«El ser humano tiene un fuerte vínculo con los animales», afirma Maribel Vila, Técnica en Terapia Asistida por Animales de Compañía de la Fundación Affinity. «Es como tener un trozo de naturaleza cerca y además, con un feedback. Son seres vivos que te devuelven la interacción».
Además de darnos cariño, un animal «no juzga, no nos va a cuestionar ni se va a reír de nosotros, ni nos va a discriminar por nuestro aspecto físico o por si hemos cometido un crimen», explica. Por eso, multitud de terapias psicológicas incorporan animales para reforzar la autoestima, conseguir que las personas expresen sus sentimientos o inculcar buenos hábitos. «Un perro no cura, pero puede ser un puente para conseguir llegar hasta la persona», apunta la especialista.
Si no tienes una mascota, quizá te lo empieces a plantear después de leer estos diez beneficios que puede tener para ti, tanto físicos como sociales y psicológicos.
Un estudio de la Asociación Americana del Corazón ha demostrado que los dueños de perros tienen menos riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Diversas investigaciones apuntan que el mero hecho de acariciar a un perro o contemplar a los peces de un acuario tiene un efecto relajante que reduce la frecuencia cardiaca. Otro estudio de la State University de Nueva York sobre 240 parejas casadas con y sin mascotas constató que la presión arterial era notablemente más baja en las parejas con animales.
Un dato más: en los dueños de mascotas que sufren enfermedades cardiacas tienen la probabilidad de sobrevivir a un ataque al corazón aumenta.
LIBERA HORMONA DE LA FELICIDAD
Tras compartir un rato de juegos con sus mascotas, sus dueños experimentan un estallido de oxitocina, la también llamada molécula del amor. En realidad es una hormona que se asocia «con la lactancia o el placer», puntualiza Vila. La oxitocina ayuda a disminuir los niveles de estrés y es un buen antídoto contra la depresión.
REDUCE LAS POSIBILIDADES DE ENFERMAR
Los niños que crecen con perros a su alrededor son menos propensos a caer enfermos. Un estudio finlandés confirmó en 2012 que los bebés que conviven con perros sufren un 30 por ciento menos de enfermedades respiratorias y un 50 por cierto menos de infecciones de oído. De hecho, cuanto más sale el perro de casa, menos enfermedades padecen. La hipótesis de los expertos es que, al estar más expuestos a la suciedad, los niños desarrollan un sistema inmunitario más fuerte.
Crecer con perros y gatos disminuye también el riesgo de desarrollar alergias. Un experimento del Instituto Médico de Georgia (Estados Unidos) que trataba de demostrar que los niños que convivían con mascotas desarrollaban más alergias se encontró justo con el resultado contrario. Los pequeños que tenían perros o gatos en casa sufrían un 50 por ciento menos de alergias y un 45% menos de asma que los que no vivían con animales.
DISMINUYE EL ESTRÉS
El equipo de la psiquiatra Sandra Baker de la Universidad Commonwealth de Virginia (EEUU) midió las ondas cerebrales de distintos dueños de perros antes y después de pasar un rato con ellos. Descubrieron que tras interactuar con sus animales, las personas experimentaban un aumento en la frecuencia de las ondas asociadas a la relajación y una disminución en su nivel de la hormona del estrés, el cortisol.
Asimismo, las personas que interactúan con animales mientras trabajan están menos estresados.
MEJORA LA FORMA FÍSICA
Resulta obvio que sacar a pasear al perro, correr o jugar con él supone una actividad física que siempre es beneficiosa, pero ¿alguna vez te habías planteado que esos paseos pueden suponer más tiempo de ejercicio que ir al gimnasio? Una marca británica de productos para mascotas registró el tiempo medio que dedican los dueños de perros a pasear con ellos: cinco horas y 38 minutos semanales. ¿Cuánto es de media lo que dedican las personas que van al gimnasio a entrenar? Una hora y veinte minutos a la semana.
ALIVIAN LA SOLEDAD Y LA DEPRESIÓN
Las personas deprimidas no sienten el deseo de relacionarse. «Si la persona mantiene un vínculo con un animal, ya tiene un motivo para levantarse de la cama. Aunque no tenga ganas de hacer nada, debe darle de comer y sacarle a la calle», expone Maribel Vila. «Además, la persona deprimida igual no quiere contar lo que le pasa, pero quizá sí se siente capaz de hablarle a su animal. Eso ya es mucho».
Los animales también reducen el sentimiento de soledad; la propia expresión ya lo dice: son animales de compañía. Por eso, son especialmente positivos para personas solas y mayores. Vila ha comprobado el efecto dinamizador que supone llevar un perro a un centro geriátrico. «El mero hecho de verlo ya activa los recuerdos de las personas mayores y les hace hablar de las mascotas que tuvieron», explica. «En muchas ocasiones sufren dolor físico y no quieren hacer fisioterapia, pero a través de juegos con el perro trabajan sin darse cuenta su motricidad, el equilibrio y la atención».
MEJORA LA VIDA SOCIAL
En muchas ocasiones, una mascota es la excusa para conocer gente nueva: en los parques se forman corrillos de dueños de perros que coinciden allí, los desconocidos que se acercan a acariciar a un cachorro o las conversaciones que surgen sobre anécdotas o el cuidado de los animales son escenas cotidianas.
ESTIMULA LOS NIÑOS
Además de ser un compañero de juegos para los niños, crecer con una mascota es una oportunidad para enseñarle a ser responsable y a respetar a los animales. Perros y bebés tienen una conexión instantánea, se enseñan cosas mutuamente y en ocasiones, son los mejores ángeles de la guarda.
REFUERZA LA AUTOESTIMA
«Los dueños de mascotas poseen mayor autoestima (…) tienden a ser menos solitarios, son más conscientes de lo que ocurre y más extrovertidos, tienden a ser menos temerosos y menos preocupados que las personas que no tienen animales». Esa es la conclusión a la que llegaron científicos de las universidades de Miami y Saint Louis tras una investigación.
La aplicación práctica es el ejercicio que suele hacerse con niños con alguna dificultad de que lean en voz alta ante perros. Los animales no se van a reír de cómo lo hacen o si se equivocan, y así los pequeños refuerzan su seguridad y confianza en sí mismos, explica Vila. En el mismo sentido, los psicólogos que atienden a presos con baja autoestima y que no quieren relacionarse, utilizan perros para que sientan calidez y aceptación. «También refuerza su empatía, ya que es más fácil demostrar emociones hacia un perro que hacia una persona, y más en un ambiente carcelario», reflexiona Vila.
NOS HACEN REÍR
Los animales contagian felicidad y nos hacen reír por sus habilidades, por sus parecidos, por su inocencia y por lo increíbles que son, entre miles de motivos.