La Nacion / El verano, con su mayor tiempo de esparcimiento al aire libre, no pasa desapercibido para los profesionales de la salud: vuelven a oírse -con razón- las advertencias para evitar los golpes de calor y los cuadros por deshidratación. Y es en esta época del año cuando los médicos renuevan sus mensajes sobre la importancia de los cuidados que se deben tener en cuenta para una correcta protección del sol, en especial, para los más chicos, que son quienes más tiempo pasan al aire libre. En este sentido, la insistencia de los dermatólogos para tomar precauciones está lejos de ser un capricho: se calcula que en sus primeros 20 años una persona habrá recibido el 80% de la radicación que acumulará en toda su vida, mientras que la exposición solar es la responsable del 90% de los cánceres de piel en adultos .
Siempre hay que respetar la edad y los horarios indicados para estar al sol. Sin embargo, mucho antes de llegar a esa edad, los más pequeños también pueden verse afectados por la exposición al sol, con lesiones que pueden ir desde quemaduras de distintos grados hasta fiebre y náuseas.
Horarios permitidos Respetar la edad indicada para estar al sol y prestar atención a los horarios en los que la radiación es más alta son los primeros puntos que las especialistas destacan. Acá algunas recomendaciones de Ana Giachetti, jefa de Dermatología Pediátrica del Hospital Italiano.
En los menores de dos años se recomienda que estén al sol lo menos posible.
Los bebés de menos de seis meses ni siquiera pueden usar protector solar así que en ese caso hay que tener más cuidado y que estén siempre a la sombra, bajo techo.
No exponerse al sol después de las 11 hasta las cuatro o cinco de la tarde.
¿Cuándo estar bajo la luz natural y cuándo es mejor evitarla?: «Cuando uno está parado y no tiene sombra, o es muy cortita, quiere decir que en ese momento la incidencia y la intensidad de la radiación es muy alta. En cambio cuando la sombra es larga, que eso es más a la mañana temprano o a la tarde después de las cuatro o cinco, uno puede estar más tranquilo porque la radiación no es tan intensa y dañina, entonces se puede estar más expuesto».
Los protectores recomendados para los más chicos Resistentes al agua y al sudor, refrescantes, con vitamina E o anti-age. Las etiquetas y características que pueden tener los protectores solares son variadas, pero, ¿qué es lo mejor para los chicos?
«Lo ideal es que usen protectores para niños, especialmente los bebés, que pueden empezarlo a usar a partir de los seis meses siguiendo las especificaciones del fabricante -dice Carla Castro, jefa de la sección de Dermatología Pediátrica en el Hospital Universitario Austral-. Hay protectores que son para niños de seis meses, otros para los de un año, y otros para los de dos, entonces hay que chequear en la etiqueta a partir de qué edad se pueden utilizar. Igualmente los bebés de menos de un año no tienen que estar expuestos en forma directa y uno les aplica el protector para evitar las quemaduras con la luz que se refracta».
Para los que son un poco más grandes, Castro hace hincapié en respetar los horarios de no exposición y también en atender a las instrucciones de uso del protector. «Hay que reponerlo siempre después de que los chicos estuvieron en el agua, porque aunque son resistentes, pero un poco se pierden, y también de dos a cuatro horas, dependiendo de la marca» , señala. Y añade: «La mayoría de los protectores que hay en el mercado, aunque no todos, se denominan de amplio espectro, es decir que tienen protección tanto para la radiación UVB como para la UVA. Lo ideal es que uno utilice justamente uno de estos porque si bien los rayos más nocivos, que son los que producen el enrojecimiento y están más relacionados con el cáncer de piel son los UVB, los UVA también generan manchas, envejecimiento y daños en la piel y pueden favorecer a la aparición de tumores».
Siempre hay que respetar la edad y los horarios indicados para estar al sol. Foto: LA NACION Una cuestión de factores Una confusión que puede surgir al momento de comprar un protector es acerca del factor a elegir y relacionar a este con el tiempo que el producto puede durar en la piel. Sin embargo, Giachetti desmiente que haya una relación entre las dos variables. «El factor deriva de una ecuación sobre cuánto tiempo tarda en lastimarse la piel, pero no es que si uno tiene factor 50 se puede exponer cinco horas y si tiene factor 20, dos. No es así, no es que dure más tiempo, es que protege más. Si te ponés un protector y estás al sol a la una del mediodía igual la piel se va a dañar por más que uses factor 50, 70 o 100», explica.
Susana Grees, jefa de la unidad de dermatología del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, aclara que todos los protectores «tienen algún grado de filtración, dependiendo de la calidad de la pantalla y del tiempo de exposición. Por ejemplo las cremas persisten y son más efectivas en chicos. Los geles o los spray se lavan más fácil con el agua o con la transpiración y por lo tanto persisten menos en la piel». «Respecto a los protectores para niños, que son polvos diluidos en algún vehículo, se trata que no utilicen los de partículas muy pequeñas en forma de spray o aerosol porque se pueden absorber por la vía respiratoria e impactar en el pulmón», agrega Grees, que además es coordinadora del grupo de pediatría de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Siempre hay que respetar la edad y los horarios indicados para estar al sol. Foto: LA NACION Un cuidado pensando en el futuro La dermatóloga pediátrica Lidia Valle, por su parte, destaca que no todo lo que proviene del sol es malo, sino que también tiene sus beneficios para la salud: «Hay que tomarlo un poco porque sino no tendríamos vitamina D. También disminuye la tensión arterial y mejora algunas enfermedades como vitiligo y a veces la psoriasis» , explica. No obstante, Valle, que se desempeña como presidenta de la Sociedad Argentina de Dermatología de la Ciudad de Buenos Aires de la Asociación Médica Argentina, explica por qué se insiste tanto en la protección del sol durante la infancia. «Es un período crítico, en el cual tenemos que enseñarles a los niños la fotoprotección para evitar los tumores futuros que puedan tener. Lo que pasa es que la piel resguarda y una alteración que se dé en el ADN y ARN va a durar de por vida. El sol también produce fotoenvejecimiento, entonces no es tan importante el protector solar sino todas las normas que hay que tener para la fotoprotección, porque solo con el protector no hacemos nada», concluye.
En esta nota: Verano 2017 LA NACION Sociedad Alimentación saludable