El Observador / Por Dra. Laura del Puerto
Llegó el otoño y quienes padecen de asma y alergias saben que en los cambios de estación aumentan los síntomas y las crisis. Estornudos, congestión nasal, picazón en la garganta, tos, silbidos en el pecho o falta de aire son los síntomas más frecuentes entre quienes padecen enfermedades respiratorias. Los asmáticos y alérgicos presentan una constante inflamación de su vía aérea, la cual reacciona de forma exagerada al exponerse a los irritantes ambientales (contaminantes, cambios bruscos de temperatura, humo, cenizas, químicos, pesticidas, polen, conservantes, colorantes, virus). Los síntomas suelen ser intermitentes, con períodos de mejoría y otros de exacerbaciones durante el año. Personas que padecen de asma y alergia en sus actividades cotidianas presentarán más síntomas respiratorios al hacer ejercicio . Esto sucede porque al aumentar la ventilación y respirar por la boca, llega más aire (contaminado, frío o seco) a los pulmones y se desencadena la hiperreacción.
Al ejercitarse Los principales síntomas se deben al broncoespasmo: sibilancias inspiratorias, tos y falta de aire, y aparecen a los pocos minutos de comenzar la actividad. En ocasiones la respuesta es tardía y los síntomas aparecen a los 15 o 30 minutos de terminado el ejercicio o incluso por la noche. La prevalencia de asma entre deportistas de elite es bastante alta, por lo que se piensa que el alto volumen de aire que movilizan por minuto expone a sus pulmones a una mayor cantidad de irritantes que el que reciben los pulmones de quienes entrenan de modo más suave.
Algunas personas pueden padecer broncoespasmo solamente al hacer ejercicio, a esta condición se la conoce como «broncoespasmo inducido por ejercicio» y es más frecuente entre quienes sufren de rinitis alérgica y asma. Sin embargo, existe un pequeño porcentaje de afectados que no son ni alérgicos ni asmáticos. Algunos de ellos no sufren sibilancias ni tos, y lo único que detectan es una reducción inexplicada en su rendimiento o una falta de aire exagerada para la intensidad del ejercicio. Es importante que el médico diferencie entre asma y broncoespasmo inducido por ejercicio para indicar el tratamiento justo.
Para lograr el control puede ser necesario usar una variedad de medicamentos que buscan evitar o combatir la inflamación y el broncoespasmo: broncodilatadores de acción corta antes del ejercicio, broncodilatadores de acción prolongada preventivos cada 12 o 24 horas, corticoides inhalados u orales, medicación antileucotrieno o antialérgicos. La indicación del medicamento, su dosis y la duración del tratamiento la determinará el médico de forma personalizada.
Consejos para deportistas asmáticos y alérgicos A veces es necesario intensificar el tratamiento durante los meses de otoño y primavera para mantener el buen control de la enfermedad. La natación es el deporte de resistencia más recomendado para asmáticos, ya que el entrenamiento en un ambiente cerrado, con el aire a una temperatura tibia y libre de polución ayuda a evitar los síntomas. Pero hay que ser cuidadoso en personas con alergia al cloro o a los químicos antisépticos de la pileta.
El asmático siempre debe llevar el inhalador al entrenamiento, aunque su asma esté bien controlada y no haya tenido síntomas en meses. Es conveniente realizar un calentamiento más prolongado para evitar un cambio de intensidad brusca que desencadene los síntomas. La vuelta a la calma también debe ser gradual y debe evitar enfriarse luego del ejercicio.
Si el aire está frío o muy seco puede usar un buff para cubrir la nariz y la boca, para respirar un aire más tibio y proteger la vía aérea del polvo y otros irritantes. El viento de frente provoca más tos, así que los días ventosos es mejor entrenar en el gimnasio o correr con el viento a favor. Respirar con los labios fruncidos también ayuda a reducir los síntomas.
A diferencia de lo que se puede pensar, quien padece asma por ejercicio respira mejor cuando está lloviendo o acaba de terminar de llover. Esto se debe a que el ambiente húmedo es menos irritante que el seco. Se recomienda evitar entrenar en las horas pico (de 7 a 9 y de 17 a 19) y por avenidas muy transitadas, ya que la contaminación ambiental causada por los autos empeora los síntomas de asma.
Modificar la dieta también puede ayudar a controlar los síntomas: aumentar el consumo de verduras y evitar los alimentos ácidos y potenciales alérgenos como leche, colorantes, conservantes, chocolates, naranjas y tomates.
Un asma no controlada te alejará del deporte. La dificultad respiratoria y la falta de rendimiento son tan marcadas que se pierde el disfrute de la actividad. Pero si el asma está bien controlada se puede entrenar al mismo nivel que el no asmático, de hecho, muchos corredores olímpicos sufren de asma. Además, la mejora en la capacidad funcional respiratoria y muscular derivada del entrenamiento te permitirá realizar tus actividades cotidianas sin experimentar falta de aire.
Consultar al médico si:
Los síntomas durante el ejercicio se tornan diferentes a los habituales o no mejoran con el inhalador: será necesario hacer estudios.
Vas a competir en una carrera con control antidopaje. No es necesario pedir autorización de uso terapéutico para usar el salbutamol, pero otros medicamentos de uso frecuente en asma están prohibidos o solo se permiten en ciertas dosis.