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«Ve el lado positivo de la vida.»
«Mira hacia el sol, y las sombras quedarán detrás de ti.»
«Quizá no sean buenos todos los días, pero siempre hay algo bueno en todos los días.»
«Ve el vaso semilleno, no semivacío.»
Los investigadores están descubriendo que este tipo de pensamientos, característicos de personas a quienes llaman «optimistas a ciegas «, no solo pueden levantarnos los ánimos. Pueden mejorar la salud y prolongar la vida.
Ya no existe ninguna duda: lo que sucede en el cerebro influye en el cuerpo.
Cuando nos enfrentamos a una crisis de salud, cultivar activamente emociones positivas puede reforzar el sistema inmunitario y contrarrestar la depresión. Los estudios han mostrado un vínculo indiscutible entre tener una actitud positiva y beneficios de salud como baja presión arterial, menos enfermedades cardiacas, control del peso y niveles de azúcar en la sangre saludables.
Aun cuando nos enfrentemos a una enfermedad incurable, los sentimientos y pensamientos positivos pueden mejorar en gran medida la calidad de vida.
La doctora Wendy Schlessel Harpham, autora de varios libros destinados a quienes se enfrentan al cáncer y residente en Dallas, era internista cuando se enteró de que tenía un linfoma que no era del tipo Hodgkin, era cáncer del sistema linfático, hace 27 años.
Durante los siguientes quince años de tratamiento, en los que tuvo ocho recaídas, ella estableció un ambiente de felicidad y esperanza, rodeándose de gente que le levantaba el ánimo, llevando un diario de gratitud, haciendo el bien para los demás y viendo películas divertidas e inspiradoras, entre otras medidas. Su cáncer ha estado en remisión desde hace doce años.
«Fomentar las emociones positivas me ayudó a que la vida fuera lo mejor que podía ser», afirma Harpham. «Fue un alivio en los momentos difíciles, aunque eso no tuviera efecto en mis células cancerosas.»
Si bien es posible que Harpham tuviera una disposición natural para ver el lado brillante de la vida aun cuando las perspectivas sean sombrías, las investigaciones recientes están demostrando que es posible adquirir la habilidad para experimentar emociones más positivas al enfrentarse al severo estrés de una enfermedad mortal.
Judith T. Moskowitz, profesora de ciencias sociales médicas en la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago, estableció una serie de ocho conductas que ayudan a promover las emociones positivas.
En sus primeras investigaciones en la Universidad de California en San Francisco, ella y sus colegas encontraron que la gente VIH positiva que practicaba esas conductas tenían una carga más baja del virus, tomaban sus medicamentos correctamente y necesitaban menos antidepresivos para ayudarse a lidiar con su enfermedad.
Los investigadores estudiaron a 159 personas que se habían enterado recientemente de que tenían VIH y las asignaron al azar a un curso de cinco sesiones de capacitación de emociones positivas o a cinco sesiones de apoyo en general. Quince meses después de habérseles diagnosticado el VIH, los que se capacitaron en las ocho conductas mantenían niveles más altos de sentimientos positivos y menos pensamientos negativos respecto de su infección.
Una meta importante de la capacitación es que la gente se sienta feliz, calmada y satisfecha en medio de una crisis de salud. Las mejoras en su salud y su longevidad son puntos extras.
A los participantes se les exhorta a adquirir por lo menos tres de las ocho conductas y a practicar una o más cada día. Esas ocho conductas son:
1. Reconocer un evento positivo cada día.
2. Saborear ese evento y consignarlo en un diario o hablar con alguien al respecto.
3. Llevar un diario de gratitud.
4. Señalar una fortaleza personal y cómo la utiliza.
5. Fijar una meta alcanzable y anotar los avances.
6. Reportar un motivo de tensión de relativamente poca importancia y señalar la forma de reevaluarlo de manera positiva.
7. Reconocer y practicar pequeños actos de amabilidad todos los días.
8. Practicar la atención consciente, enfocándose en el aquí y ahora, más que en el pasado o el futuro.
Moskovitz explicó que se inspiró en la observación de que gente con VIH, diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas vive más tiempo si demuestra emociones positivas. «El siguiente paso era ver si enseñar las conductas que fomentan las emociones positivas a la larga puede afectar en la forma en que la gente lidia con el estrés y en su salud.»
Precisa que los objetivos son elevar la calidad de vida, reforzar el cumplimiento con los medicamentos, fomentar conductas saludables y construir recursos personales que signifiquen mayor apoyo social y mayor atención a las cosas buenas de la vida.
Gregg De Meza, arquitecto de 56 años de edad de San Francisco, se enteró de que estaba contagiado de VIH hace cuatro años. Él me dijo que adquirir las conductas «positivas» le cambió la vida. Él se sintió «estúpido y descuidado» por haberse contagiado y en un principio trató de mantener en secreto su condición.
«Cuando ingresé en el estudio, sentía que todo mi mundo se estaba cayendo a pedazos», asegura. «La capacitación me recordó que podía apoyarme en mi red social y decidí ser honesto con mis amigos. Me di cuenta de que, para mostrar mi verdadera fuerza, tenía que mostrar mis debilidades. Esto me hizo ser más positivo, más compasivo y ahora estoy más sano que nunca.»
En otro estudio con 49 pacientes de diabetes tipo 2, la versión en línea del curso de capacitación de conductas emocionales positivas fue eficaz para reforzar la positividad y reducir las emociones negativas y los sentimientos de estrés.
Estudios anteriores habían demostrado que, en el caso de los diabéticos, los sentimientos positivos estaban asociados con el control del azúcar en la sangre, aumento de la actividad física, una alimentación saludable, menos consumo de tabaco y menor riesgo de morir.
En un estudio de prueba con 39 mujeres con cáncer de pecho en estado avanzado, Moskovitz aseguró que la versión en línea de la capacitación redujo la depresión entre ellas. Lo mismo sucedió con personas que atienen a pacientes con demencia.
«Nada de esto es ciencia avanzada», afirma Moskovitz. «Yo solo reuní esas conductas y las puse a prueba de una manera científica.»
En un estudio relacionado con más de cuatro mil personas de más de 50 años de edad, publicado el año pasado en Journel of Gerontolgy , Becca Levy y Avni Bavishi, de la Escuela de Salud Pública de Yale, demostraron que tener una opinión positiva sobre el envejecimiento puede tener resultados positivos en la salud y la longevidad.
Levy precisó que hay dos mecanismos que podrían explicar los resultados.
A) Psicológicamente, una opinión positiva puede reforzar la confianza en la capacidad propia, reducir la percepción de estrés y fomentar conductas saludables.
B) Fisiológicamente, quienes tienen una actitud positiva hacia el envejecimiento tienen niveles más bajos de proteína reactiva C, indicador de la inflamación relacionada con el estrés que está asociada con enfermedades cardiacas y otros padecimientos, incluso después de tomar en cuenta otros factores que podrían influir, como edad, estado de salud, sexo, raza y estudios. Y también viven significativamente más tiempo.