La enfermedad de Cushing, descubierta por el neurocirujano Harvey Cushing en 1932, es un trastorno endocrino debilitante raro y muy grave, provocado por un tumor pituitario no canceroso, el cual termina aumentando los niveles de cortisol en el cuerpo. Dicha hormona es vital para regular el metabolismo y la función cardiovascular, además ayuda al cuerpo a responder ante el estrés. No obstante, cuando los niveles de esta sustancia se elevan, puede causar problemas graves de salud.
Existe un amplio y diverso conjunto de síntomas asociados a niveles excesivos de cortisol, como son: rostro redondeado, exceso de vello en el cuerpo y la cara, piel delgada propensa a contusiones y obesidad abdominal. Más allá de los síntomas externos visibles, esta condición de salud puede provocar graves complicaciones como diabetes, osteoporosis y fracturas, hipertensión, infecciones, piedras en el riñón e infertilidad.
Se estima que cada año, una o dos personas, por cada millón de habitantes en el mundo, se ven afectadas por la enfermedad de Cushing, la cual se presenta en adultos entre los 20 y los 50 años de edad. Además, la patología está asociada con un aumento del riesgo de la mortalidad de hasta cuatro veces mayor que la población general.
Aunque la causa del tumor pituitario se desconoce, las investigaciones muestran que las mujeres son hasta tres veces más propensas a desarrollarlo, en comparación con los hombres.
Diagnóstico complejo
Los signos y síntomas asociados con la enfermedad de Cushing son difíciles de reconocer y fácilmente pueden confundirse con otras patologías. Es importante que los médicos estén conscientes de todas las señales, pues el diagnóstico temprano tiene el potencial de hacer que el paciente logre mejores resultados, tanto físicos como psicológicos. En muchos casos, puede tomar más de seis años desde que comienzan los síntomas hasta que las personas son diagnosticadas.
La prueba principal para comprobar la enfermedad es mediante la detección de los marcadores bioquímicos: unas moléculas que se encuentran en determinadas partes del cuerpo, que pueden alertar la presencia de un tumor que es secretado por la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), la cual es responsable por la producción de cortisol.
Avances en el tratamiento
En primera instancia, los especialistas pueden optar por la extirpación quirúrgica del tumor. También hay opciones de manejo no invasivos cuando la cirugía no es adecuada o eficaz, esto incluye medicamentos que se usan para controlar la producción de cortisol, radiación a la glándula pituitaria, radiocirugía estereotáctica o radiocirugía con bisturí de rayos gamma.
La enfermedad de Cushing es compleja y lo mejor para los pacientes es que sean tratados por un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud, compuesto por endocrinólogos, neurólogos, radiólogos y enfermeras con el fin de ayudarlos a manejar todos los aspectos de la enfermedad.
Información: Nota de Prensa