Un estudio de 2006 de la Universidad de Manchester (Reino Unido) titulado ´por qué a todos nos vendría bien una siesta´ muestra cómo después de comer las neuronas que nos mantienen despiertos se ´desconectan´ y se desentrañan los mecanismos cerebrales que llevan a ese sopor que nos invade después de almorzar. Esto se debería a que después de comer se produce un aumento del azúcar en sangre que evita que un tipo concreto de neuronas envíen las señales que nos mantienen despiertos. En ese sentido, el estudio apunta que lo mejor es dejarse llevar y dormir una pequeña siesta ya que tiene beneficios para la salud.
La siesta repara el sistema inmune Perder sueño afecta a los sistemas inmune y endocrino. Incluso con un solo día nuestras defensas y hormonas se desequilibran. En ese sentido, un estudio publicado en ´Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (JCEM)´ apunta que una siesta de 30 minutos puede revertir el impacto hormonal que supone dormir poco y devuelve los marcadores inmunológicos y neuroendocrinos a sus niveles normales.
Reduce la presión arterial Según un estudio publicado en el ´Journal of Human Hypertesion´, la siesta reduce la presión sistólica y ayuda a combatir la hipertensión, porque da un respiro al corazón. También modifica el perfil lipídico.
Cuida el corazón El ajetreo de la vida moderna hace que cada vez durmamos menos, de hecho, las estadísticas apuntan que la duración media del sueño es ahora casi dos horas inferior por noche que hace 50 años, lo que tiene consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, dormir menos se relaciona con un mayor riesgo de hipertensión, males cardiovasculares e ictus. Dormir unos minutos después de comer, puede contrarrestar la tendencia.
Ayuda a mantener un peso saludable Un estudio de la Universidad de Navarra (España) y publicado en 2013 en ´Obesity Facts´ reportó que dormir menos de 5 horas diarias aumenta el riesgo de obesidad, en comparación con quienes duermen 7 u 8 horas al día. Según los investigadores, la falta de sueño como factor de riesgo de obesidad, podría modificarse con una siesta.
Mejora el funcionamiento cognitivo Un estudio publicado en ´Progress in Brain Research´ explica que el efecto positivo de una siesta es casi inmediato y dura de una a 3 horas. Sin embargo, advierte que prolongar la siesta más de media hora puede producir un efecto inicial contrario, por la inercia del sueño.
Potencia la memoria y el aprendizaje Según un estudio publicado en ´Neurobiology of Learning and Memory´ una siesta corta es ideal para mejorar significativamente el éxito del aprendizaje. ´Dondequiera que la gente esté en un ambiente de aprendizaje, debemos pensar acerca de los efectos positivos de sueño´, explica Axel Mecklinger, líder del estudio.
Favorece la empatía Un estudio publicado en la revista ´Cerebral cortex´ concluye que una siesta ayuda a ´refrescar´ la empatía para evaluar las emociones en los demás, pues disminuye los prejuicios negativos y amplifica el reconocimiento de las emociones negativas. Según los autores, nuestras emociones cambian a lo largo del día, por lo que las siestas que duran entre 60 y 90 minutos, en las que nos da tiempo a soñar (sueño REM), contribuyen a mejorar nuestro buen ánimo y a ser más receptivos a las emociones de los demás.
Mejor en hamaca Un estudio publicado en ´Current Biology´ sugiere que dormir en una hamaca que se balancea lentamente, además de hacernos dormir más rápido, modifica la arquitectura del sueño, lo que refuerza los ritmos endógenos del sueño. Además prolonga la fase N2 de sueño, de ondas lentas y de otro tipo especial, conocidas como husos del sueño. Ambos tipos de oscilaciones aparecen en la actividad neuronal sincronizada, característica del sueño profundo. En conclusión, dormir en una hamaca hace que el sueño sea más profundo, reparador y además potencia la memoria.
Las neuronas también duermen la siesta Cuando no hemos dormido lo suficiente nos cuesta más concentrarnos y cometemos más errores, además se hace más difícil recordar. Esto se debe a que algunas neuronas de nuestro cerebro se duermen después de una mala noche, lo que tiene consecuencias negativas para el rendimiento y el desempeño de tareas, según una investigación de la universidad de Wisconsin-Madison.
Vía: Agencias