Un estudio del Instituto Beckman de la Universidad de Illinois en Estados Unidos, dado a conocer el lunes, halló que las personas físicamente en forma tienden a tener mayor volumen cerebral y una materia blanca más intacta que las personas que no se ejercitan.
De acuerdo con el estudio, en el que se analizaron 100 personas de entre 60 y 80 años, los adultos mayores que practican actividades físicas moderadas a vigorosas con regularidad registran mayor actividad cerebral incluso cuando están en reposo que quienes no practican ejercicios .
Una mayor actividad en el cerebro está asociada con un mejor rendimiento cognitivo.
En el artículo: » Why choosing the right workout could fine-tune your brain » («Por qué escoger el ejercicio ideal podría tonificar tu cerebro») de la revista especializada New Scientist, se enumera una serie de estudios científicos que confirman que los ejercicios físicos tienen un efecto en el cerebro.
Hace 15 años, señala la publicación, un estudio con ratones demostró que el ejercicio hace que las neuronas del hipocampo segreguen una proteína llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés: brain-derived neurotrophic factor ), la cual promueve el crecimiento de las neuronas.
«Los ratones demostraron mejoras en la memoria cuando se les puso a recorrer laberintos», indica New Scientist.
Esos resultados fueron llevados a la experiencia con seres humanos y más estudios se han emprendido para determinar cuáles son los mejores ejercicios para tonificar el cerebro:
Levantar pesas y caminar con vigor La doctora Teresa Liu-Ambrose de la Universidad British Columbia de Vancouver, Canadá, investigó formas para detener la demencia en pacientes con deterioro cognitivo leve (MCI, por sus siglas en inglés).
«Liu-Ambrose comparó los efectos de los ejercicios aérobicos y el entrenamiento de resistencia en 86 mujeres con MCI. Midió su impacto en dos habilidades que se deterioran a medida de que la condición progresa: la memoria y la función ejecutiva, las cuales abarcan procesos de pensamiento complejos: razonamiento, planificación, resolución de problemas y multitasking», indica la revista.
La investigadora dividió a las mujeres en tres grupos: en uno de ellos, las participantes debían levantar pesas dos veces a la semana por una hora; en el otro, las integrantes hicieron caminatas a un ritmo tan rápido que el hecho de hablar representaba un esfuerzo. Esa actividad también la hicieron dos veces a la semana por 60 minutos.
Y el tercer grupo sólo se dedicó a estirarse por una hora.
«Después de seis meses, ambos grupos, las que caminaron y las que levantaron pesas tuvieron un efecto positivo en la memoria espacial: la habilidad para recordar lo que nos rodea y para ubicarnos en un lugar», dice New Scientist.
Además de eso, las mujeres que levantaron pesas vieron mejoras significativas en su función ejecutiva y se desempeñaron mejor en las pruebas de memoria asociativa , la cual se usa para relacionar el nombre de una persona con su rostro.
Por su parte, las participantes que caminaron vigorosamente experimentaron mejorías en su habilidad verbal, que es la habilidad para recordar la palabra que tienes en la punta de la lengua.
La sola acción de estirarse no tuvo mayor efecto en la memoria o en la función ejecutiva.
¿Por qué? De acuerdo con New Scientist, la combinación de levantar pesas y el ejercicio aérobico podría ser particularmente poderoso porque los entrenamientos de fuerza hace que se libere una molécula llamada factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1, por sus siglas en inglés: insulin-like growth factor-1 ).
«Se trata de una hormona producida en el hígado que es conocida por afectar la comunicación entre las células cerebrales y por promover el crecimiento de nuevas neuronas y vasos sanguíneos».
La investigadora también aseguró que el ejercicio físico también estimuló la segregación de la proteína BDNF.
Willem Bossers de la Universidad de Groningen en Holanda llevó a cabo un estudio similar y concluyó que los ejercicios de resistencia también disminuyen los niveles de homocisteína, una molécula inflamatoria que aumenta en los cerebros de los adultos mayores con demencia, explica la revista.
Surfear, bailar y jugar como niños Los investigadores Tracy y Ross Alloway de la Universidad del Norte de Florida en Estados Unidos hallaron que dedicar solo dos horas a una actividad física que disfrutábamos cuando éramos niños como trepar árboles o correr descalzos tenía efectos contundentes en la memoria de trabajo , la cual guarda la información y nos permite manipularla.
«(Esta memoria) prioriza y procesa información que nos permite ignorar lo que es irrelevante y trabaja en lo que es importante», indicó Tracy Alloway, según New Scientist.
Los investigadores encontraron que cuando se combinan dos actividades los resultados son más positivos para el cerebro.
El secreto es desafiar el sentido de la «propiocepción», que es la conciencia que tenemos de dónde están situadas las partes de nuestro cuerpo.
«La propiocepción es posible gracias a unos receptores en nuestros músculos conocidos como husos neuromusculares, que comunican al cerebro la longitud y la capacidad de estiramiento de los músculos», explicó el periodista Christian Jarrett, de BBC Future.
Es así cómo los ejercicios en los que necesitamos pensar y balancearnos son muy efectivos para el cerebro.
De acuerdo con Alloway, un buen ejemplo es el surfing.
«Para agarrar una ola, tienes que ponerle mucha atención a la información propioceptiva o te caerás de la tabla; también debes decidir cuál es la mejor posición en la estarás para montarte en la ola así como también para determinar si otro surfista tiene la prioridad para agarrarla», señaló Alloway de acuerdo con la publicación especializada.
Peter Lovatt, un psicólogo dedicado a estudiar los beneficios de la danza de la Universidad de Hertfordshire, en el Reino Unido, sugiere poner música y dejarse llevar por ella.
El investigador halló que tras una sesión de baile improvisado, los participantes dieron respuestas más creativas a los problemas dados que cuando la sesión era estructurada o no había nada de baile.
«Menearse espontáneamente, sni ningún plan preestablecido, es realmente bueno para el pensamiento divergente», Lovatt indicó, según la revista New Scientist.
Esgrima Un estudio, publicado en 2012 por la Universidad de los estudios de Roma «Foro Itálico», comprobó que los deportes que requieren tomar decisiones en fracciones de segundos mejora la función cognitiva tanto en la gente joven como la de mayor edad, lo que permite reducir los problemas asociados con el envejecimiento.
La investigación partió de la base que aquellas actividades en la que los participantes deben moverse constantemente y adaptarse rápidamente a los cambios que van ocurriendo, como la esgrima, pueden contrarrestar los efectos relacionados con el paso de los años, como problemas de aprendizaje, de la memoria y tiempos de reacción.
«Allí se menciona lo efectivo que es este tipo de disciplina en la ejecución de funciones y los tiempos de reacción en sujetos de edad mediana (55-65 años) comparado con otro tipo de ejercicio y con personas sedentarias», comentó el doctor Kalazich.
Para diferenciar los deportes, los investigadores establecieron dos categorías: abiertos y cerrados.
«Los deportes considerados de habilidades abiertos -donde la toma de decisiones rápidas, reacciones instantáneas, de precisión en velocidad son la premisa-, serían, por ejemplo, fútbol, basquetbol, voleibol, esgrima, tenis de mesa, hockey, etc», concluye la investigación.