Diario Financiero / Por Nidia Millahueique Los cambios demográficos, sociales y económicos que ha experimentado Chile en los últimos 30 años han sido el factor principal para contribuir a modificar las condiciones de salud en la población. Si a comienzos de los años 70 el país mostraba una alta mortalidad infantil, desnutrición y enfermedades infecciosas, en los últimos años esos temas prácticamente no son problema para la población, la que ha visto un significativo aumento en sus expectativas de vida.
Sin embargo, han surgido nuevas preocupaciones derivadas de un fuerte crecimiento en la prevalencia de las enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y cáncer, en las que uno de los mayores responsables es la obesidad y el sobrepeso.
De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Chile el 25,1% de la población mayor de 15 años presenta obesidad, equivalente a cuatro millones de chilenos obesos, y un 39,3% tiene sobrepeso. Se estima que estas prevalencias son responsables de una pérdida anual de 234.107 años de vida, equivalente a 6,3% del total de AVISA (Años de Vida Ajustados por Discapacidad) y se ubica en segundo lugar dentro de los factores de riesgo, seguido del consumo de alcohol.
Todo esto configura una de las contradicciones a las que se enfrenta la sociedad actual: aunque ve aumentada sus expectativas de vida, también tiene que sobrellevar una importante carga de enfermedades, muchas derivadas de la mala alimentación. Esto se vuelve más complejo cuando se hace zoom en la población más joven. Chile es el sexto país con mayor obesidad infanto-juvenil dentro de la OCDE. Peor aún, el cambio ha sido rápido: en 1987, el 7% de los escolares de primer año básico tenía obesidad, pero hoy esta cifra alcanza alrededor de 23%.
Todo lo anterior motivó al gobierno a crear la nueva ley de rotulado de alimentos, la que tiene por objetivo principal proteger la salud de los chilenos, en especial de los niños y niñas, incorporando un marco regulatorio que permite entregar información más clara y comprensible al consumidor por medio del sello de advertencia «Alto en», que indica que ese alimento supera límites en sodio, grasas saturadas, azúcares o calorías.
En segundo lugar, también busca asegurar una oferta saludable de alimentos al interior de los establecimientos educacionales de prebásica, básica y media, a través de la prohibición de la venta, promoción y entrega gratuita de aquellos alimentos cuya composición nutricional supere los límites establecidos por el Ministerio de Salud. Y finalmente, proteger a los menores de catorce años de la sobreexposición a la publicidad.
De a poco el consumidor ha comenzado a tener más cuidado con los productos que consume, ya sea a través de internet, redes sociales y otros mecanismos de información. «Hoy tenemos consumidores empoderados que conocen sus derechos y los hacen valer a través de los medios disponibles», dice Luis Medina, gerente corporativo de Ventas de Nestlé.
Las empresas han debido adecuarse a esto y, por ejemplo, cada vez son más los espacios en supermercados con productos orgánicos, libres de sellos o para fomentar el deporte. En algunos casos, han tomado posición destacada dentro de las góndolas de estos establecimientos: mostrar un producto saludable se ha vuelto un atributo a la hora de comprar.
También la valorización del tiempo libre se está tornando fundamental, ya que es una tendencia que los profesionales requieren de más tiempo libre para poder realizar actividades de esparcimiento, tanto personales como familiares, ya sea trotando en la ciudad o subiendo un cerro junto a un grupo de amigos. La alimentación busca acompañar este proceso también.
«Hacer deporte y tener tiempo para el ocio se han convertido en una gran necesidad. Los requerimientos nutricionales también han evolucionado. De una alimentación de supervivencia, se ha avanzado hacia una alimentación personalizada. Esto hace que la diversidad de productos que se requiere responda cada vez más a estas necesidades», dice el primer volumen de «Chile Saludable, oportunidades y desafíos de innovación», realizado entre Fundación Chile y GFK Adimark.
¿Qué comemos los chilenos? Según cifras de Euromonitor Internacional, el mercado de alimentos procesados en Chile alcanzó un volumen de ventas cercano a los US$ 14.000 millones anuales en 2015. Las categorías de panadería y productos horneados -galletas y pasteles-, en conjunto con lácteos, representaron 56% de las ventas. Respecto del pan, Chile lidera el consumo per cápita en Latinoamérica con 95 kilos anuales. Este producto se vende mayoritariamente a granel y es elaborado principalmente por panaderías artesanales. Los lácteos, al igual que en otros países, constituyen un importante sector dentro de la categoría, con un sostenido aumento promedio cercano al 9,5% anual en los últimos cinco años.
En el mercado de las bebidas no alcohólicas, que incluye las gaseosas, aguas, jugos, néctares, bebidas para deportistas y bebidas a base de té, estas dos últimas son las que más de moda han estado, experimentando un importante alza en los últimos cinco años, con una tasa de crecimiento anual de 18,4%.
Las cifras muestran que en 2010 el volumen de venta retail era de 2,6 millones de litros, equivalente a US$ 3.289 millones, mientras que en 2015 estas cifras de venta aumentaron a un volumen de 3,3 millones de litros a US$ 3.883 millones. Las gaseosas son definitivamente las bebidas preferidas por los chilenos, ya que representan un 75% del volumen de ventas de la industria, lo que se traduce en un consumo per cápita promedio de 127 litros anuales, seguido por los jugos y aguas embotelladas, con 23 y 20 litros respectivamente.
¿Cómo se conjuga esta preferencia con la mayor demanda de productos de vida sana? Simple: en Coca-Cola, por ejemplo, el 60% de los productos que venden es bajo o cero caloría. Tanto ha evolucionado esta línea de productos que Powerade, su bebida isotónica para deportistas, también tiene una versión «Zero».
Ante todo esto, el reposicionamiento de los productos naturales, alimentos bajos en sal, azúcar y grasas, y los avances de la ciencia y tecnología, abren oportunidades en la industria de alimentos local para el desarrollo de una nueva generación de productos que pueden llegar a aportar beneficios extra para la salud. La evidencia apunta a que hay mercado para esto.
Un estudio de Nielsen muestra que en el caso de Chile, 87% de los hogares ha comprado al menos un producto light en los últimos tres meses y 65% de quienes consumen este tipo de productos dice que lo hace porque considera que son más saludables. Si se considera una canasta comparable de productos «regular» y «light», el 10% del gasto es destinado a este último segmento.
Lo anterior está siendo impulsado por consumidores que en el mundo están modificando sus hábitos motivados por sensibilidad alimentaria, alergias, deseo de mantenerse saludables o convicciones personales. El 59% de los chilenos (versus un 62% de Latinoamérica) afirma seguir una dieta especial que los limita o restringe de comida o ingredientes específicos, según Nielsen.
Agrega que el 33% de los encuestados dice que alguien en su hogar sufre de alguna alergia o intolerancia a ciertos alimentos: productos lácteos, mariscos y trigo (gluten) son los más comunes. Si se trata de dietas, 19% de los encuestados las practica, motivados por convicciones personales como vegetarianismo (7%), flexitarianismo (4%), veganismo (3%), kosher (1%) o halal (1%).
Cuando son consultados acerca de los ingredientes que les gustan más, huevos (66%), pescados y mariscos (66%) y aves (54% ) son aquéllos que los chilenos tratan de incluir más en su dieta. En particular, hacen esfuerzo por excluir aquéllos con colores artificiales (65%), sabores artificiales (64%) y preservantes artificiales (64%). «La razón por la cual estos ingredientes son evitados está sustentada, principalmente, por considerarlos dañinos para su salud y la de su familia», detalla el estudio.
Consumidor selectivo: oportunidad para fabricantes Frente a un consumidor cada vez más exigente y selectivo, la oportunidad que se abre para las empresas es mayor. Mejor aún si exportan sus alimentos, ya que parten con la ventaja estratégica de ser saludables.Hasta el momento, el abanico de productos disponibles tiene contentos a los clientes, ya que el 40% manifestó que sus necesidades nutricionales están totalmente satisfechas por la oferta actual, mientras que el 49% expresó que lo están parcialmente y sólo el 11% dice que no están nada satisfechas.
En la búsqueda de un estilo de vida más saludable, según la encuesta de Nielsen, los consumidores resaltan que hay cierto tipo de productos que desearían encontrar en las góndolas de los supermercados donde hacen sus compras.
En concordancia con las expectativas, los consumidores en el país exponen su preocupación por saber todo lo que incluye su comida (76%) y el impacto que puedan ocasionar los ingredientes artificiales a su salud en el largo plazo (72%). «Esas preocupaciones están alineadas con la opinión de 8 de cada 10 participantes en Chile que consideran que las comidas hechas en casa son más saludables y más seguras que las preparadas industrialmente», dice el estudio. Además, las compañías que son transparentes respecto de dónde y cómo elaboran sus productos, son más valoradas.
¿Cuál es la oportunidad que tiene Chile para potenciar el desarrollo de alimentos saludables y para transformarse en un polo de innovación a nivel mundial? «Hoy existe una creciente demanda por productos naturales que fortalezcan la salud y el bienestar, y ayuden a prevenir las enfermedades crónicas y el envejecimiento», explica Paulina Soza, product manager alimentos de Fundación Chile.
Añade que en el tercer volumen de «Chile Saludable», se identificaron oportunidades y desafíos de innovación para la industria de alimentos, tanto en la acuicultura como en la agroindustria. «Chile tiene la bondad de contar con berries nativos como los maquis, la murta y el calafate. Si bien existen otros, como la frutilla, arándano o frambuesa, muchos de ellos han sido introducidos en nuestro país. Lo bueno es que estamos trabajando en desarrollar una industria en torno a esto», añade la ejecutiva.
Cuenta que «el más desarrollado es el maqui, porque ha sido un berrie que ha tenido una buena campaña de marketing para la exportación en Estados Unidos. Y además de eso hay que reconocer sus bondades antioxidantes. En cambio el calafate está en vías ‘de…’, está avanzado y hay menos productos que se han desarrollado».
Respecto de los mercados de destino, la Unión Europea representa hoy más del 50% de las exportaciones de maqui, seguido por Estados Unidos, con un 27%. En Chile se han desarrollado numerosos productos sobre la base del maqui, que van desde los más convencionales como polvos liofilizados, extractos líquidos y en polvo y bebidas, hasta más innovadores como la miel, snack de manzanas deshidratadas, cosméticos y concentrados bebestibles.
Actualmente, los consumidores internacionales están demandando maqui en forma de jugos concentrados, deshidratados, pulpas congeladas y extractos líquidos y en polvo, mermeladas y licores.
«A pesar de todo su potencial, en Chile no existen hoy cultivos comerciales de maqui, por lo que la provisión de estos frutos proviene de la recolección a pequeña escala en bosques silvestres, lo que hace que se dificulte una oferta sustentable que permita hacer frente a una fuerte demanda de productos», cree Soza. En tanto, la murta comercializada en el país proviene mayoritariamente de recolección silvestre, encontrándose los mayores volúmenes en las ferias de Osorno, Valdivia, Temuco, Puerto Montt y Ensenada, pero no es posible determinar sus volúmenes exactos comercializados, debido a que en la mayoría de los casos corresponden a transacciones de tipo informal.
La creciente demanda mundial en el mercado por los pigmentos naturales ha aumentado a una tasa de 10% a 15% anual y se estima que para el año 2017 las ventas podrían alcanzar a unos US$ 1.320 millones. «La demanda por pigmentos naturales está creciendo particularmente en la industria de alimentos, tanto por su inocuidad como por su funcionalidad», dice Soza.
Empresas se adaptan Desde la industria de los alimentos reconocen que ha sido arduo adaptarse a los consumidores, cada vez más exigentes, pero no imposible y hace un par de años que vienen reformulando sus productos para cumplir no sólo con las nuevas exigencias legales, sino con los gustos del consumidor.
En Soprole señalan que «siempre hemos buscado contribuir a una alimentación y un estilo de vida saludables». Añaden que en los últimos diez años, han dedicado una gran cantidad de esfuerzo, en tiempo y recursos, para desarrollar productos alimenticios acordes a las recomendaciones de organismos de salud locales e internacionales, «como resultado, hoy el 80% de nuestros productos (especialmente los productos para niños) cumplen las normas exigidas por la nueva ley de etiquetado, quedando libres de sellos».
Soprole, además, promueve desde hace muchos años el estilo de vida saludable con iniciativas como el programa de Deporte Escolar, por ejemplo. «Éste reúne cada año a más de dos millones de personas, niños y sus familias, de Arica hasta Punta Arenas, para transmitir los valores del deporte junto a la alimentación saludable», dicen desde esa empresa.
Francisco Frei, gerente de Comunicaciones y Asuntos Corporativos de Nestlé Chile, comenta que los productos son sometidos a una evaluación nutricional «con el fin de asegurar que cada uno de ellos, consumidos en la porción sugerida, puedan ser parte de una alimentación y estilo de vida saludables». De este modo, han elaborado una oferta diversa, que incluye alternativas como productos sin gluten, una línea de lácteos sin lactosa, o en el caso de sopas, cremas y caldos con menos sal; o en colados y picados, con ingredientes 100% naturales, entre otras ideas.
También tienen iniciativas sociales, como Niños Saludables, a través del cual llevan educación nutricional a 40.000 niños, y también crearon una plataforma digital que mantiene contenidos útiles relacionados con temas nutricionales, como recetas, tips para una alimentación balanceada, entre otras iniciativas que también incentivan el deporte, como las corridas MILO.
En definitiva, este estilo de vida -que no es necesariamente nuevo, pero que sí ha tomado fuerza en el último tiempo- ha motivado cambios no sólo en los productos, sino que las empresas están intentado identificarse con esa consigna y ser parte de la tendencia.
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