Por mucho que a una persona le guste lo que hace, es indudable que nadie deja de esperar con ansias las vacaciones. Y más las que se pueden tomar a mitad de año. Si bien la ciencia coincide desde muchos aspectos que parar y tomarse un descanso es necesario, también advierte en la importancia de poner especial atención en ciertos detalles para que esa pausa no se convierta en mayor estrés, desgaste y hasta en problemas físicos. No importa si el plan es quedarse en la casa, ir a la playa o viajar a un destino soñado, las vacaciones no siempre son sinónimo de descanso. El desorden de todos los hábitos puede ser un efectivo quiebre de la rutina, pero sin olvidar los límites. No se trata necesariamente de restricciones, pero sí de cuidados. Una de las principales cosas que se trastocan durante las vacaciones es el sueño. Algo que no necesariamente es malo. «La mayoría de los adultos están más bien sometidos a privación del sueño en la vida diaria», dice Julia Santín, neuróloga y directora del Centro Médico del Sueño de la Red de Salud UC Christus, de Chile. «Pero cuando se está en vacaciones existe la posibilidad de dormir lo que cada uno necesita para descansar», digo. Javiera Castro, investigadora del Laboratorio del Sueño y Cronobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, coincide. Ya sea en adultos o niños, las horas de sueño están determinadas por un horario impuesto por el trabajo o por el colegio, por lo que flexibilizar los horarios puede permitir un buen descanso. Sin embargo, si al relax del sueño se suma el cambio de huso horario, la cosa es distinta. El problema es que cuando hay cambio de horario y el viaje es corto, el cuerpo no alcanza a acostumbrarse al desfase cuando ya tiene que volver y comenzar a ajustarse de nuevo. «Es muy importante que se siga el horario del destino», dice Santín. «Aunque no se haya dormido en el avión y se llega en la mañana al lugar, hay que mantenerse despierto todo el día. Y de la misma forma hay que adaptar los horarios de las comidas. El reloj biológico controla el horario de todo el cuerpo, como los ritmos hormonales y el metabolismo, y no solo el sueño», sostiene Castro. Cuando se cambia el horario, todos los sistemas perciben esa modificación. Si se siente sueño a horas a las que no se debería, parte de eso se va a reflejar en los niveles hormonales o la temperatura del cuerpo», explica. En cuanto al ejercicio, hay estudios que concluyen que ayudaría un poco a sincronizar los ritmos, aunque, como lo ilustra Castro, «si se pasa de la rutina de hacer ejercicio todos los días a hacer nada, eso va a afectar negativamente al cuerpo». Un trabajo encabezado por científicos de la Escuela de Medicina de Harvard, de Estados Unidos, y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, estudió qué le pasaba a ratones de laboratorio jóvenes y viejos si se les cambiaban sus hábitos de ejercicio. Cuando dejaron de moverse, sus rutinas se volvieron confusas. Por ello se cree que el ejercicio o su falta afectaría al reloj biológico. Otra cosa que ayudaría a mantener el reloj interno funcionando correctamente es la alimentación. Lo bueno de las vacaciones es justamente que se aflojan las restricciones o se prueban cosas nuevas, pero no hay que caer en excesos. «Comer a horas inadecuadas podría tener efectos en el funcionamiento del cuerpo», advierte Castro. Pero la hora no sería lo único que cuidar, las calorías también. Incluso, un estudio publicado en el Journal Obesity y liderado por científicos de Virginia Tech, EE. UU., descubrió que solo cinco días de una dieta alta en grasas modifica la manera en que los músculos metabolizan los nutrientes. Y esto podría llevar a problemas a largo plazo, como subir de peso y obesidad entre otros. El cuerpo no es el único que puede beneficiarse o perjudicarse con las vacaciones, los efectos en la mente también pueden variar. Lo ideal, anota Daniela Carrasco, experta en psicosomática de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, de Chile, es revisar qué es para uno el descanso. «Muchas veces las vacaciones pueden generar más cansancio, porque finalmente lo que se eligió hacer no es lo que se necesita», afirma. El problema es que actualmente la gente está tan enfocada en el trabajo que no está conectada consigo misma y sus necesidades. Cada persona es una continuidad, y el ‘ponerse zapatos cómodos’ no implica necesariamente el descanso instantáneo. «Hay quienes durante las vacaciones se deprimen, porque los problemas no resueltos durante el año están camuflados bajo el estrés y cuando se puede descansar, afloran», comenta la psicóloga. En estos casos, dedicarse a solucionar el inconveniente o fijar un plan para hacerlo sería una buena alternativa durante el periodo de descanso. El concepto de vacaciones, por otra parte, no solo tiene que ser reconocido internamente, sino también de forma exterior. «El juntar hasta el último peso para ir a un crucero o hacer cosas extraordinarias también se puede convertir en fuente de estrés. No hay descanso en viajar, por ejemplo, si solo se hace para poder contárselo al resto», agrega la especialista. Por el contrario, las personas que compran experiencias de vida como unas vacaciones según sus propios deseos, intereses y valores, reportan sentirse más plenos y con mayor sensación de bienestar, asegura un trabajo realizado por investigadores de la Universidad Estatal de San Francisco, EE. UU., y publicado en el Journal of Happiness Studies. Además, se sienten más autónomos, competentes, conectados con otros, menos solos y con gran vitalidad. El cuerpo es bastante plástico, recuerda Javiera Castro, por lo que si se hacen alteraciones como las que pueden implicar las vacaciones una o dos veces al año, no debería haber problemas. Pero aun así, es conveniente tener presente algunas cosas: si se viaja, ojalá volver de tal manera de tener un día en la casa antes de volver a las actividades normales. Además, si se llega con el horario cambiado, lo mejor es aguantarse el sueño hasta la noche y no tomar cafeína para mantenerse despierto, ya que eso puede impedir el buen dormir. Trastorno de sueño en los más jóvenes Los que pueden ver más trastocado el sueño durante las vacaciones, dice Julia Santín, directora del Centro Médico del Sueño de la Red de Salud UC Christus, de Chile, son los adolescentes y jóvenes. «Como se duermen más tarde también se despiertan más tarde; se les corre el horario», explica. Si bien esto no tiene mayores consecuencias en tiempos de descanso, cuando el cambio es muy extremo se pueden presentar problemas al volver al colegio o a la universidad. «Les cuesta levantarse, se sienten cansados, tienden a estar irritables y a tener problemas de atención y concentración». La adaptación a la rutina no debería durar más de una semana, si no es así, se debe consultar.