Durante décadas el ser humano ha ejercitado sus músculos para conseguir un cuerpo equilibrado. No en vano desde la antigüedad se utiliza la frase «Mens sana in corpore sano» para referirse a ese vínculo indisoluble entre lo espiritual y lo físico. Cada vez más conscientes de la necesidad de trabajar también el cerebro como organo corporal, cobra fuerza un nuevo fenómeno: la proliferación de gimnasios donde los usuarios trabajan su mente en lugar de su cuerpo.
Una de las experiencias más recientes en este ámbito es el «Brain Training Gym», un proyecto liderado por la neuropsicóloga Patricia Fernández Gil y Manuel Tallada en Madrid, donde se implementa una metodología importada del estado de Colorado (Estados Unidos). «Se trata de un entrenamiento personalizado en el que se estudian las fortalezas cognitivas de la persona a través de una evaluación», explica Fernández, y puntualiza: «Es muy similar al formato de un gimnasio».
Las tablas de ejercicios, diseñadas por niveles de dificultad, se centran en mejorar las tareas cognitivas del cerebro. A su vez, un entrenador personal sigue la evolución del alumno a través de las sesiones que conforman cada programa -el más corto es de sesenta horas-. «Es estricto y bastante sistemático y contundente», describe la directora del proyecto, que en la actualidad cuenta con unas seis personas matriculadas, aunque asegura que para septiembre ya se formalizaron unas veinte inscripciones. La novedad para el curso que viene es que en el centro, además de las capacidades cognitivas, también se entrenarán la inteligencia emocional y la relajación.
El perfil del alumno «El gimnasio es para gente sana», aclara el fundador de Brain Training Gym, Manuel Tallada, para personas «que quieran prevenir posibles dificultades, como demencia o Alzheimer». En la página web se ofrecen entrenamientos para las siguientes categorías: seniors (con focalización en el área laboral), cerebros maduros (que sufren pérdida de memoria o déficit cognitivo), jóvenes y escolares y adolescentes. De hecho, muchos de los inscriptos son niños que sufren Trastorno de Atención y/o Hiperactividad (TDA y TDAH) y que son matriculados por sus padres con el objetivo de mejorar su rendimiento escolar. El otro perfil de usuario del centro es el de enfermos de cáncer que han tenido que someterse a tratamientos de quimioterapia. «Lo llamamos el efecto chemobrain», dice Fernández refiriéndose a las consecuencias del tratamiento.
Además de este proyecto, existen otras terapias cognitivas ofrecidas por otros centros, fundaciones y hospitales dirigidas a personas con patologías neurodegenerativas. «La tecnología avanza y cada vez podemos ofrecer programas más sofisticados y complejos», comenta el presidente de la Sociedad Catalana de Neurología, Jerzy Krupinski. Y aunque advierte de que la mayoría de estos programas no han sido evaluados por «ensayos clínicos» para corroborar su eficacia, dice que la mayoría de neurólogos piensan que «podrían ser beneficiosos». En este sentido arguye: «Cualquier estimulación cognitiva, sobre todo si es individualizada, seguramente es buena».
Más allá de un juego lúdico Ana Escanilla, neuropsicóloga del Instituta Neurobiológico de Barcelona, considera que es importante diferenciar entre programas dirigidos a la rehabilitación o estimulación para mantener las capacidades mentales debido a una patología aguda o neurodegenerativa -que tienen que estar validados científicamente- y los que pretenden potenciar capacidades mentales en personas sanas. En este último caso, recuerda que en el pasado han surgido iniciativas similares, como los juegos Brain Training -de entrenamiento del cerebro-. Hace la siguiente reflexión al respecto: «Los juegos lúdicos no mejoran la inteligencia ni la capacidad cognitiva, pero activan más zonas cerebrales que si estás en el sofá sin hacer nada».
Una de las últimas novedades en programas terapéuticos es la rehabilitación y estimulación cognitiva a distancia. Detrás de una de las experiencias más reconocidas en este campo está el Instituto Guttmann. Tras una exploración neuropsicológica, se pautan una serie de ejercicios personalizados que el paciente puede realizar on line. Según explica Rocío Sánchez-Carrión, neuropsicóloga del Instiutot Guttman, el paciente «tiene la motivación de que hay un profesional detrás que lo supervisa». El programa se adapta a los niveles de dificultad en función de la evolución del usuario. El principal aporte es la mejoría de las habilidades mentales tras el alta hospitalaria del paciente.
¿Es evitable el Alzheimer? «Es mejor que estas terapias las recete un médico, un psicólogo o un neuropsicólogo», aconseja el presidente de la Sociedad Catalana de Neurología, Jerzy Krupinski. También hace hincapié en que cualquier programa para mejorar las capacidades cognitivas tiene que estar avalado por un profesional, una clínica o una universidad. Cuando le preguntan si las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la demencia se pueden prevenir, sostiene que «no está demostrado que sean evitables». Uno de los motivos que esgrime es que la mayoría de estas patologías neurodegenerativas llevan años desarrollándose en el cerebro del afectado. «En el caso del Alzheimer se cree que empieza veinte años antes de que aparezcan los primeros síntomas», explica.
Según la Alzheimer’s Disease International existen alrededor de 35 millones de personas que padecen esta enfermedad (1 de cada 10 personas mayores de 65 años la sufren a algún grado). Los especialistas advierten sobre la necesidad de prevenirlo en sus etapas mas tempranas. El doctor Gustavo Sevlever, Director de Investigación y Docencia de la Fundación FLENI, explica al respecto: «El primer signo al que debemos prestar atención para detectar el Alzheimer es la pérdida de memoria: por ejemplo, olvidarse el camino de casa al mercado o estar imposibilitado para recordar nombres y lugares. También el paciente suele sufrir cambios en el humor, esto se debe particularmente a que las partes del cerebro que controlan la emoción son afectadas por la enfermedad. Las personas con Alzheimer pueden estar indiferentes, sentirse tristes, temerosas o molestas por lo que les está sucediendo. Otras características son la distractibilidad, los trastornos del juicio, del pensamiento abstracto y la resolución de problemas, dificultades en la comunicación: declinación de la capacidad para hablar, leer y escribir. En los estadios tardíos de la enfermedad, la persona afectada tendrá problemas para llevar a cabo las actividades de la vida diaria y será dependiente de otras personas».
Las terapias para conservar y ejercitar capacidades cognitivas, como la memoria, proliferan a la par que la ciencia intenta desentrañar las grandes lagunas del cerebro. Y mientras los avances científicos van explorando paso a paso el laberinto mental, el ser humano prueba nuevos métodos para conseguir una mente más eficiente de la mano de las nuevas tecnologías.