Dentro de todas las pruebas que se le piden a una mujer durante el embarazo, una de ellas está ausente de las políticas de salud pública: la detección de hormonas producidas por la glándula tiroides.
Ubicada bajo la laringe, durante el embarazo esta glándula produce las hormonas T3 y T4, que son claves para el desarrollo y adecuado funcionamiento de todas las células, incluyendo las de la placenta, el embrión y el feto. Durante los primeros meses de gestación -cuando la tiroides del feto aún está inmadura- su crecimiento depende de las hormonas tiroideas maternas.
Riesgos para madre e hijo. «Si una mujer se embaraza y tiene un hipotiroidismo no tratado, aumenta su riesgo de preeclampsia, muerte fetal, parto prematuro y hemorragia posparto», explica la doctora Lorena Mosso, miembro del Grupo de Tiroides de la Sociedad Chilena de Endocrinología.
Pero los efectos también los sufre el hijo. «Hay evidencia que demuestra que deficiencias de las hormonas tiroideas durante la gestación -en especial la hipotiroxinemia o déficit de la hormona T4- ocasiona que cerca del 75% de la descendencia padezca déficit cognitivo, incluyendo menor coeficiente intelectual, déficit atencional e incluso autismo», señala la doctora Claudia Riedel, académica de la U. Andrés Bello e investigadora del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII).
Entre las líneas que investiga este centro están los efectos sobre el sistema inmune en individuos que sufrieron hipotiroxinemia durante la gestación.
Se recomienda revisar los niveles de hormona de tiroides en las mujeres embarazadas. | Imagen con fines ilustrativos
«Pensamos que podría asociarse a mayor riesgo de enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple, que en ellos se expresaría en forma más severa», dijo Mosso.
El doctor Patricio Trincado, endocrinólogo de Clínica Las Condes, advierte que la enfermedad tiroidea aumenta durante el embarazo y sus síntomas no son fáciles de identificar.
«Muchas veces se confunden con molestias propias del embarazo, como retención de líquido, cansancio o somnolencia», expresó Trincado.
En un estudio con 1.565 embarazadas que iniciaban su control prenatal ambulatorio, en consultorios de Puente Alto y La Pintana, la doctora Mosso detectó que el 0,6% tenía hipotiroidismo y 35,3% hipotiroidismo subclínico.
«La alta prevalencia en nuestra población y las graves consecuencias que tiene no diagnosticar la enfermedad tanto para la madre como para el hijo justifica plenamente que se haga un screening de tiroides a todas las embarazadas», afirma la doctora Mosso.
Coincide el doctor Trincado, quien agrega que mientras esto no ocurra «aconsejamos que las mujeres que planean embarazarse, o ya lo están, soliciten a su obstetra que les tomen pruebas tiroideas en los primeros controles y los repita en el tercer trimestre».
Detectar y tratar el cuadro a tiempo evitará daños que hasta ahora se consideran irreversibles.
Investigación en Chile. Para contribuir a la detección de trastornos tiroideos durante la gestación, los investigadores del IMII quieren desarrollar un test de orina autoaplicado y de bajo costo, similar a los de embarazo.
«La idea es que la mujer vea si tiene el nivel de alguna de las hormonas tiroideas alterado y, si es así, consulte cuanto antes a su médico para iniciar el tratamiento», explica Claudia Riedel.
Agrega que esto no reemplazaría el test de sangre de laboratorio, sino que agilizaría la consulta.Los investigadores también están buscando entender el mecanismo que afecta el desarrollo neurológico de los niños para detectarlo e intervenir tempranamente, reduciendo así su impacto.