No contiene nutrientes esenciales y es mala para los dientes
Los azúcares agregados, como la sacarosa y el jarabe de maíz de alta fructosa, contienen muchas calorías sin ningún nutriente esencial. No tiene proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas o minerales, sólo pura energía.
Cuando una persona consume hasta 10 o 20 % (o más) de calorías de azúcar, esto puede convertirse en un gran problema y contribuir a deficiencias en nutrientes.
El azúcar es también mala para los dientes porque provee energía fácilmente digerible para las bacterias nocivas en la boca.
Es alto en fructosa, la cual sobrecarga al hígado
Antes de entrar al torrente sanguíneo desde el aparato digestivo, el azúcar se divide en dos azúcares simples: glucosa y fructosa. La glucosa se encuentra en cada célula viva del planeta. Si no la incorporamos mediante la dieta, el cuerpo la produce.
La fructosa es diferente. El organismo no la produce en ninguna cantidad significativa y no hay ninguna necesidad fisiológica de ella. Y sólo puede ser metabolizada por el hígado en cantidad limitada.
Esto no es problemático si se consume poca (por ejemplo, la que contienen las frutas) o recién se finaliza una sesión de ejercicios. En ese caso, la fructosa se transformará en glucógeno y será guardada en el hígado hasta que se necesite.
Sin embargo, si el hígado está lleno de glucógeno (lo cual es mucho más común) consumir mucha fructosa lo sobrecarga, forzando a convertirla en grasa.
Y cuando se consumen grandes cantidades de azúcar de manera repetida, este proceso puede llevar a desarrollar hígado graso y una larga serie de problemas serios.
Hay que tener en cuenta que nada de esto se aplica a las frutas, ya que es casi imposible consumir fructosa en exceso comiendo fruta.
Sobrecargar el hígado con fructosa puede causar hígado graso
Cuando la fructosa se convierte en grasa dentro del hígado, es transportada hacia el exterior en forma de partículas de colesterol VLDL.
Sin embargo, no toda la grasa se expulsa del hígado, parte de ella puede quedar alojada. Y esto puede causar hígado graso no alcohólico, un problema creciente en países occidentales, el cual se asocia fuertemente con enfermedades metabólicas.
Los estudios muestran que los individuos con hígado graso consumen entre dos y tres veces más fructosa que una persona estándar.
Produce resistencia a la insulina
La insulina es la hormona que permite al azúcar ingresar a las células desde el torrente sanguíneo mientras les ordena que comiencen a quemar glucosa en vez de grasa.
Tener demasiada glucosa en la sangre es altamente tóxico y una de las razones detrás de ciertas complicaciones de la diabetes, como la ceguera.
Y uno de los principales rasgos de la disfunción metabólica causada por la dieta occidental es que la insulina deja de trabajar como debería y las células se vuelven resistentes a ella.
Esto se conoce como resistencia a la insulina, y se cree que es una causa clave detrás de varias enfermedades, incluyendo el síndrome metabólico, la obesidad, los problemas cardiovasculares y la diabetes tipo 2.
Y muchos estudios muestran que el consumo de azúcar está asociado con la resistencia a la insulina, especialmente cuando se consume en grandes cantidades.
La resistencia a la insulina puede progresar a diabetes tipo 2
Cuando las células se vuelven resistentes a los efectos de la insulina, las células beta en el páncreas comienzan a producir más. Esto es crucial, porque los niveles crónicamente elevados de azúcar en sangre pueden causar problemas severos.
Eventualmente, mientras la resistencia a la insulina se vuelve peor, el páncreas no puede sostener la demanda de producir la insulina suficiente para mantener los niveles de azúcar bajos.
En este punto, el azúcar en sangre se eleva súbitamente y un diagnóstico de diabetes tipo 2 es inminente.
Y considerando que el azúcar puede causar resistencia a la insulina, no sorprende que las personas que consumen bebidas endulzadas pueden tener un riesgo hasta 83 % mayor de sufrir diabetes tipo 2.
Favorece al cáncer
El cáncer está causado por la multiplicación y el crecimiento descontrolado de células. Y la insulina es clave en la regulación de este comportamiento celular.
Por esta razón, muchos científicos piensan que los niveles de insulina altos (una consecuencia del consumo de azúcar) podría contribuir al cáncer.
Adicionalmente, los problemas metabólicos asociados con el consumo de azúcar son una causa probada de inflamación, la cual también favorece potencialmente la aparición del cáncer.
En este sentido, estudios múltiples muestran que las personas que consumen demasiado azúcar tienen un riesgo mucho más elevado de sufrir cáncer.
Tiene efectos promotores de la acumulación de grasa
Alimentos diferentes pueden tener efectos diferentes en el cerebro y en las hormonas que controlan la ingestión de comida.
Y los estudios muestran que la fructosa no tiene la misma clase de efectos en la saciedad que la glucosa. En un estudio, un grupo de personas bebió alternativamente bebidas endulzadas con fructosa o con glucosa. Luego, los que bebieron fructosa tuvieron una actividad mucho menor en los centros de saciedad del cerebro y se sintieron más hambrientos. Hay también un estudio en el cual la fructosa no hizo descender la hormona ghrelina, reductora del apetito, de la misma manera en la que sí lo hizo la glucosa.
Con el tiempo, y como las calorías del azúcar no sacian, esto puede traducirse en un consumo elevado de calorías.
Causa una emisión masiva de dopamina en el cerebro
Al igual que muchas drogas, el azúcar causa que se libere dopamina en el cerebro. El problema con el azúcar y con muchas comidas chatarra es que causa una emisión masiva de esta hormona, mucho mayor a la que el organismo está usualmente expuesto de manera natural. Por esta razón, las personas susceptibles a la adicción pueden volverse fuertemente adictas al azúcar y a otras comidas chatarra.
Así, el mensaje «consumir con moderación» podría ser una mala idea para la gente adicta a la comida chatarra, porque lo que realmente funciona contra la verdadera adicción es la abstinencia.
Contribuye a la obesidad en niños y adultos
La manera en la que el azúcar afecta a las hormonas y el cerebro es una receta para ganar peso. Lleva a disminuir la saciedad y puede hacer que las personas pierdan el control sobre su consumo.
Así, no sorprende que las personas que consumen mucha azúcar son las que más tienden a volverse obesas. Esto se aplica a todos los grupos etarios.
Muchos estudios han examinado el vínculo entre consumo de azúcar y obesidad, encontrando una fuerte asociación estadística.
Este vínculo es especialmente fuerte en niños, en quienes cada porción de bebidas endulzadas con azúcar está asociada con un 60 % de aumento en el riesgo de obesidad.
Así, una de las elecciones más importantes que se pueden tomar para perder peso es reducir significativamente el consumo de azúcar.
Eleva el colesterol y el riesgo de enfermedades cardíacas
Por varias décadas, se ha culpado a las grasas saturadas por problemas cardíacos. Sin embargo, nuevos estudios muestran que las grasas saturadas son inocuas.
Y la evidencia muestra que es el azúcar, no la grasa, una de las causas principales detrás de las enfermedades del corazón, y la causa son los efectos de la fructosa en el organismo.
Algunos estudios muestran que las grandes cantidades de fructosa pueden elevar los triglicéridos y el colesterol LDL denso y pequeño y el LDL oxidado (ambos nocivos), además de subir la glucosa en sangre, los niveles de insulina y la obesidad abdominal. Y todo esto en apenas 10 semanas.
No sorprende, entonces, que muchos estudios observacionales hayan encontrado una fuerte asociación estadística entre el consumo de azúcar y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.