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Esto, luego de realizar un estudio con ratones, en los cuales al grupo experimental se le suprimió temporalmente las neuronas sensoriales responsables del olfato y se le alimentó de la misma forma que al grupo de control.
El primero de los resultados fue que el consumo de alimentos en ambos grupos de ratones fue el mismo, por lo que la falta del sentido del olfato no afectó esta variable. Sin embargo, los ratones sin el sentido del olfato engordaban hasta un 10% menos que los compañeros del grupo de control. La masa magra, que es la masa corporal libre de grasa, no se veía afectada.
Inclusive los ratones obesos a los que se les suprimían las neuronas sensoriales olfativas disminuían su índice de masa corporal y tenían una menor resistencia a la insulina.
La hipótesis de los investigadores es que el oler la comida básicamente genera una reacción en nuestro organismo que le prepara para almacenar las grasas.
Puedes revisar el estudio completo en la revista ‘Cell Metabolism’.