Marta Pérez
Pasamos una tercera parte de nuestras vidas durmiendo y durante ese tramo de tiempo ocurren una serie de acontecimientos que pueden repercutir de forma directa en nuestra salud.
Existen ya numerosos estudios que revelan que la afectación del sueño puede tener una relación significativa con problemas de salud mental, del sistema endocrino o inmune, dando lugar a la aparición de obesidad, hipertensión, diabetes o riesgo cardiovascular.
El 35 Congreso de la Sociedad de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) celebrado en el Palacio de Congresos de Gijón, en España, hace un par de meses, llevó por lema «Especialistas en personas». Este congreso acogió a más de 2.500 médicos de familia para compartir sus experiencias y conocimientos.
Aunque surgieron algunos debates en torno a determinadas decisiones clínicas en situaciones como las urgencias o el manejo de fármacos en la demencia, el insomnio fue uno de los temas estrella de este encuentro.
Según el el doctor Jesús Pujol, perteneciente al Grupo de Trabajo de Neurología de la SemFYC, «la prevalencia de insomnio en mujeres siempre es mayor aunque hay que tener en cuenta que casi todos los adultos padecerán problemas para dormir en algún momento de sus vidas».
Categorías
El doctor Eduard Estivill clasifica a los individuos en tres categorías: los que no duermen, los que se duermen y los que no dejan dormir.
La somnolencia frecuente durante todo el día o los ronquidos son los principales síntomas que ayudan a detectar el trastorno del SAOS (Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño): «Un diagnóstico sobre el que se han registrado numerosas evidencias científicas que la asocian, principalmente, con el riesgo cardiovascular y los accidentes de tráfico», asegura el especialista.
Para conseguir un diagnóstico más completo, la información de la pareja de habitación (en el caso de que exista) suele ser muy importante porque el paciente no suele ser consciente de lo que le ocurre mientras duerme.
Algunos de los datos relevantes se extraen de las siguientes preguntas: ¿su pareja ronca?, ¿vive los sueños de manera exagerada?, ¿se mueve con mucha frecuencia?
Según el doctor Pujol, «estas pistas pueden revelar la existencia de un trastorno neurológico del sueño».
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Para abordar con mayor profundidad este tema, se abrió una mesa redonda sobre «Historia clínica del paciente que no duerme bien» donde se trataron otros aspectos relacionados con la influencia existente entre la calidad y la cantidad del sueño en nuestra salud, la importancia de una adecuada orientación clínica del médico y los posibles trastornos neurológicos asociados con este problema.
Pujol reivindica la importancia en la promoción de actividades formativas relacionadas con los trastornos del sueño porque suelen orientarse únicamente al insomnio:»no hay que discriminar todas las posibles causas que llevan a una persona a dormir mal».
«Los médicos solemos tener la tendencia de reducirlo todo a un problema tratado únicamente con benzodiacepinas y no se abordan los problemas reales de sueño que puedan sufrir nuestros pacientes», matiza el doctor.
Mediante una historia clínica bien orientada, se puede saber si un paciente padece insomnio, apnea del sueño u otras patologías derivadas.
A nivel global, en Europa, los problemas del sueño más frecuentes son las dificultades para conciliarlo y los despertares constantes y frecuentes que se dan en el 31% de los mayores de 15 años.
ESTUDIO
Estos datos se extraen de un estudio denominado «Insomnio. Mitos y realidades» realizado en Zaragoza en 384 pacientes que han consultado en el centro de salud para conocer la prevalencia y tipo de insomnio, tratamiento y algunas de sus variables relacionadas.
Un 84% de los encuestados padecía insomnio, y de éstos, el 25,8% lo sufría de manera habitual (68% mujeres entre 45 y 65 años). Además, de una forma más detallada el estudio aporta los siguientes datos:
37.9% contaba con un nivel de estudios superior o universitario.
24.3% vivía en la ciudad.
19.8% declaró ser fumador y el 51,1% consumir alcohol.
41.3% afirmó estar en situación laboral activa.
68% trabajaba en horario diurno.
55.8% dijo no tener prescripción para el tratamiento del insomnio.