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Empiezan los fríos más fuertes y con ellos salen las mantas de los placares y se encienden las estufas para mantenerlos a raya. Para nosotros es bastante fácil, pero algunos de nuestros amigos de cuatro patas pueden requerir algunos cuidados extras.
Verónica Ventura, bióloga especializada en comportamiento animal, dijo a El Observador que hay determinadas características a las que hay que prestar atención para saber si su perro es propenso a sufrir las bajas temperaturas.
Lo primero es el pelo.
Entre las razas de perro existen distintos tipos de mantos, pero una de las distinciones esenciales se encuentra en si tienen una sola capa de pelo o si tienen varias que se van adaptando a las estaciones del año.
Los perros que sufren menos son aquellos que tienen más pelos por poro, lo cual forma distintas capas: una más corta y lanuda, y otra más fina, cuyo largo varía. Estas sirven de amortiguador para los cambios de temperatura entre la del cuerpo y la del exterior. En esta categoría pueden incluirse los labradores, los chow chow o los weimaraner.
Los perros que tienen una sola capa de pelo, que se asemeja al cuero cabelludo del ser humano, tienden a ser más friolentos. Estos pueden ser los caniches, los malteses o los shitzu. Otro factor al que hay que prestar atención es el hocico: los perros braquicefálicos, es decir, los que tienen el hocico chato, como los bulldog o los pug, son mucho más propensos a que el frío les afecte y contraer enfermedades respiratorias, porque carecen de canales de enfriamiento y calentamiento del aire como los perros de hocico prolongado.
Precauciones Sabiendo esto, los cuidados que hay que tener con ellos son bastante similares a los que se tendría con uno mismo. Lo más importante a tener en cuenta es evitar los cambios bruscos de temperatura, sobre todo en los animales de más edad.
La veterinaria Andrea de Boni recomienda que antes de sacar a pasear a un perro que vive adentro de la casa es buena idea dejarlo en algún lugar donde no haga tanto calor para que se aclimate. Además, lo ideal es sacarlos a pasear durante las horas en que haya más sol.
En el caso de que los animales vivan en el exterior de la casa, agrega Ventura, es importante que tengan recursos para poder controlar su ambiente: resguardo de la lluvia, el viento o el frío y sombra para protegerse del sol.
Las capas son buena idea para las razas más friolentas (aunque solo durante las salidas) y también los cuellitos, ya que les protegen la garganta y pueden evitar enfermedades respiratorias, como la tos, una laringitis o incluso una neumonía.
¿Cómo darse cuenta de si su compañero de cuatro patas tiene frío? Además de pegarse a fuentes de calor, como las estufas, o el típico temblequeo, una buena señal es la temperatura de las partes del cuerpo en que hay menos pelo, como la nariz, las patas, o las orejas.
El otro extremo: las estufas Un animal con frío suele pegarse a fuentes de calor. Cuando se trata de una estufa a gas o a leña aumentan las chances de accidentes, ya que una cola demasiado cercana al fuego puede generar quemaduras dolorosas. Los matachispas son ideales para mantener lejos del peligro al animal, pero lo mejor puede ser ofrecerle un lugar exclusivo para que pueda calentarse. Una bolsa de semillas o de agua caliente (bien cerrada) debajo de su mantita o almohadón puede resultarle muy atractivo. Además, levantar su cucha del suelo con libros viejos o cajones puede aislar aún más el frío.