La Nacion / MONTEVIDEO.-
El 80% de los chicos de 12 años o más que probó un cigarrillo en América latina empezó con algún producto saborizado. Los hay frutales, especiados, con sabor a chocolate, golosinas o tragos como el mojito o el daiquiri, además de los mentolados, pero con nombres más exóticos y en inglés, como citrus o purple mint , fusion o ice blast y fresh, entre otros.
Una investigación en cinco ciudades -Buenos Aires, La Paz, Río de Janeiro, Santiago y Lima- revela que el 85,2% de 1188 quioscos y otros puntos de venta a 250 metros o menos de un total de 399 escuelas ofrecen cigarrillos saborizados, según se presentó ayer durante el 5º Congreso Latinoamericano y del Caribe Tabaco o Salud, en esta ciudad.
Con esos datos, las cinco organizaciones de la sociedad civil que colaboraron en sus países con la investigación lanzaron la campaña Sabor que Mata para reunir firmas y que las autoridades prohíban estos productos. «La investigación confirmó que la industria tabacalera utiliza cigarrillos con una diversa gama de sabores y la publicidad asociada a fin de convertir a los jóvenes en adictos a la nicotina», aseguran.
La edad de inicio en el tabaquismo en la región es entre los 12 y 13 años.
El estudio coordinado desde la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, también retrata otra tendencia: el 71,4% de esos comercios vende una versión más que atractiva para una generación de nativos tecnológicos. Son los cigarrillos con cápsulas de sabor en los filtros. Un clic y se pueden probar hasta cuatro sabores.
En el 92,3% de los casos, los saborizados están cerca de la caja, entre las golosinas y a la altura de los ojos de los chicos, de acuerdo con el estudio coordinado por Ashley Grant, del Instituto para el Control Global del Tabaco de Johns Hopkins.
En cada país trabajaron equipos de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina, Chile Libre de Tabaco, la Fundación Interamericana del Corazón Bolivia, ACT + Saúde de Brasil y la Coalición Permanente para la Lucha Antitabáquica de Perú.
Los saborizantes son aditivos que se usan para aumentar la adicción y hacer más atractivos sus productos. «Y con mayor toxicidad», afirmó Ernesto Sebrié, director asociado de investigación internacional de Campaign for Tobacco-Free Kids (CTFK). «Se están multiplicando exponencialmente. En América latina hace cinco años que comenzaron a proliferar y, más recientemente, aparecieron las cápsulas en los filtros.»
Pero no se trata sólo de tentar al paladar. «El chocolate, por ejemplo, es broncodilatador y el usuario puede absorber más humo -precisó Sebrié-. Lo mismo pasa con el mentol, que también reduce la irritación de la garganta y genera adormecimiento. En un chico favorecen la iniciación en el consumo que lleva a la adicción a la nicotina. En los fumadores establecidos la perpetúan.»
Para Patricia Sosa, directora de programas para América latina de CTFK, esta oferta «es un asunto de salud pública que los gobiernos deberían reconocer porque es altamente costoso para los sistemas sanitarios. Los impuestos que paga la industria no son suficientes para cubrirlo». En la Argentina, el consumo de tabaco le cuesta al sistema de salud unos 33,3 millones de pesos por año, de acuerdo con una estimación del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).
FIC Argentina relevó 308 quioscos cerca de 86 escuelas porteñas: en 216 quioscos vendían cigarrillos de mentol o menta (62,5%), frutales (2,8%), especiados (0,5%), bebidas alcohólicas (5,6%) y con referencias indirectas a sabores (76,9%). En el 83%, también ofrecían las versiones con cápsulas de sabor. «Son los más llamativos para los chicos porque los colores y el diseño simulan golosinas y están ubicados a la misma altura», comentó Marita Pizarro, coordinadora ejecutiva de la entidad. «Necesitamos una ley nacional que prohíba la publicidad, incluida expresamente la exhibición del producto en los puntos de venta, el uso de saborizantes y el marketing directo porque la industria está llegando a los más jóvenes a través de los quioscos y del contacto uno a uno por las redes sociales.»
Si la Argentina ratificara el Convenio Marco de Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud, anticipó que la respuesta a este problema de la publicidad «podría darse junto con los países limítrofes, que sí lo han ratificado».
Monica Andreis, vicedirectora de ACT + Saúde de Brasil, comentó que las marcas registradas en su país pasaron de cinco a 80 en tres años desde 2013, cuando se prohibió el uso de aditivos. Más del 80% comienza a fumar a los 15 o 16 años. «El uso de aditivos y sabores enmascara el sabor del tabaco, facilita la iniciación y aumenta la dependencia. Es una manera de atraer a un público que reemplace a los fumadores adultos que se pierden», indicó. Su entidad relevó 205 puntos de venta alrededor de 92 escuelas. El 80% vende cigarrillos saborizados.
Sonia Covarrubias coordina Chile Libre de Tabaco, que en enero de este año relevó 372 quioscos y otros puntos de venta próximos a 107 escuelas. La mitad vendía cigarrillos y la mayoría de esos locales (92%), la versión mentolada. «Esto es grave. Chile es el país con más fumadores de la región. El 66% de los menores de 18 que fuman usa mentolados y el 44% se inicia con esos productos», dijo.
Reacciones «En todos los países donde tenemos presencia, cumplimos con las regulaciones. En ningún mercado vendemos a menores de edad», respondieron desde Massalin Particulares al estudio. Hasta el cierre de esta edición, British American Tobacco Argentina no había respondido.
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