y, en ese caso, no está mintiendo. Sencillamente está resguardando su mundo personal que no tiene el deseo de compartir.
¿Qué sucede con las mentiras?
Varias cosas:
1.Salen a la luz porque generan ansiedad y estrés
El cuerpo sabe que estamos mintiendo y, como resultado, segrega adrenalina. El cuerpo nos delata, lo cual hace que la mentira quede expuesta. Por ejemplo, una infidelidad sale a la luz porque genera estrés y se necesitan más mentiras para cubrirla. Como decían nuestras abuelas: «Las mentiras tienen patas cortas». Cuando uno siempre llega tarde al trabajo y miente y miente, está construyendo una mentira sobre la base de otra mentira.
2.El mentiroso atrae a personas parecidas a sí mismo
Los seres humanos nos juntamos con (o atraemos a) gente parecida a nosotros. Pamela Meyer, una psicóloga e investigadora estadounidense, escribió un libro extraordinario sobre la mentira. En él dice que todos mentimos entre 10 y 200 veces por día. Las mujeres mienten de modo diferente de los varones. Ellas mienten para que los demás no se sientan mal; mientras que ellos mienten sobre ellos mismos 8 veces más para quedar bien: «Me ascendieron en el trabajo y todos me felicitaron». Las mentiras de un varón apuntan más a la estima y las de una mujer a la empatía. Las mujeres tienen mayor capacidad para la mentira porque cuidan más el lenguaje no verbal (como ya mencionamos, el cuerpo nos delata).
3.Algunas características físicas del mentiroso
-Habla en un tono más bajo.
-Habla más lento porque necesita pensar lo que está diciendo.
-Repite de memoria siempre lo mismo (tiene un relato armado).
-Parpadea mucho más que los demás.
-Se toca la cara muy a menudo.
-Sus pies apuntan hacia la salida para poder irse rápido.
-No utiliza las palabras «yo» y «mí».
-No hace uso de los nombres. Por ejemplo, si uno le pregunta, en caso de infidelidad: «¿Es verdad que estás saliendo con Jimena?», dirá: «Con esa mujer, nunca salí», intentando tapar una mentira que su cuerpo delata.
4.Dos mentiras verbales
«Te lo digo honestamente».
«Te lo juro por.» (para remarcar la verdad de las palabras).
La mentira enferma, los valores sanan. La mejor almohada es una conciencia tranquila. Quien siempre dice la verdad no necesita recordar lo que dijo. La verdad muchas veces duele pero la mentira es una conducta infantil. Cuando éramos bebes, llorábamos porque pedíamos algo. Según los expertos, los bebes observan con un solo ojo a la mamá para ver si ella se acerca, o no. Cuando somos adultos, recurrimos a la mentira con dos objetivos: evitar u obtener. Mentimos para obtener algo (dinero, un ascenso o una buena imagen) o para evitar un dolor o un castigo.
Los envidiosos mienten mucho y recurren al rumor. También existe la mentira «protocolar o social». Si nos preguntan cómo estamos, por protocolo, no siempre responderemos contando todas las situaciones adversas que estamos atravesando. Esto es distinto de la mentira que tiene una intención deliberada. Algunas personas son hípermorales y para ellas todo está mal. Pero muchas veces el más moral resulta ser el más inmoral. A veces, el que más miente ve a los demás de su misma condición.
La mentira destruye la confianza, la cual se necesita para llevar a cabo un proyecto y para cultivar un vínculo afectivo. La verdad es un capital muy importante en estos tiempos. Por eso, es fundamental basarse más en las acciones que en las palabras. Las acciones dejan verdaderamente en evidencia cómo es una persona (más que sus palabras).
¿Es posible hacer algo para evitar que nos mientan?
En primer lugar, no mentirnos a nosotros mismos. Mucha gente se miente a sí misma. Necesita mentir para construir una imagen. Si le preguntan: «¿Cómo está tu pareja?», responde: «Muy bien» (aunque se estén separando). Ella le dice a él: «Tenemos que hablar» y él le contesta: «¿De qué tenemos que hablar» (y la relación se está quebrando). Ciertos problemas surgen porque, por vergüenza, dejamos pasar mucho tiempo sin hablar con sinceridad ni pedir ayuda profesional. Lo mismo ocurre con la salud, cuando no nos hacemos chequeos e ignoramos los síntomas de una enfermedad. La verdad nos hace libres.
¿Cómo se ayuda a un mentiroso?
Si se trata de nuestros hijos pequeños, no debemos castigarlos. Los chicos mezclan la fabulación con la realidad. Ahora, cuando ya son más grandes, aunque la situación sea difícil, no hay que castigarlos tampoco porque para contarnos la verdad recurrirán a la mentira. Siempre tenemos que premiar la honestidad y la verdad.
El adulto mentiroso vive con ansiedad constante porque piensa que todo el mundo le va a mentir, es decir, hacer lo mismo que él hace. En realidad, proyecta la mentira en el otro. Aquellos que buscan el engaño con un detector de mentiras ¡son los más engañados! Como están tan ansiosos, terminan siendo engañados. Los mitómanos son los mentirosos compulsivos que mienten por deporte o por vicio. Mienten aun cuando no hay necesidad y saben que están mintiendo pero no pueden evitarlo; a diferencia de los psicópatas que son expertos en la mentira. Estos últimos necesitan mentir, no sienten estrés ni angustia y viven mintiendo y descalificando.
Para alejarnos de la mentira, seamos sinceros con nosotros mismos, lo cual nos permite recuperar la estima y la confianza.
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