Hay quién dice que hace calor de verdad cuando montas una barbacoa en el Sáhara. O incluso, cuando te apareas debajo de un plástico negro al sol en pleno verano (especialmente, si lo hicieras en un desierto). Pues bien, cualquiera de estas dos situaciones podrían compararse a la que estamos viviendo los españoles cuando salimos a la calle en los últimos días.
Y es que la reciente ola de calor que nos azota (la cual, por cierto, ha dado pie a una divertidísima colección de ‘memes’) ha convertido a casi todas las ciudades en una especie de infierno terrenal. Precisamente por eso, hemos querido elaborar una guía de supervivencia contra este letal calor, para que lo combatas con la mayor efectividad posible. ¡No te derritas!
1. Evita exponerte a las altas temperaturas
Para prevenir un efecto lo mejor suele ser evitar lo que lo produce. En el caso del calor, tal y como apunta la doctora Blanca Usoz de Doctoralia, “las temperaturas suelen ser más altas en las horas centrales del día, por lo que hay que intentar permanecer en lugares frescos y a la sombra”. Resulta evidente, pero a veces ni siquiera lo contemplamos…
2. ¡Hidrátate!
Más básico todavía. Bebe agua de una forma regular, no hace falta que esperes a tener sed. No se trata de que acabes con las reservas de agua mineral del planeta, pero sí de que ingieras líquido al menos un par de veces cada hora. De hecho, según la especialista en medicina general, “una orientación sería beber el equivalente a una taza cada 20 minutos”.
3. Abusa lo menos posible de la cafeína y el azúcar
Estos componentes “alteran la función de los mecanismos reguladores de la temperatura corporal”, dice Usoz. A todo esto, también hay que tener en cuenta que el alcohol tiene un efecto diurético que aumentará la pérdida de líquidos, que ya de por sí es elevada por la sudoración necesaria para mantener la temperatura corporal en el nivel adecuado.
4 Haz comidas ligeras
Puede que disfrutes de una comida copiosa, pero luego te sentirás más pesado que un collar de melones. Así pues, trata de comer poco pero sin pasar hambre. Ingiere alimentos ricos en agua y en sales minerales para reponer las pérdidas producidas por la necesaria sudoración. Ensaladas, verduras o frutas son las más aconsejables y quizás también las que más apetecibles nos puedan resultar debido al clima.
5. Reduce la intensidad de la actividad física
Nos referimos tanto a lo que concierne al ámbito laboral como incluso al deportivo. Bien es cierto que en tus entrenamientos debes exprimir tu mejor versión, pero en estas situaciones debes actuar con cautela. Como asegura la experta, “si resultase inevitable, como en el caso de tener que realizar alguna competición deportiva, lo ideal sería aclimatarse aumentando progresivamente el tiempo de exposición a las altas temperaturas cada día durante un período de siete a catorce días”.
6. Vístete con la ropa adecuada
Como asegura la doctora, “lo recomendable es utilizar prendas holgadas y de colores claros, fabricadas en tejidos transpirables como lino y algodón”. Estas prendas no ayudarán a que dejes de sudar, pero sí que dejes de hacerlo como si hubieses comido toneladas de picante. También puedes humedecer algunas piezas o complementos para intentar disipar el exceso de calor, como por ejemplo pañuelos o toallas pequeñas.
7. Con tu salud, ¡no te la juegues!
En la medida de lo posible, intenta identificar los primeros síntomas de posible estrés térmico. ¿Cómo reconocerlos? Según la doctora Usoz, “cuando notemos alteraciones como calambres, mareo, náuseas y fatiga”, entre otros síntomas similares. “Debemos detener cualquier actividad, colocarnos en sombra, reponer líquidos y sales minerales y bajar la temperatura corporal humedeciendo la piel con agua fresca”, asegura la especialista. Y en el caso de que estos indicios no cedan, acércate al médico sin dudarlo.
8. Presta especial atención a condiciones de riesgo
Como ya sabrás, los efectos del calor pueden ser peores en mayores de 65 años, menores de 5 y en personas con enfermedades cardíacas, hipertensión arterial o sobrepeso, así como también en las que estén siguiendo un tratamiento. Como manifiesta la especialista en medicina general, “los mecanismos fisiológicos de regulación de temperatura corporal pueden no tener un funcionamiento óptimo en esos casos”, así que hay que dedicar una atención particular a aquellas personas que lo requieran, así como también a aquellas que no puedan poner en práctica cualquiera de las anteriores recomendaciones por sí mismas.