La gastritis es una inflamación de la mucosa del estómago, que protege a este órgano de los ácidos gástricos; mientras que la enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE) consiste en el paso del contenido gástrico desde el estómago al esófago, por la alteración en los mecanismos de barrera llega a ese nivel. Ambas patologías son de carácter crónico, recurrente y multifactorial.
De acuerdo con el gastroenterólogo, Juan Carlos González, la gastritis y el reflujo gastroesofágico son comunes en la población, ya que sólo la ERGE se puede presentar entre 10% y 15% de las personas. Ambas patologías provocan trastornos del proceso digestivo cuando se ingieren alimentos, por ejemplo: sensación de llenura y dolor después de comer, distención, repetición del sabor de la comida y acidez.
En el caso de la gastritis, ésta puede ser causada por factores, como el consumo excesivo de alcohol, tabaco, alimentos, fármacos e infección por la bacteria Helicobacter pylori. Los síntomas suelen ser muy variables, debido a que cada individuo puede experimentarlos de una forma diferente. Los más frecuentes son malestar o dolor de estómago, náuseas, vómitos, eructos, ardor, presencia de sangre en el vómito o en las heces.
En el caso de la enfermedad de reflujo gastroesofágico, su causa principal es la alteración del esfínter esofágico inferior: un anillo muscular que rodea al esófago en su unión con el estómago y permanece cerrado impidiendo que el contenido del estómago vuelva de nuevo al esófago. Cuando el esfínter se altera y se produce una disminución de su presión en reposo, se relaja y no ejerce bien su función, de forma que el contenido gástrico refluye. Sustancias como el alcohol, el chocolate o el tabaco favorecen la relajación del esfínter y, por lo tanto, el reflujo.
No hay que descuidarse
Según el especialista en gastroenterología, cuando la ERGE no es tratada y atendida de manera correcta, el esófago se somete a un proceso inflamatorio de la mucosa y el paciente comienza a tener problemas para tragar los alimentos. También puede causar tos nocturna, asma bronquial, sinusitis y erosión dental. En casos extremos, pueden desarrollar el síndrome de esófago de Barrett: un proceso inflamatorio de la mucosa del esófago, que es una condición precancerosa.
A su vez, una gastritis no controlada por muchos años, y cuya causa sea la bacteria Helicobacter pylori, puede conducir a un cáncer de estómago, hemorragia digestiva y alteraciones en el diámetro de salida del duodeno, que amerite intervención quirúrgica.
Tratamiento y mejora
Entre los pasos a seguir en el tratamiento de los pacientes con estas condiciones, el doctor González señaló, que las líneas de acción incluyen el uso de medicamentos inhibidores de la bomba de protones como el pantoprazol, para disminuir e inhibir la secreción de ácido del estómago, creando una protección que permita la recuperación mucosa.
El tratamiento debe estar acompañado de dietas de protección gastroduoenal, que incluyan alimentos que no contribuyan a la secreción de ácidos para su digestión. «A estos pacientes se le eliminan condimentos, salsas, picantes, chocolates, alcohol, café, entre otros. Se les enseña a comer a horarios, ya que largos períodos sin comer genera mayor secreción de ácidos. Las cenas deben ser ligeras, y realizarlas una o dos horas antes de dormir. Una dieta adecuada que incluya desayuno, almuerzo y cena es suficiente en estos casos», explicó el galeno.
Para concluir, el doctor González resaltó la importancia de no variar las dosis ni las horas en las que se indican los medicamentos, así como, no auto medicarse y recurrir al especialista en gastroenterología en caso de existir persistencia en los síntomas antes mencionados.
Información: Nota de Prensa.