Hay un paso que se suele saltar en la rutina de cuidados básicos de la piel y que sin embargo, le confiere de inmediato una apariencia más suave, lisa, fresca y brillante. Se trata de la exfoliación, que consiste en arrastrar las células muertas y las impurezas de su superficie.
En la ducha con la piel húmeda, se aplica un masaje con un guante de crin o se extiende suavemente con la mano algún producto exfoliante que ayude al proceso de descamación natural, pues la epidermis está siempre mudando, es decir, regenerándose de forma espontánea.
Renacer de la epidermis Las células que se encuentran en la capa más externa, la epidermis, envejecen, mueren y se desprenden continuamente. Pero, cuando lo hacen de manera lenta e irregular, le otorgan a la piel un aspecto apagado y áspero. Además, esa capa dificulta la penetración de cualquier producto o tratamiento que se le aplique.
Con la exfoliación se retiran esas células muertas. Los exfoliantes pueden ser fundamentalmente de dos tipos: mecánicos (físicos) o sea gránulos, esponjas o químicos, es decir ácidos y encimas.
Entre los primeros está la microdermoabrasión, que incluye los gránulos y el uso de cualquier objeto abrasivo, tales como una toalla de rostro, una esponja marina, un cepillito, entre otros. Por su parte, los exfoliantes químicos incluyen toda crema o mascarilla que se usa para limpiar pero no contiene ningún granulo.
Como ejemplo de este tipo se pueden mencionar: ácido glicolico (AHA), ácido salicílico (común en tratamientos de acné), todos los peelings y exfoliantes con enzimas, como la de la lechoza, la piña y otras. Ambos tipos de exfoliante son apropiados, lo importante es saber cuál conviene al tipo de piel que se posea, así como la forma de hacerlo. En cualquier caso, el masaje estimula el riego sanguíneo y el proceso ayuda a que la epidermis absorba mejor los principios activos de las cremas que se aplican después (hidratantes, anticelulíticas, etc.).
Se aconseja exfoliarse dos o tres veces al mes, siempre que la piel no se irrite ni sea muy sensible o presente heridas y quemaduras. En estos casos, hay que abstenerse pues resultaría una técnica muy agresiva. Tampoco se recomienda exfoliarse inmediatamente de tomar el sol o de depilarse. Si, en cambio, es aconsejable hacerlo dos o tres días antes, para conseguir un bronceado más uniforme y evitar el vello subcutáneo.
Consejos que ayudan:
– Existen todo tipo de cremas y geles para este fin. Lo prudente es evitar los de granos grandes que rasgan la piel y elegir los que contienen ingredientes naturales.
– Lo primero que hay que tomar en cuenta antes de comprar un exfoliante o prepararlo usted misma, es conocer su tipo de piel, pues si es sensible, por ejemplo, deberá extremar los cuidados y la frecuencia no será la misma que se aplicará a una piel normal. En el caso de la piel grasa, «con puntos negros comedogénicos, explica Luz Zambrano, cosmiatra y especialista en terapias corporales, la persona puede hacerse dos a tres limpiezas semanales, lo que le ayudará a eliminar dicho problema.
Pero si se tiene una piel sensible, es esencial seguir las indicaciones de un dermatólogo y adquirir productos específicos. Si se van a preparar en el hogar, se les debe colocar miel y avena como base y agregar sábila, mientras el tónico puede ser de agua de rosas y manzanilla».
– Antes de iniciar la exfoliación, sea del rostro o corporal, precisa la especialista, se debe tener en cuenta «el abc de la belleza que es limpiar, tonificar e hidratar. Luego de aplicar un gel o crema limpiadora, se coloca la exfoliante y se siguen los otros pasos. Y es muy importante, posteriormente, aplicarse un protector solar, preferiblemente con un SPF 100, porque la destrucción de la capa de ozono pone la piel muy vulnerable».
– En el caso del rostro y el cuello, antes de aplicarse el exfoliante, la piel se debe humedecer con anterioridad. Luego, se coloca una dosis del producto en la nariz, otra en las mejillas, en el cuello, en la frente y en la barbilla, para después aplicarlo de manera uniforme. Realizar un pequeño masaje circular con la yema de los dedos, insistiendo en las zonas más problemáticas, que suelen ser la nariz y la barbilla.
– Se recomienda retirar todo el resto del producto con agua tibia antes de tonificar e hidratar. De esta forma, en pocos minutos, conseguirá una piel suave y lisa, con una apariencia renovada y fresca.
Exfoliantes naturales:
1. Azúcar: exfoliante natural por excelencia, su uso permite eliminar las pequeñas partículas de piel muerta de los poros, limpiándolos en profundidad. Además, brinda suavidad y un aspecto de brillo en la piel muy natural y favorecedor.
2. Sal marina: tiene un montón de minerales necesarios para eliminar las toxinas del cuerpo. Al eliminar las células muertas, la sal marina permite que la piel produzca aceites naturales necesarios para evitar la resequedad y flacidez.
3. Semillas de fresa: ideal para la piel con acné. Contienen un cúmulo de antioxidantes que reducen la inflamación y las rojeces de la epidermis. Luego de exfoliarse tendrá los poros más limpios y cerrados, dejando la piel realmente hermosa.
4. Semillas de uvas pisadas: estas frutas son una rica fuente de vitamina C, por lo que pueden ayudar a reducir las arrugas y líneas de expresión.
Por su parte, la vitamina E ayuda a mantener la piel hidratada. Así, este exfoliante permitirá mantener la piel radiante y alejada del paso de los años de forma natural y simple. Fuente: [email protected]
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