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Sustituir diariamente las carnes rojas y procesadas por frutos secos y legumbres o las bebidas azucaradas por frutas y verduras, pueden reducir entre un 8 y un 17 por ciento el riesgo de mortalidad en la persona.
Esta relación entre cambios en la dieta y longevidad se demuestra por primera vez en un estudio longitudinal y de amplia envergadura realizado por Mercedes Sotos-Prieto, ya que abarca una muestra de más de 100.000 personas estudiadas durante más de 30 años y continua con el seguimiento en la actualidad.
Sotos-Prieto, doctora en Epidemiología Nutricional y Salud Pública por la Universitat de Valencia (premio extraordinario) y premio nacional en las carreras de Nutrición Humana y Dietética y Ciencia y Tecnología de Alimentos, ha asegurado a Efe que este estudio supone una «oportunidad única» porque permite «estudiar cambios dinámicos en el tiempo».
El estudio, dirigido por Sotos-Prieto en la Escuela de Salud Publica de Harvard y publicado en la revista New England Journal of Medicine, concluye que pequeños cambios en la dieta están asociados con la reducción de entre un 8 y un 17 por ciento de la mortalidad total, independientemente de otras variables como la actividad física o dejar de fumar.
Para su elaboración, Sotos-Prieto estudió la asociación entre cambios en la calidad de tres patrones de dieta durante doce años (1986-1998) y su asociación con la mortalidad total en los subsecuentes 12 años (1998-2010) en una muestra de cerca de 48.000 mujeres y unos 25.000 hombres.
El estudio ha demostrado que en las personas que tenían una mala alimentación durante los primeros años de investigación y mejoraron su dieta en los años posteriores disminuyeron significativamente su riesgo mortalidad.
«Si aumentamos un 20 por ciento la calidad de la dieta, hemos encontrado que se disminuye el riesgo de mortalidad total entre el 8 y el 17 por ciento dependiendo del índice de dieta estudiado», ha asegurado Sotos-Prieto.
En este sentido, ha explicado que un 20 por ciento de aumento de la calidad de la dieta se puede alcanzar, por ejemplo, sustituyendo el consumo de carne roja procesada por el consumo de frutos secos y legumbres a una ración diaria.
«No hace falta adherirse a una dieta mágica, sino tener un equilibrio nutricional, porque pequeños cambios mantenidos en el tiempo pueden tener un gran impacto a largo plazo, mejorando la longevidad», ha afirmado la investigadora albaceteña, que ha añadido que «nunca es tarde para mejorar la dieta».
De hecho, ha agregado, la gran mayoría de los participantes en el estudio eran de mediana edad, lo que significa que «nunca es tarde para mejorar tu dieta y conseguir un beneficio».
Según ha señalado, en España hay un alto consumo de cereales refinados, «cuyo consumo se ha asociado a mayor riesgo de diabetes o enfermedades cardiovasculares».
«Hay que concienciar a la gente de la importancia de cambiar los cereales refinados por cereales integrales (pan, arroz o pasta integral)», ha apostillado.
La nutricionista también ha abogado por abandonar las «dietas milagro», ya que cualquier dieta que no se pueda mantener en el tiempo «es un fracaso».
Según Sotos-Prieto, las últimas recomendaciones de las guías dietéticas de Estados Unidos reconocen la importancia de distintos patrones de dieta, entre ellos la Mediterránea y la dieta DASH (elaborada en EEUU para disminuir la hipertensión arterial), patrones estudiados en esta investigación.
«Queremos demostrar que aunque hay distintas dietas, no importa el nombre si comparten características saludables como el consumo de frutos secos, legumbres, ácidos grasos saludables (como el aceite de oliva virgen extra o el omega 3 del pescado), cereales integrales, frutas y verduras», ha concluido.