No cabe duda que algunos alimentos levantan pasiones, y muestra de ello son aquellas personas que no pueden pasar un día sin tomar algo dulce o sin probar el pan. Para los especialistas, la explicación es sencilla: los productos ricos en grasas y azúcares, los que tienen un intenso sabor o son excitantes, resultan muy agradables al paladar y al tacto (tienen texturas suaves), y por eso generan hábito. Además, la energía que aportan se gasta rápidamente, por lo que al poco tiempo reaparece la sensación de hambre. Se consideran, por tanto, estimulantes del apetito, y por esta razón es aún más difícil controlar la cantidad que se consume. Crean una necesidad La preferencia por un alimento o sabor tiene mucho que ver con las costumbres alimenticias que la persona posee, su herencia familiar; es decir, con lo que le enseñaron de niño y con el lugar en donde vive. Por ejemplo, hay culturas en las que el picante o los sabores muy condimentados hacen las delicias de todos los paladares; en cambio, en algunos otros países sería impensable pasar un solo día sin tomar un buen dulce. Pero de tener unas preferencias concretas, a «morirse» por un alimento en particular, hasta el punto de no poder controlar su consumo, hay un trecho largo. Esto se produce porque algunos alimentos promueven la producción de sustancias en el cerebro que causan una sensación de placer y gratificación, y si se ingieren en exceso, la persona podría empezar a comer más y más para sentir ese bienestar. Y ese es el camino hacia la adicción, explica un estudio publicado en el Journal of Addiction Medicine , órgano oficial de la Sociedad Americana de Medicina de la Adicción. Los más deseados Los puestos más altos en la lista de alimentos que más enganchan los ocupan: – Quesos: contienen caseína, un grupo de proteínas propias de la leche de alto valor proteico que al ser digerido, libera casomorfina, la cual posee efectos relajantes y de bienestar. Explica el doctor Neal Barnard, presidente del Comité de Médicos por una Medicina Responsable, que este alimento consumido en exceso puede convertirse en potencialmente adictivo. – Café: Cuando no toma café, ¿le duele la cabeza? Eso se debe al efecto adictivo de la cafeína. Dado que dicha sustancia es un estimulante, tomarla en grandes cantidades puede desarrollar cierta dependencia en el cuerpo, y no tomarla causa síndrome de abstinencia, explica el doctor Roland Griffiths, profesor en el departamento de psiquiatría y neurociencia de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins, y quien dirige una clínica para pacientes con enfermedades empeoradas por el consumo de cafeína. Además, el especialista recomienda descontinuar el uso de cafeína de forma progresiva. Y para quienes no quieren renunciar a esta bebida por completo, pero que tampoco quieren depender de ella, recomienda beberla en intervalos irregulares y en muy poca cantidad. – Comida picante: la capsaicina es una sustancia irritante que da el picor a los alimentos. Al comerla, lastima los tejidos y provoca la liberación de endorfinas, que tienen un efecto analgésico. Así que comer picante con frecuencia altera la producción de endorfinas, lo que es un posible desencadenante de adicción. – Comida grasosa: según explica Paul Johnson, del Departamento de terapia molecular del Scripps Research Institute, la comida con grasa estimula la producción de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor que mejora el estado de ánimo. El consumo constante de este tipo de alimentos produciría un cambio en la química cerebral, lo que desencadena la adicción. – Los dulces: el azúcar es potencialmente adictiva porque promueve la liberación de endorfinas, sustancias con efectos opiáceos. – El chocolate: sobre todo el que contiene leche, pues activa las zonas del cerebro relacionadas con el consumo de drogas. Las sensaciones producidas por el chocolate son tan intensas que mucha gente sigue comiendo y comiendo, aun cuando están satisfechos. Aprenda a limitar el consumo Para dejar de ser esclavo de los dulces o del queso en exceso y cambiar a una dieta más saludable, siga estas sencillas pero efectivas recomendaciones propuestas por la psicóloga Ashley Gearhardt, del Centro Rudd para Política Alimentaria y Obesidad, de la Universidad de Yale: – Escuche a su cuerpo: cuando sienta la tentación de comer eso que tanto le gusta, deténgase un momento y pregúntese si es que tiene hambre de verdad, y en ese caso opte por comer algo que le aporte energía y nutrientes de calidad, tales como un buen puñado de frutos secos. Además, revise su dieta y reduzca la cantidad de azúcar, grasas y alimentos procesados, explica Gearhardt. Intente llevar un diario de lo que come cada día, así se puede dar cuenta de qué alimentos y hábitos debe modificar. – Tome fibra: ésta sacia y le aporta pocas calorías. Las frutas y los cereales constituyen una buena opción. – Asegúrese de que su dieta es variada: puede que en su alimentación existan carencias de las que no es consciente y que intenta compensar comiendo cantidades exageras de un alimento concreto. – Haga cinco comidas diarias: comer varias veces durante el día, en porciones pequeñas, no sólo ayuda a evitar el hambre intensa, sino que evita que se asocie la comida con cuestiones emocionales. Es importante comer siempre alimentos ricos en fibra y tomar mucha agua. – Quiérase más: Tener una buena autoestima es básico para la salud psíquica, ya que hace que la persona se sienta bien y no necesite refugiarse en la comida. Para ello, busque alternativas saludables para manejar la soledad, el estrés y el hambre: coma sano, llame a sus amigos, busque actividades relajantes.