El Observador /
El doctor en Psicología del trabajo, Heinz Leymann, fue el primero en definir el acoso laboral como mobbing en 1990, al detectar comportamientos similares a los que ocurrían en la escuela en los lugares de trabajo.
Lo caracterizó como «una situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona en el lugar del trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima y su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente acabe abandonando el trabajo»
A partir de datos obtenidos en base a consultas clínicas con víctimas de acoso laboral, la psicóloga uruguaya especializada en mobbing y bullying , Silvana Giachero, elaboró una lista en su libro publicado hace un mes, Mobbing y bullying, sobre las formas en que más se visibiliza el fenómeno en Uruguay.
Estas son las acciones más frecuentes que pueden alertar que se está ante un caso de mobbing:
Desprestigio personal y profesional en base a rumores, difamación, injuria, intrigas, burlas y discriminación.
Poner a la persona bajo la lupa y buscar cualquier nimiedad para atacarla, sancionarla y bajar sus calificaciones en cuanto a su desempeño laboral.
Bloquear la comunicación no saludando, no respondiendo a los mails o no recibiéndola en caso de pedidos de reuniones.
Quitar tareas o darle actividades absurdas e inútiles.
Aislarla emocional y físicamente, al punto de hacerla sentir como invisible.
Perjudicarla económicamente.
Estigmatizarla tratando a la persona como loco o loca.