Un estudio demuestra que se logra disfrutar igual, pero que es necesario romper con el “estigma social”.
Los bares, restaurantes y salas de cine suelen estar colmados una típica noche de viernes. Muchas de las personas salen a pasar tiempo con sus amigos, compañeros de trabajo o con sus parejas. Pero aquellas que se encuentran solas, cuando llega el fin de semana, son más propensas a quedarse en el sillón de su casa.
Claro que pasar un viernes descansando no tendría nada de malo, pero quizás se están perdiendo de algo realmente bueno afuera. “Muchas veces, las personas no hacen cosas por el simple hecho de estar solas”, dijo Rebecca Ratner, profesora de marketing de la Escuela de Negocios en la Universidad de Maryland, quien ha pasado casi media década estudiando por qué las personas son tan reacias a divertirse por su cuenta. “Probablemente sean más felices si van a salir a hacer algo”.
Ratner elaboró un nuevo estudio titulado “Inhibited from Bowling Alone” (“Inhibido por jugar al Bowling solo”), sobre la participación menguante de los estadounidenses en actividades de grupo, que será publicado en el mes de agosto en la revista Journal of Consumer Research. Allí, junto a su co-autora Rebecca Hamilton, profesora de marketing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Georgetown, describen sus hallazgos: “La gente subestima constantemente el disfrute de ver un espectáculo, ir a un museo, visitar un teatro, o comer solo en un restaurante. Ese error de cálculo, se está volviendo más problemático, porque la gente cada vez trabaja más, se casa más tarde y prácticamente tiene menos tiempo libre”.
Las conclusiones derivan a partir de cinco experimentos. En cuatro de ellos, las investigadoras encuestaron a la gente acerca de ciertas actividades, sondeando si preferían participar de ellas solos o acompañados. En el quinto, Ratner y Hamilton evaluaron realmente si la gente disfruta más visitando una galería de arte en compañía, a diferencia de cuando lo hacen solos”.
Lo que descubrieron es que la gente esperaba disfrutar menos de la galería cuando estuvieran solos, pero en realidad disfrutaron de un buen momento estuvieran acompañados o no.
“Cuando se compara una experiencia muy similar, como visitar una galería de arte o ir al cine, con o sin un otro, van a encontrar poca diferencia en el disfrute”, dijo Hamilton. “Ir a un restaurante puede ser un poco diferente, porque la conversación es un gran elemento, sin embargo, eso no impide que siga siendo algo agradable”.
De hecho, la cuestión no gira en torno a si se tendrá más diversión haciendo algo con amigos o sin ellos. Se trata de que si en aquellos momentos en los que no hay ‘alguien’ para ver la última película, o para comer en el restaurante nuevo, se genera una disconformidad en hacerlo solo, aún sabiendo que se podrá pasar un buen momento.
“La realidad es que se está renunciando a un montón de diversión”, dijo Ratner.
¿Por qué? “La razón es que pensamos que no vamos a divertirnos porque estamos preocupados por lo que otras personas piensen”, dijo la especialista. “Terminamos quedándonos en casa en lugar de salir a hacer cosas porque tememos que otros crean que somos unos fracasados”.
Pero agrega que las personas en realidad “no están pensando en nosotros tan intensamente como creemos. Hay una intensa línea de investigación que demuestra la consistencia y regularidad en que subestimamos el interés de los demás en nuestros asuntos”.
El fenómeno es tan conocido que de hecho tiene un nombre en la psicología: el efecto relieve. Un estudio realizado en el año 2000 por Thomas Gilovich, profesor de Psicología de la Universidad de Cornell, encontró que las personas que ajustan sus acciones según la perspectiva de los demás, terminan pasando desapercibidos.
“Conseguir que la gente sienta el placer de hacer algo por su cuenta, es la manera de deshacerse del estigma”, dijo Hamilton.
¿Cómo promoverlo? Por un lado, las empresas podrían generar un espacio de actividades individuales. “O desde algo tan simple como tender una mesa con un sólo juego de vajilla y que de ser necesario, se añada un segundo en lugar de tener que eliminar uno”, dijo Ratner.
Pero la mejor manera de romper con el estigma de hacer cosas solos en público, aseguran, es simplemente empezar a hacerlas.
“Necesitamos romper las normas. Necesitamos que la gente piense que divertirnos por nuestra cuenta también puede ser algo ‘cool’. Alguien tiene que empezar la nueva tendencia”.