«Muchas veces llegan a nuestros consultorios parejas que hace años que buscan un embarazo y a partir de una adecuada contención se produce la concepción durante los estudios o hacen un viaje antes de hacer un tratamiento y la mujer queda embarazada», afirmó a Télam la ginecóloga y especialista en fertilidad Ester Polak de Fried, docente de la Universidad de Buenos Aires.
Y continuó: «Es decir, que para quienes trabajamos en esto la vinculación entre los factores emocionales y la fertilidad es algo que conocemos, sin embargo, éste es el primer estudio que lo demuestra con indicadores biomédicos, es decir, que lo hace en forma científica».
La investigación, dirigida por Courtney Lynch (Directora de Epidemiología Reproductiva de la Universidad de Ohio, Estados Unidos) y publicada en la revista científica Human Reproduction, incluyó el seguimiento durante 12 meses de 501 parejas que buscaban concebir.
Una vez finalizado el estudio, se agrupó a las mujeres que no habían quedado embarazadas en función de distintas variables como edad, etnia, consumo de alcohol, cafeína y tabaco, entre otras, como para evaluar potenciales relaciones entre cada variable y el resultado negativo de embarazo.
Entre otros análisis, se estudió también la presencia de cortisol y de alfa amilasa en la saliva de las mujeres, dos importantes biomarcadores que se incrementan ante situaciones de estrés. La investigación arrojó que aquellas que tenían niveles más elevados de alfa amilasa, eran un 29 por ciento menos fértil, lo que reducía en un 50 por ciento sus chances de concebir.
«Este estudio no sólo es novedoso por lo que demuestra, sino que además es valioso porque apunta a las causas de la infertilidad y cambia la tendencia mundial de la medicina reproductiva que hoy está más centrada en los tratamientos que en encontrar los orígenes del problema», aseguró Polak de Fried, quien además es Directora del Departamento de Medicina Reproductiva del Centro Especializado en Reproducción (CER).
La especialista aseguró que «ya conocíamos de la importancia que tiene una región del cerebro, el hipotálamo, en la función reproductiva, ya que ante situaciones de mucho estrés, como pueden ser duelos y ejercicios físicos excesivos (en atletas o bailarines) pueden provocar atrasos menstruales, falta de ovulación o falta de menstruaciones».
Por su parte, el médico ginecólogo Fernando Neuspiller, director del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) Buenos Aires, sostuvo: «Hay algo del orden de la psiconeuroendocrinología que funciona en muchos casos, entonces, por ejemplo, uno está esperando a una mujer para comenzar un tratamiento cuando le viene la menstruación, se le retrasa y le saca una ecografía para ver cómo están sus ovarios y encuentra que está embarazada».
La infertilidad es un problema de tendencia mundial cuyas causas se consideran que son en un 40 por ciento de origen femenino, otro 40 masculino y un 20 de la combinación de ambos.
«Dentro de las causas femeninas, se deben descartar las alteraciones hormonales, obstrucciones de las trompas, problemas anatómicos en general, infecciones, enfermedades sistémicas que son los factores biológicos más frecuentes», indicó Polak de Fried. Y añadió que «con respecto a las causas masculinas, es importante destacar que la evaluación a través de un espermograma es fundamental, pues se requiere de no sólo la presencia de espermatozoides, sino también de una cantidad, forma de los mismos y motilidad adecuados».
Por su parte, Neuspiller sostuvo que «el incremento de los problemas de infertilidad está vinculado con la edad en la que las parejas comienzan a buscar un hijo». «En el Instituto, por ejemplo, en 1999 la edad de la primera consulta era de 33 años, hoy es 38,5 y esto tiene un impacto, porque no es lo mismo el sistema reproductivo de una mujer de 30 que una de 40», indicó. Y continuó: «Hoy vivimos muchísimos más años, nuestro organismo se ha adaptado a muchas cosas, lo que estudiamos en epigenética, pero no pasó lo mismo con el sistema reproductivo que funciona como hace 500 o mil años».
«Si las mujeres encuentran una adecuada contención en el ámbito de la consulta profesional, logran depositar su confianza y, por ende, disminuir el estrés que produce no lograr el embarazo; los tratamientos de alta complejidad deben indicarse sólo cuando se agotaron otras instancias, o cuando la pareja ya es muy grande», concluyó.