El estreñimiento es una dificultad al evacuar que se asocia a la falta de regularidad en la defecación, con menos de tres veces por semana. Así lo define la médico nutróloga Rosa Ledo. Puede deberse a una dieta deficiente en fibra y líquido, aunada con el sedentarismo, pues se sabe que una alimentación rica en frutas y vegetales, en alianza con actividad física regular, estimulan el tránsito intestinal.
«También puede influir una serie de coyunturas que afectan la frecuencia de la defecación. Por pudor o por conveniencia social, puede ser que una persona se abstenga de ir al baño en su trabajo aunque tenga ganas, o porque esté en medio de un compromiso o en un lugar donde no haya un baño disponible y tenga que posponer la evacuación», dice la experta.
«En otros casos, hay individuos que reprimen a voluntad esta necesidad precisamente porque ya tienen hemorroides -várices en el recto y el ano-, fístulas u otras lesiones, y les temen a las molestias al evacuar». Una edad avanzada, el embarazo, situaciones emocionales difíciles como un duelo o una depresión, ciertas enfermedades y los efectos secundarios de algunos tratamientos también pueden ser causas de estreñimiento.
Cómo revertirlo. El primer paso es mejorar la calidad de la dieta -procesada con una buena masticación- e incluir siempre alimentos ricos en fibra. «Está la insoluble, que es la que traen los cereales integrales como el salvado de trigo, y la soluble, que contienen las hojuelas de avena, los granos, etc. La fibra tiende a retener líquido y forma unas sustancias gelatinosas que aumentan el movimiento intestinal y facilitan el paso de las heces», señala Ledo. Para optimizar este proceso, acota que es fundamental aumentar el consumo de líquidos, compuesto al menos por los dos litros (ocho vasos) que se recomiendan al día.
«No necesariamente todo tiene que ser agua. Pueden ser caldos o jugos naturales de frutas recién preparados». Sin embargo, acota que cuando se trata de frutas es preferible comerlas enteras, con su cáscara o su bagazo siempre que sea posible para aprovechar la fibra.
Lo mismo aplica para los vegetales: lo mínimo serían dos porciones al día, y si son crudos, mejor. «En el desayuno, por ejemplo, uno podría comer un cereal rico en fibra -como un plato de avena- e ir complementando ese aporte con frutas en el transcurso del día.
Las que más tienen fibra podrían ser el mango, la naranja, la mandarina, la manzana, la piña. Frutas como la patilla, por ejemplo, no contienen tanta. Entre los vegetales, ayudan la zanahoria, el brócoli, la auyama, la soya, la yuca. Granos como las lentejas y las caraotas también son muy buenos».
En la misma tónica de mejor salud, el ejercicio regular y el manejo del estrés surten efectos positivos. La experta señala que cuando la corrección del estilo de vida no produce mayor diferencia y el trastorno persiste es cuando se considera el uso de tratamiento farmacológico bajo prescripción médica.
«Un error frecuente es que mucha gente empieza a tomar laxantes de una vez antes de probar alternativas más saludables; el problema es que ese recurso, que no es fisiológico, puede desarrollar una dependencia», advierte. «De lo que se trata es de identificar bien cuál es la causa para poder implementar cambios que realmente favorezcan la función intestinal y prevenir lesiones y procesos inflamatorios».
Hábito aprendido
¿Es realmente posible «acostumbrar» al intestino a evacuar en un momento específico de cada día? «Claro que se puede», explica Ledo. «Uno puede empezar yendo todos los días a la misma hora y evacuar lo que se pueda; no importa si no se tienen ganas. De hecho, marcarle esa pauta es un adiestramiento muy beneficioso para evitar que los desechos se acumulen por plazos prolongados. Con el tiempo, si somos constantes y pacientes, el organismo aprende y se habitúa».
Sin molestias
Lo ideal al defecar es que la consistencia de las heces sea lo suficientemente blanda como para facilitar su evacuación sin dolor ni demasiado esfuerzo. «No deberían contener sangre ni tener forma de pelotitas (a veces son muy duras y pueden provocar fisuras), así como tampoco una consistencia demasiado líquida», señala la especialista Rosa Ledo. «Es posible que haya un poquito de mucosidad si la persona consume fibra, lo cual facilita la lubricación del intestino, y eso está bien, pero no debería haberla de forma excesiva. En general, si la persona siente que algo no está funcionando correctamente, lo recomendable es que consulte al médico».
Otros culpables
El consumo de alcohol, refrescos y café en altas cantidades tiende a irritar la mucosa intestinal: este aporte de ácidos, colorantes y gases pueden provocar inflamación. También cabe considerar que ciertos fármacos son capaces de sabotear el tránsito intestinal. «Es importante que una persona con estreñimiento estudie el prospecto que traen los medicamentos que esté tomando y revise si ese pudiera ser un efecto secundario. Si así fuera, más que suspender de plano el tratamiento, lo razonable es que hable con su médico para buscar sustitutos o ajustar la dosis», señala Ledo.