Afrontar desafíos diarios de todo tipo que nunca dan tregua puede ser abrumador. «Cuando estamos en medio de una tormenta muy fuerte tenemos poca visibilidad. Por eso, cuando sentimos miedo, lo más importante es centrarnos en lo que sí podemos asimilar, que es el aquí y el ahora. Ubicarnos en ese esquema nos ayuda a desgastarnos menos con cosas que aún no han ocurrido y también evita que nos quedemos estancados en lo que ya pasó», explica la psicóloga Marisol Pulgar.
Para abordar en presente lo que resulta intimidante, la experta sugiere recolectar datos concretos sobre qué tan real o inminente parece una amenaza. «Cuando estamos abrumados tendemos a basarnos en supuestos o en productos de nuestra imaginación y por eso podemos tomar decisiones incorrectas», ilustra Pulgar. «Si me está preocupando mucho quedarme sin dinero para cubrir mis necesidades básicas, por ejemplo, en lugar de caer en pánico tendría que empezar por evaluar cómo y en qué estoy gastando, para ver si debo replantearme lo que invierto o si lo que me funcionaría es buscar nuevos ingresos. Ese tipo de abordaje es lo que nos va a permitir buscar soluciones efectivas con más facilidad».
Cuando se sopesa la información, toca preguntarse: ¿quién dice que esto realmente es así? ¿Qué avala mi presunción? ¿Qué garantiza que este va a ser el desenlace? Separar lo hipotético de lo tangible ayuda a mitigar la ansiedad. «La idea es encauzar esa misma energía hacia acciones que se ajusten realmente a lo que estamos enfrentando. Eso incluye procurar que no se nos peguen todos los miedos de los demás». Aunque cueste blindarse de las angustias ajenas, es necesario reconocer qué le pertenece a cada quien para no dejarse desestabilizar.
La psicóloga añade que un error común bajo los efectos del miedo es reaccionar sin pensar. «Si bien esa respuesta cumple con una función de supervivencia para afrontar algunos escenarios, también puede ser la vía más rápida hacia errores precipitados. Es frecuente que una persona con miedo demuestre mucha rabia o frustración y actúe de manera impulsiva. Por eso es fundamental que identifiquemos qué gatillos suelen detonarnos esas respuestas para poder trabajarlas». Cuando a pesar de los mejores esfuerzos el miedo hace mella en el sueño, la productividad, el ánimo, las relaciones interpersonales u otras áreas, puede ser momento de buscar ayuda psicológica.