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Muchas personas después de experimentar un cambio brusco en la vida, se ven en la necesidad de renunciar a lo viejo conocido, para enfrentar una nueva experiencia. Al comienzo, la negación, el apego y la resistencia a aceptar lo sucedido, hacen que el proceso se torne más largo y difícil de afrontar. Sentir temor frente a lo desconocido, la inseguridad, la confusión, la frustración, la impotencia y hasta la ira frente a lo que se nos presenta de forma inesperada, es natural.
Lo importante es, que después de haber sido capaces de aceptarlo, podamos vivir el duelo necesario para impulsarnos de nuevo y salir a la superficie de nuestra vida, fortaleciendo nuestra estima y dispuestos a usar las herramientas y el conocimiento que hemos adquirido y que tan celosamente guardamos en nuestra memoria por tanto tiempo. ¡Si podemos volver a comenzar y hacerlo de una manera positiva, exitosa y satisfactoria!
Enfrentar lo desconocido que nos depara la vida cuando nos encontramos en el umbral de un nuevo comienzo, puede ser una de las experiencias mas enriquecedoras que hallamos tenido, sobre todo si estamos abiertos y dispuestos a descubrir el sentido positivo que traerá a nuestra vida. Es importante mantener siempre en forma nuestra capacidad de adaptarnos a los cambios, pues la esperanza de que nuestra vida transcurra en la comodidad y la seguridad de lo conocido, sin experimentar altibajos, perdidas o transformaciones, es una idea que puede volvernos vulnerables e incapaces de aceptar y de manejar lo inesperado.
Las mejores herramientas para manejar lo inesperado son mantener una actitud positiva, sentir esperanza, tener curiosidad, un buen sentido del humor, ser objetivos, la flexibilidad, el valor, la determinación, un entusiasmo a toda prueba, tener confianza en la vida y en nosotros mismos, y sentirnos capaces de enfrentar y de superar los obstáculos que se presenten en nuestro camino, sin tenerle miedo al fracaso. Para recuperar o mantener nuestro bienestar, es necesario atravesar por el proceso de rescatar nuestra salud emocional, vivir el duelo, renunciar a las expectativas que teníamos, aceptar nuestra realidad, perdonar si fuese necesario y plantearnos propósitos y metas que le den dirección y motivo a nuestra vida.
Hagamos el esfuerzo de romper con el desánimo o la pasividad en la que pudimos estar atrapados, y hagamos los ajustes y los cambios necesarios en nuestra manera de afrontar la vida, con determinación, con voluntad, con optimismo y con valor.