La Nacion /
Para los que no disfrutan del gimnasio, cualquier opción es más tentadora. «No soporto el gimnasio», «llego y me quiero ir», «me aburro en el gym», «me molesta todo». Pocas creencias hoy gozan de un consenso más amplio que la de que hay que mover el cuerpo de alguna manera. Es casi la moral de nuestra época: sentimos culpa cuando no lo hacemos y una satisfacción personal enorme cuando encontramos una actividad que logramos mantener. Razones no faltan: no es necesario comulgar con un ideal de delgadez inalcanzable para entender que hacer ejercicio regularmente tiene beneficios incalculables para la salud física y mental. Y sin embargo, para muchos, el gimnasio sigue siendo una especie de pesadilla. Si pensás que sos el único, y que estás condenado a una vida sedentaria, seguí leyendo.
El gimnasio, sin dudas, tiene una serie de ventajas considerables para los que quieren hacerle lugar en sus vidas a una rutina de ejercicios: «me gusta el gimnasio. Me obliga a hacer ejercicio físico el hecho de pagar una cuota, de tener un lugar. Si no me tiro a chanta, aunque me guste el ejercicio», dice Amelia, periodista, 33, «cuando no voy al gimnasio digo siempre que tengo q empezar a correr. Después pongo Netflix y me clavo un plato de pastas». Agustín, sociólogo de 32, también es adepto: «me gusta mucho el gimnasio, me cuesta ir durante más de 8 o 9 meses seguidos, pero cada tanto hago un período de gym más o menos sistemático», dice, «y el mundo gimnasio me parece fascinante, sobre todo porque es lo contrario de lo que se espera: a diferencia de lo que cree el que no va, la gente en el gym no está pendiente de si levantás más o menos, sino que cada uno está en una carrera contra sí mismo y no le da bola a nada más. A mí me parece que eso crea un clima de bastante buena onda». Florencia, psicóloga de 35, destaca la conveniencia del gimnasio: «hice actividad toda mi vida, hoy por hoy elijo el gym porque me permite organizar mis tiempos como yo quiero ya que está casi siempre abierto con gran cantidad de oferta».
Lejos de pagar una cuota
«Llego y me quiero ir», «me molesta todo», «me aburro en todas las clases»: algunas de las frases de los alérgicos al gym. Foto: Shutterstock Sin embargo, si sos de los que no se hallan en el gimnasio, no necesariamente estás en la minoría. «Mi problema con las clases es que me repele la música, especialmente el volumen que ponen. Si pedís que la bajen te miran como si fueras una amargada. Probé ir con tapones para los oídos, pero no es muy práctico. No voy a entender nunca la cultura de la sordera.» dice Eleonora, profesora universitaria de 38. La música es una de las quejas más comunes, junto con la poca variedad de actividades: «No, no hago en un gimnasio porque no me gusta lo que generalmente hay en esos lugares. Hago entrenamiento corporal en un espacio en Caballito, hacemos ejercicios de pilates, yoga y bioenergética. Me gusta que mi profe ponga música rap, Bowie, Cerati y Seu Jorge», destaca Daniel, 32, librero. La otra objeción recurrente es el encierro: «Aire libre. Afuera. Siempre», dice Lorena, politóloga de 40, que hace varios años elige correr. «Paso gran parte del tiempo encerrada trabajando, No voy a encerrarme para hacer ejercicio», dice Lucía, 29, que trabaja en comunicación y se junta a jugar a fútbol con un grupo de amigas.
Todos los alérgicos al gym que relevamos hacen actividad física regularmente. Con sus testimonios y los de profesores y entrenadores te pasamos algunas sugerencias, de las más clásicas a las novedades más estrambóticas, para moverte sin pisar el gimnasio.
Running
Salir a correr es una de las opciones más populares entre aquellos que prefieren las actividades al aire libre y necesitan flexibilidad horaria. Aunque se puede hacer en soledad, la mayoría de los entrenadores recomiendan, especialmente al principio, el acompañamiento de un instructor que pueda ayudar al corredor con la forma correcta del cuerpo para evitar lesiones y malos movimientos. «Las actividades al aire libre son una gran oportunidad ya que muchas veces quedan cómodas desde casa o el trabajo, minimizando tiempos de traslado y a la vez aprovechando mejor los beneficios de la luz solar y el encuentro con uno mismo. Se activa el cuerpo y se aquieta la cabeza», dice Jorge Ariel Castillo, atleta desde hace 22 años, profesor de educación física y licenciado en salud que coordina grupos de corredores amateur y entrena a atletas profesionales. «Muchos de los que se toman en serio la actividad complementan yendo al gimnasio, aunque los corredores de resistencia suelen ser medio apáticos al gimnasio. No les gusta, se aburren o piensan erróneamente que se van a poner pesados para correr», dice Castillo, y aclara que los trabajos de fuerza y flexibilidad son fundamentales para evitar afecciones y para los corredores que aspiren a una larga vida deportiva; sin embargo, dice, «hay muchas actividades fuera del gimnasio donde pueden realizarse esos trabajos». Aunque parece tan simple como ponerse las zapatillas y salir a la calle, es importante recordar también que el chequeo médico previo es imprescindible.
Danzas
Contemporánea, clásica, jazz, tap, salsa, tango y muchas más. Desde hace mucho que la danza es una actividad muy elegida para los y las que se aburren en el gimnasio y prefieren las actividades vinculadas con lo creativo. Mariana Schumacher, bailarina profesional (actualmente trabaja en Bollywood, el espectáculo de José María Muscari) y profesora de danza, opina que la danza es una excelente actividad física si uno está buscando moverse y encuentra el trabajo con aparatos un poco rutinario, pero siempre teniendo en cuenta lo que cada uno está buscando, las ventajas y limitaciones: «ir a danza e ir al gimnasio son cosas muy distintas, yo no diría que una reemplaza la otra. La ventaja que tiene la danza es que trabajás con la cabeza, para memorizar una coreo, seguir la música. Tiene esa cosa de la diversión que la gente viene buscando», dice, pero advierte que «si lo que vos querés es bajar de peso o estar marcada, el proceso en la danza es más lento porque el foco no está puesto solo ahí, a menos que vayas a alguna que esté rediseñada en particular para eso. Hay toda una parte técnica y de entender el paso que no está enfocada en eso; yo ahora doy fundamentalmente tap avanzado y la mayoría de las chicas que vienen no están buscando bajar de peso sino esa cosa técnica, la gimnasia la hacen en otro lado». Sugiere, también, que es una actividad ideal para los más chiquitos: «si tenés hijas de nueve o diez años y querés que se muevan, por supuesto, no las vas a mandar al gimnasio, ahí la danza es una gran opción».
Una publicación compartida de Mariu Szuchmacher (@mariuszumi) el 6 de Sep de 2017 a la(s) 12:28 PDT
Muay Thay y Krav Maga, lo nuevo en autodefensa
Son muchos los que eligen a las artes marciales, el boxeo o diversas técnicas de autodefensa para ejercitarse y divertirse. Históricamente eran actividades más copadas por los varones, pero cada vez más mujeres las eligen y muchas encuentran que, aun si nunca les toca usar sus habilidades en la calle, capacitarse en autodefensa es empoderador además de placentero. Más allá de los clásicos como el karate y el judo, que se practican en nuestro país hace muchos años, hoy se pueden encontrar muchas opciones novedosas; el Muay Thay y el Krav Maga son algunas de las que pisan más fuerte. El Muay Thay, conocido también como boxeo tailandés, se origina en Tailandia en el siglo XVI. Los que lo enseñan y lo practican destacan que es un ejercicio muy completo, que incluye entrenamiento aeróbico y anaeróbico, que trabaja mucho sobre la fuerza de las piernas (un déficit muy usual, especialmente en los varones que suelen concentrarse en los trenes medios y superior), los músculos posturales y abdominales. El Krav Maga, que en hebreo significa «combate de contacto», es una técnica de autodefensa desarrollada desde mediados del siglo XX para el ejército israelí; está más orientada a situaciones reales que otras artes marciales más antiguas (en Krav Maga Argentina se ofrecen, por ejemplo, «seminarios de cuchillo» en los que se entrenan movimientos para defenderse si alguien tratara de apuñalarte), pero incluso si no pensás aplicarlo es un ejercicio muy completo que combina en intervalos cortos trabajo de fuerza y entrenamiento cardiovascular. Los que practican este tipo de entrenamientos destacan, además, que son geniales para descargar el estrés de la semana.
Las artes marciales son siempre una alternativa. Rock Cycle, la evolución del spinning Quienes buscan una actividad aeróbica intensa y tienen contraindicados los entrenamientos de impacto (o se aburren corriendo) pueden encontrar una excelente alternativa en Rock Cycle, la versión local de un tipo de entrenamiento de ciclismo indoors muy popular en Estados Unidos. Estas clases se diferencian de las clásicas clases de spinning del gimnasio por el énfasis en el bienestar y la relajación de la mente; a pesar de estar realizando un entrenamiento fuerte (que en general procede por intervalos, a lo largo de los 45 minutos que suele durar la clase), la música y las palabras de los instructores se orientan a la tranquilidad, en contraste con las clases típicas de spinning que suelen incluir música a todo volumen y un entrenador que grita con un megáfono arriba como si estuviera tratando de dirigir el tránsito. Aunque muchas veces se trabaja con planos inclinados y abdominales arriba de la bici, el fuerte del trabajo es aeróbico, de modo que al igual que el running lo mejor es combinarlo con algún otro tipo de actividad muscular y de flexibilidad.
Entrenamientos corporales integrados, un mix para cada uno
Cada vez más profesores y estudios eligen ofrecer su propio mix de técnicas para un entrenamiento corporal integral. La variedad es amplísima y la elección dependerá de en qué quiera concentrarse cada uno y el tipo de ejercicio que le resulte más atractivo. En muchos casos, estos entrenamientos están orientados a lograr una actividad que no solamente genere «resultados» sino que lo haga de forma saludable, consciente e integrada, evitando movimientos peligrosos y favoreciendo una mejor percepción del cuerpo tanto a la hora del ejercicio como durante la vida cotidiana. Hace ya varios años que las clases de entrenamiento corporal de Ana Frenkel (cofundadora del histórico grupo El Descueve) en el Instituto Mogilevsky son célebres en el barrio de Villa Crespo.
A lo largo de dos horas que incluyen una entrada en calor, un entrenamiento aeróbico, una sección muscular y un final dedicado a bailar, Frenkel mezcla elementos de danza, yoga, improvisación de contact y fundamentalmente de Alexander, una técnica que data de principios del siglo XX y se orienta al buen uso del cuerpo. En sus clases conviven experimentados bailarines de todas las edades con principiantes y amateurs. Para los que prefieren las actividades al aire libre, los entrenadores del método Vitruvian ofrecen sus clases en la plaza del Museo Nacional de Bellas Artes. Sus clases de una hora, divididas en una sección aeróbica, una de fuerza y una de elongación (que dura quince minutos completos, bastante más que en otros tipos de entrenamiento) combinan movimientos funcionales con los llamados «animal flow», una de las últimas tendencias en fitness (todavía se consigue poco en Argentina), que se inspira en los movimientos de los animales para crear ejercicios que mejoran la fuerza, el equilibrio, la flexibilidad y la resistencia, entre otras capacidades. Además de las clases de Vitruvian, que constituyen un entrenamiento integral, ofrecen otros dos servicios más específicos en la misma plaza para quienes quieran complementar: Ser Flexible, una clase dedicada a ejercicios de flexibilidad y el fortalecimiento de las principales cadenas musculares, y Vitrubars, una metodología de entrenamiento para ganar fuerza y tonificar todo el cuerpo con movimientos lentos que maximizan el trabajo contra la gravedad trabajando con barras y progresiones en el suelo.
En esta nota: Bienestar LA NACION Sociedad Ejercicio