La Nacion / A veces los trastornos alimenticios que pueden sufrir los niños y adolescentes pasan inadvertidos para los padres. Los especialistas hacen hincapié en la necesidad de que la familia esté alerta a algunos signos como cambios bruscos en el estilo de alimentación de los hijos y la modificación de algunas conductas específicas de la vida diaria.
Estos signos pueden ser el comienzo de una anomalía alimenticia, como anorexia o bulimia ; por lo tanto, es fundamental estar atentos ante cualquier sospecha por la búsqueda de la extrema delgadez, que hoy en día es un estereotipo social de éxito.
Jéssica Piña, psicóloga de Clínica Vespucio , dice que las personas con anorexia sienten miedo a engordar y padecen de una alteración de la imagen corporal. Dejan de ingerir alimentos, pasando largos periodos de ayuno.
«Se sienten bien con la delgadez y no se dan cuenta que han bajado de peso, sin estar conscientes de que les puede traer complicaciones de salud. Si ya padecen una dificultad, niegan el peligro que les provoca su bajo peso, que es notorio», explica. Esta disminución abrupta de peso, no necesariamente está asociada a un trastorno de la alimentación, puede ser atribuida a otras causas, sobre todo si se presenta en la adolescencia.
TEMOR A ENGORDAR La bulimia , por su parte, también produce temor a ganar kilos. Quienes la padecen, al mirarse en el espejo, no les agrada, se alimentan de manera excesiva y descontrolada, en breves períodos de tiempo, seguidos de intentos de expulsión de la comida, ya sea por autoprovocación de vómito o consumo de laxantes o diuréticos, a fin de eliminar el alimento del organismo con la fantasía de que no subirán de peso.
Este mal no discrimina género, ni edad, por lo que puede presentarse en hombres, mujeres y en cualquier etapa . La psicóloga sostiene que en el caso de niños y adolescentes «muchas veces deben lidiar con la alimentación desordenada y de baja calidad nutritiva, lo que podría traducirse en sobrepeso u obesidad, representando alteraciones de la conducta alimentaria en general». Esto podría gatillar cambios iniciales de la construcción psíquica de la imagen corporal y baja autoestima, causando alteraciones emocionales. Este mal también pueden padecerlo los adultos jóvenes, expuestos a muchas exigencias.
BAJA AUTOESTIMA Y PERSONALIDAD PERFECCIONISTA Factores psicológicos como baja autoestima o una personalidad perfeccionista, antecedentes de obesidad familiar y permanente realización de dietas, aumentan la probabilidad de padecer este tipo de trastornos.
«Se trata de personas dependientes y vulnerables ante las expectativas de los demás, que no controlan la ansiedad, por ello, sienten la necesidad de que el cuerpo sea el símbolo de su autonomía y eficacia personal», remarca.
La psicóloga enumera los síntomas a los que deben poner atención los padres:
? Si en el último tiempo ha sufrido una baja de peso significativa.
? Si nota que realiza más actividad física que de costumbre.
? Si usa ropa demasiado ancha u holgada.
? Presenta constantes cambios de ánimo.
? Evita sentarse a la mesa con la familia en horarios de comida.
? Frecuenta el baño en variadas ocasiones después de comer.
? Faltan alimentos de manera repentina.