El mango es la fruta más importante del trópico después del plátano. Esta crece en un árbol de unos 15 metros de altura, de tronco recto, corteza áspera y copa grande. Su peso puede oscilar entre los 150 gramos hasta los dos kilos. Tiene la piel fina y se caracteriza por su intenso color amarillo, verde o naranja. Su pulpa es jugosa, fibrosa, dulce y perfumada. Su cultivo se realiza desde tiempos prehistóricos. Se cree que es originario del noroeste de la India y el norte de Burma, en las laderas del Himalaya.
El mango aporta una cantidad importante de hidratos de carbono, por lo que su valor calórico es elevado. Es rico en magnesio y en vitaminas A y C, que intervienen en la formación de colágeno, glóbulos rojos y el buen estado de la piel, cabello, las mucosas, y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Ambas vitaminas cumplen además una función antioxidante.
A la hora de escoger un mango, se deben buscar los que estén firmes, que desprendan aroma y con un color uniforme, ya que si tienen manchas negras o están muy verdes no se podrán comer en su punto, aunque los verdes se pueden refrigerar.
La mejor forma de degustar esta fruta exótica es al natural. También se emplea en ensaladas, jugos, mermeladas y postres. En gastronomía, el mango se usa verde para dar un toque exquisito a platos preparados con jamón, pescado o ave. También combina de un modo excelente como guarnición fría para platos de carne picante o curry.
EME DE MUJER
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