Si usted piensa que comer de todo significa comer de todos los grupos de alimentos, está en lo correcto y eso incluye aquello que más le gusta, eso sí, sería con balance. ¡Ahí está la clave!
La Academia de Nutrición y Dietética destaca que todos los alimentos pueden ser parte de una dieta, siempre y cuando se consuman con moderación, respetando el tamaño de las porciones aunado a la actividad física.
La nutricionista Consuelo Pardo comenta: » No hay alimentos buenos o malos, solo dietas mal balanceadas. Cada uno de los alimentos que integran los diferentes grupos tiene una composición química y funcionan como un vehículo de nutrientes. Por esta razón, es de suma importancia que todos estén presentes en la alimentación diaria. Por ejemplo, las frutas son excelentes fuentes de vitaminas y antioxidantes, las carnes y lácteos de minerales y proteínas, y los cereales y tubérculos son fuentes de vitaminas y fibra. Incluso la grasa y el azúcar son importantes para el buen funcionamiento del cuerpo. El secreto está en la moderación».
Pardo agrega que dentro de una alimentación balanceada es esencial mantener una correcta hidratación, ya que el líquido representa alrededor del 60% del peso corporal y participa en diferentes procesos como la digestión, respiración, absorción y excreción, ayuda a eliminar toxinas del cuerpo y mantiene la temperatura corporal.
¡Despreocúpese!
Que levante la mano quien no se ha sentido atraído por un dulce, pero a la vez teme que ese «gusto» le pueda provocar un aumento de peso, es hora de que se saque la idea de la cabeza porque es un mito.
Estudios científicos a lo largo del mundo comprueban que, por naturaleza, estamos atraídos al dulce. Por lo tanto, deseche ideas preconcebidas y coma lo que quiera, pero con moderación.
La Academia de Nutrición y Dietética indica que el 62% de los adultos estadounidenses dicen estar más interesado en escuchar acerca de lo que deben comer, en lugar de lo que no pueden comer.
«Todas las personas tenemos necesidades calóricas y nutricionales diferentes, de ahí la importancia de aportar diariamente porciones adecuadas y suficientes de todos los grupos de alimentos a fin de proporcionar toda la energía y nutrientes requeridos», confirma la Academia de Nutrición y Dietética.
¿Y las dietas?
Según Pardo, nuestro organismo no sabe que estamos haciendo dieta, simplemente está sufriendo una situación restrictiva y busca optimizar sus funciones en pro de la supervivencia, lo cual logra a través de ajustes metabólicos y hormonales. Una alimentación restrictiva es calificada como una agresión al organismo, pues este debe cambiar su forma de trabajar para poder enfrentar los cambios.
Ante la falta de energía, el organismo reacciona compensando esta deficiencia, disminuyendo el músculo (lo consume o gasta), esto tiene un impacto en el metabolismo, que a su vez se suma con el hecho de que posteriormente almacena energía extra en forma de grasas, haciendo más «eficiente» el uso de la energía: Menos necesidades (menor cantidad de tejido que requiere energía, que es el músculo) y mayor almacenamiento de energía en forma de grasas.
Al finalizar la dieta restrictiva tenemos menos músculo para trabajar y un metabolismo lento, lo que permite ahorrar fácilmente la energía en forma de grasa. El almacenamiento de grasa es favorecido, ya que son reservas de energía para enfrentar periodos de carencia, muy útiles en situaciones de peligro o emergencia pero no así para el día a día.
Además, las dietas que restringen algún grupo de alimento, generalmente las bajas en carbohidratos, proteínas o grasas, tienen como consecuencia un déficit en el consumo de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.
Algunas dietas restrictivas no recomendadas son:
Dietas cetogénicas: pocos carbohidratos y muchas proteínas y grasas. Comprometen el sustrato energético del cerebro, provocando serios trastornos renales y hepáticos que lesionan la salud. Dieta líquida: limita el aporte calórico, vitaminas, minerales y fibra. Dietas que excluyen algún nutriente: generan desequilibrios hormonales y metabólicos. Dietas de alimentos específicos como el pepino o atún: restringen el consumo de otros nutrientes presentes en los grupos de alimentos energéticos y provocan alteraciones en el metabolismo. Recuerde que es posible comer sano y rico al mismo tiempo, lo esencial es realizar actividad física de forma regular y mantener un balance en lo que comemos.
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