La sexualidad siempre representó un enigma para la ciencia, sobre todo porque las autoridades conservadoras imperantes en el último milenio le dieron a la intimidad un aura espiritual lejana y casi ajena al cuerpo, de tal manera que censuraron cualquier abordaje médico de los problemas sexuales.
Los avances de la ciencia descubrieron que por el contrario la respuesta sexual es un mecanismo complejo que requiere la integridad del funcionamiento del organismo. Es decir, además del sentimiento, del amor, de la ternura, para funcionar bien en la cama se requiere el buen funcionamiento de los diversos órganos del cuerpo.
Por esta razón diversas enfermedades que no afectan directamente a los órganos genitales pero sí a otros que en principio no tienen que ver con el sexo pueden producir serias alteraciones sexuales.
Tal es el caso de la hipertensión arterial, que es un padecimiento en el cual por razones desconocidas se eleva la presión arterial, provocando que el corazón tenga que esforzarse más para hacer circular la sangre por el organismo.
La hipertensión arterial, llamada popularmente «presión alta», tiene la particularidad de que pasa largos periodos sin dar síntomas. Aun cuando puede provocar dolor de cabeza, problemas visuales, confusión, sangrado nasal, náuseas o vómitos, estos síntomas rara vez suceden o solo suceden después de que el paciente ha pasado largos periodos con la presión alta y sin recibir tratamiento.
Cuando la presión alta no ha sido tratada o cuando el tratamiento no es totalmente efectivo es muy frecuente que se presenten problemas en el área sexual. Entre las manifestaciones sexuales más frecuentes figuran dificultad para conseguir o mantener la erección, disminución en la firmeza de las erecciones, la necesidad de una mayor estimulación para conseguir erecciones firmes o la dificultad para mantener relaciones periódicas.
La gran ventaja que tenemos es que la «presión alta» es una enfermedad muy fácil de diagnosticar. Con solo tomarse la presión dos o tres veces en una semana nos podemos dar cuenta si se presentan cifras que ameritan una consulta médica.
En nuestro país además desde farmacias hasta supermercados brindan el servicio de toma de presión, de manera que el chequeo está al alcance de toda la población.
En países como el nuestro 1 de cada 3 pacientes hipertensos sufre la enfermedad sin saberlo, sin recibir tratamiento y exponiéndose a complicaciones como el infarto y el derrame cerebral. Además muchos lidian con problemas sexuales, desconociendo que es producto de una presión no controlada.
Aunque en la actualidad no disponemos de tratamientos que eliminen la hipertensión arterial, sí contamos con medicamentos que nos permiten controlarla de manera adecuada, evitando esas consecuencias tan nocivas.
Además existen diversos medicamentos que nos permiten recuperar el buen rendimiento sexual. Por eso en todo paciente hipertenso siempre debemos evaluar la esfera sexual y en todo paciente con problemas de erección siempre valoramos la presión arterial. Recordemos que la presión alta figura entre las primeras causas de impotencia, sobre todo en mayores de 30 años.