El Comercio de Perú /
«Somos los padres quienes decidimos qué comen nuestros hijos», recuerda la doctora Ximena Raimann, nutricionista infantil de la clínica Las Condes, de Santiago de Chile. «Y somos los padres quienes debemos enseñarles a comer de forma saludable», añaden otros expertos.
Y aunque lo anterior parezca una obviedad, el problema es que diversos estudios confirman que a los papás y mamás contemporáneos les cuesta mucho reconocer sus fallas en este terreno. Una investigación realizada por la Universidad de Nueva York, y dirigida por el profesor Dustin Duncan, reveló que cerca del 95% de los padres de niños con sobrepeso vieron a sus hijos con «un peso saludable» y no identificaron su situación como algo potencialmente peligroso para los menores, como en efecto lo es.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad no solo es uno de los principales problemas de salud pública del siglo XXI, sino que ha alcanzado proporciones de pandemia: más de 1.900 millones de adultos, mayores de 18 años, presentan sobrepeso en el mundo, y de ellos, más de 600 millones sufren de obesidad.
Y el mismo organismo señala que el futuro no es nada alentador, pues el sobrepeso y la obesidad infantil se han casi triplicado en los últimos 30 años. A tal punto que hoy existen en el mundo alrededor de 42 millones de niños y niñas con sobrepeso, el 80% de ellos en países en vías de desarrollo.
En América Latina, el cuadro no es bueno: entre el 20% y el 25% de la población de niños y adolescentes tiene sobrepeso.
Y si bien es cierto que en las tiendas de 8 de cada 10 escuelas se siguen ofreciendo bebidas azucaradas y en muy pocas hay frutas u otras opciones saludables, también es cierto que la mayoría de los padres no están haciendo la tarea que les corresponde en este tema.
Aquí, ocho consejos para que su hijo no caiga en el sobrepeso, es decir, no aumente sus posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y otros males, que no solo afectarán su calidad de vida, sino que la acortarán.
1. Golosinas para consentir
Uno de los principales errores de los padres es que desde muy temprana edad introducen a los pequeños en el consumo de alimentos marcadamente dulces (golosinas, chocolates, etc.) o salados (comida rápida), generando que el menor se acostumbre a estos sabores altamente adictivos. Abuelos y otros familiares deben unirse y ayudar para que los niños se acostumbren a comer alimentos frescos y naturales.
2. Comida sin horas
Muchos padres permiten que los niños coman a deshoras, y, en general, se trata de productos con mucha grasa, sal, o azúcar que los dejan satisfechos y que hacen que después no quieran comer la comida que les corresponde. «Ahí empieza un círculo vicioso, porque después -nuevamente a deshora- les da hambre y comen otra vez ese tipo de alimentos, que suelen ser muy calóricos», dice la directora de la Escuela de Nutrición de la Universidad de los Andes de Chile, Eliana Reyes.
Para evitar esto, no solo hace falta que consuman de forma ordenada las comidas diarias, sino que estas sean correctamente planificadas y equilibradas para que no sientan hambre a deshoras. Y si eso ocurre, la propuesta debe ser siempre saludable: una fruta, un yogur, etc.
3. Posponer las frutas y verduras
«En los primeros años de vida es cuando se adquieren hábitos y gustos», dice la doctora Elizabeth Yáñez, nutricionista infantil de la Clínica Alemana. Por eso es tan importante familiarizarse desde temprano con el sabor de frutas y verduras. De hecho, según la doctora Raimann, al cumplir el año, los niños ya deberían empezar a comer ensaladas, algo que generalmente no se hace. «Pero en cambio, se les introducen golosinas como las galletas, que no son en absoluto necesarias». «Si en la primera infancia no se les acerca a estos alimentos saludables, será más difícil que los coman después», explica.
4. Loncheras extracalóricas
Frutas, verduras como la zanahoria, yogur y frutos secos son buenas ideas para la lonchera. Sin embargo, todas las especialistas consultadas concuerdan en que a pesar de las recomendaciones que dan sobre esta materia, muchos padres siguen enviándoles golosinas y productos envasados altos en calorías y azúcar (por comodidad). Y las profesionales añaden que evitar tener este tipo de golosinas en la casa también es clave.
5. Porciones de adulto
Servirle a un niño de cuatro años la misma porción que a su hermano adolescente es un error común, dicen las especialistas. Y en muchos casos, a pesar de ser porciones no adecuadas para la edad, los padres los obligan a terminarlas. En términos generales, no es bueno premiar ni castigar a un niño con la comida, porque genera distorsiones, como, por ejemplo, cuando se premia un buen resultado escolar con comida chatarra.
6. El mal ejemplo
«Uno tiene que predicar con el ejemplo, y especialmente con los niños», dice la doctora Reyes. Por eso, no solo el niño debe comer de forma saludable, los adultos también. Las ensaladas deberían estar siempre presentes y el postre debería ser una fruta, dejando los dulces más elaborados solo para el fin de semana, y en porciones moderadas, dice la doctora Yáñez.
7. Las gaseosas
Servir agua en la mesa, no jugos industriales ni gaseosas, es esencial. «No hay que acostumbrarlos a las bebidas dulces, porque son adictivas. La gente lo hace por cariño, para darles algo rico, pero a la larga les generan un daño», dice la nutricionista Eliana Reyes. Incluso el jugo con endulzante es mejor sacarlo de la dieta, dice Raimann, porque acostumbra el paladar a lo dulce.
8. Comer frente a la TV o a la computadora
Sentarse a la mesa en familia y evitar estar frente al televisor o la computadora mientras se come es absolutamente fundamental. «El cenar en familia es un factor protector de sobrepeso , de trastornos alimentarios y de consumo de drogas», dice la doctora Raimann. «Cuando uno come mirando la tele no tiene control de lo que come», asegura. Paralelamente, hay que disminuir el consumo de videojuegos y otro tipo de hobbies sedentarios, como ver televisión en exceso, y animar constantemente al niño o niña a que realice juegos en los que prime el ejercicio físico. Fuente: Chile, El Mercurio/GDA