Ellos también engordan y se ponen más flácidos después de tener un hijo. A esa conclusión llegó un estudio que, por primera vez, hizo un seguimiento de cómo aumentaban de peso los varones durante 20 años.
Mackenzie Pearson, estudiante de la Universidad de Clemson, en Estados Unidos, escribió un ensayo sobre el atractivo de un «fofisano» (adaptación del término «dad bod» en inglés, que significa «cuerpo de padre»), lo que describió como «un buen equilibrio entre una panza de cerveza y ejercicio físico», el resultado de ir al gimnasio pero permitirse una pizza de vez en cuando.
De acuerdo a los científicos, Pearson estaba en lo cierto. Este cuerpo «más humano, natural y atractivo» es exclusivo de los padres y se puede conseguir simplemente teniendo hijos.
En un estudio publicado por la revista American Journal of Men’s Health, el doctor Craig Garfield, pediatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Northwestern (EE.UU.) y sus colegas analizaron una base de datos de 10.263 hombres a los que se les hizo seguimiento desde los 12 a los 32 años. Y observaron específicamente cómo cambió el índice de masa corporal con el paso del tiempo, comparando los valores de quienes habían sido padres y los que no.
¿El resultado? Vivieran o no con sus hijos, los papás engordaban un promedio de dos kilos. Garfield señala que, si bien muchos hombres dejan de fumar, toman menos y tratan de ser más saludables cuando se convierten en padres, puede haber otros factores asociados con el cuidado de los chicos que contrarresten esas buenas intenciones, como estar rodeados de comida más calórica, snacks y, por supuesto, las sobras.
«En mi opinión, no compraríamos tantas pizzas ni mi mujer haría brownies si los nenes no estuvieran», dice Garfield.
Además, tener hijos no sólo modifica lo que se come en la casa sino también la cantidad de tiempo para ejercitarse, para descansar apropiadamente y para cuidarse a uno mismo, factores claves para no engordar.