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Hoy se celebra el Día Mundial de la Hipertensión Arterial, con el propósito de que todos tomemos conciencia sobre la importancia de mantener un estilo de vida saludable para evitar esta enfermedad, ya que existe una relación directa entre la presión arterial elevada y la probabilidad de sufrir problemas cardiovasculares que conduzcan a la muerte.
La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre al circular por las arterias impulsada por el corazón. Cuando ésta sobrepasa los valores medios normales, de un modo constante, tanto en el valor máximo como en el mínimo (más allá de 140 y de 90 milímetros de mercurio), clínicamente se habla de hipertensión, síntoma que se observa en numerosas enfermedades, como ocurre en la llamada hipertensión esencial, que suele presentarse junto a ciertas afecciones renales; por ejemplo en la nefritis y en afecciones del corazón.
La hipertensión esencial, que se sufre con frecuencia, carece a menudo de síntomas que sean un llamado de atención, pues permanece silenciosa mientras no se presentan otros síntomas que revelen los problemas que padecen órganos o aparatos.
En ciertas ocasiones, el enfermo experimenta alteraciones vinculadas con crisis hipertensivas, como mareos y cefaleas, entre otras. Si la hipertensión aumenta, también crece el trabajo del corazón, lo que puede provocar descompensaciones en el organismo.
Gran parte de los síntomas se relacionan con alteraciones de las arteriolas o pequeñas arterias que revelan el cuadro anátomo-patológico de la enfermedad. Así ocurre en las trombosis cerebrales y, también, en las nefropatías acompañadas de insuficiencia renal. Cuando la hipertensión se manifiesta en la juventud y pronto se producen complicaciones serias, se habla de hipertensión maligna.
La breve descripción de algunas patologías ligadas a la hipertensión arterial revela la importancia de mantener no sólo un control periódico de la presión, sobre todo en la edad adulta, sino también un cuidado referido a la alimentación, en cuya composición juega un rol de importancia la salinidad. En ese sentido, es menester considerar la influencia adversa que ejercen las comidas elaboradas con un exceso de sodio y los beneficios que acompañan, en cambio, a los alimentos con baja salinidad. En ese sentido, el Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo ha dado a conocer información útil y apropiada al Día Mundial de la Hipertensión. Una cuestión clave es el consumo diario de sal, cuyo promedio en nuestro país es de 11 gramos, dato inquietante porque es más del doble de lo que aconseja la OMS.
Al respecto, es importante recordar que la carne de pollo constituye un alimento bajo en salinidad, ya que una porción de 150 gramos de ese componente contiene sólo un 5% de sodio. Además, la carne de pollo también aporta potasio, nutriente favorable para la presión arterial. Por otra parte, el contenido de grasas de la misma ave, que principalmente está en la piel, es de remoción fácil para evitar su ingesta. En suma, la salud necesaria para una existencia más sana, que reduzca los riesgos de la hipertensión, merece el cuidado del periódico examen médico y de una alimentación apropiada.