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“De verdad, para ya, hoy no me apetece discutir». Seguramente hayáis escuchado esta frase de boca de vuestra pareja en incontables ocasiones. De hecho, si no tenéis pareja pero lo habéis escuchado también en incontables ocasiones, ya tenéis ahí una pequeña pista de por qué estáis más solos que un freelance en la cena de Navidad del trabajo. Y muy probablemente, a base de escucharla una y otra vez hayáis acabado por creerla e incluso la uséis en alguna que otra ocasión. Sin embargo, me veo en la obligación de advertiros que esa frase no es sino la primera grieta en los cimientos de vuestras relaciones.
Las parejas tienen que discutir. No lo digo yo, lo dice la Universidad de Michigan, que en 2008 publicaba un estudio que afirmaba que discutir con tu pareja no solo ayudaba a mejorar los problemas de la relación, sino que alargaba la vida, ya que tragarse la indignación no es demasiado bueno para la salud. Establecido pues que las discusiones son buenas y que a todo el mundo le gusta discutir, ¿cuál es el problema? Pues el problema es que, como pasa con enfundar un nórdico o coger una rotonda con el coche, no sabemos.
Pero que no cunda el pánico. Como en GQ vemos mucho ‘Hermano Mayor’ y estamos a favor del amor y de las parejas, te vamos a explicar brevemente cuál es la mejor manera de discutir con tu novia. Porque no se nace sabiendo.
1. «Tú» es «nosotros»: Cuando discutáis, tienes que pensar en la palabra «tú» como la palabra maldita. Hay que evitarla a toda costa como hace tu padre cuando salen escenas de sexo en la televisión y cambia a otro canal a la velocidad de la luz. Sustituyendo «tú» por «nosotros» será mucho más fácil que afrontéis el problema como pareja. Así «No has fregado los platos» se suavizaría en «No hemos fregado los platos», o «Para de mirarle el culo al camarero» sería «Paremos de mirarle el culo al camarero», siendo esta última, eso sí, un poco confusa.
2. «Estás con la regla»: MEEEEEC. Suenan las alarmas. Aparecen los Delta Force. Te arrestan. Te llevan a Guantánamo y hasta a tu madre le parece bien. Porque que ella esté con la regla o no, no tiene mayor relevancia que el hecho de que tú hoy tengas un bad hair day. Está prohibido decirlo. De hecho, está prohibido pensarlo a menos que no lo hagas mientras que pintas bisontes en las paredes.
3. Bailar: Siempre es una opción cuando uno ve que las cosas no van a acabar bien. Cortar una discusión con una coreografía de aerobic de los 90 siempre es una opción fiable. Si además llevas mallas y calentadores debajo de tu ropa y la sorprendes, puede que incluso haya sexo de reconciliación.
4. Recordar cosas del pasado: Como en el chiste aquel del vasco que salía a coger setas, se encontraba un Rólex y no lo cogía porque él había salido a coger setas y no Rólex, es importante que cuando discutáis te centres en el motivo de la discusión. Porque después pasa que en vuestro décimo aniversario le acabas sacando que el día que le pediste salir puso una cara así como rara.
5. Regalos: Por alguna extraña razón cultural, a los hombres (y a muchas mujeres) nos han hecho creer que, cuando las cosas van mal, lo mejor es arreglarlo con un regalo (o con un hijo, que es pelín más caro que un iPad), sin embargo desde GQ desaconsejamos totalmente esta maniobra para salir airoso de una discusión que se prolonga en el tiempo, sobre todo porque estamos en época de crisis y hay que ahorrar para comprar vino, que sí que arregla las discusiones (o las lleva al extremo pero en cualquier caso, problema resuelto).
6. No te disculpes: Según otro estudio, esta vez de la Universidad de Baylor en Texas, (el estado en el que más ejecutados por pena de muerte hay pero en el que, al parecer, se preocupan mucho por las relaciones amorosas), en las discusiones de pareja, la mayoría no espera escuchar un «Lo siento». Al parecer, la mayoría prefiere escuchar un «Cariño, dejemos de discutir, que nos han tocado los Euromillones» o simplemente llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos. Pedir disculpas suele ser una forma fácil pero poco efectiva de acabar una discusión, porque como lo pantalones campana, acabará volviendo.
7. La situación: No es lo mismo discutir tranquilos tumbados en la cama o dando un paseo por el parque que hacerlo conduciendo en dirección contraria por la autovía o en el plató de ‘Hay una cosa que te quiero decir’. Hay un momento para todo en esta vida, así que evita discutir cuando no hayas bebido nada porque podrías callarte cosas, pero sobre todo evita discutir cuando hayas bebido demasiado porque podrías no callarte nada. En definitiva, el consejo es el mismo que el de las botellas: para una discusión de calidad, bebe con moderación.
8. Echarle la culpa al perro: No va a funcionar nunca, pero si funciona… Ay, si funciona. GENIO.
GQ