La obesidad aumenta hasta siete veces el riesgo de enfermedad renal

El Observador /

Además de ello, existen otros factores inherentes a la obesidad que pueden predisponer a alteraciones renales. En personas obesas los riñones producen una hiperfiltración, ya que están sobrecargados. Esto aumenta el riesgo de proteinuria o pérdida urinaria de proteínas, lo cual puede dar lugar a una enfermedad renal.

Estudios internacionales afirman que aproximadamente el 10% de la población mundial padece Enfermedad Renal Crónica (ERC). Su mayor complicación es la ERC terminal, cuyo único tratamiento es la diálisis crónica o el trasplante renal.

Existen investigaciones que señalan que personas con sobrepeso y obesidad presentan entre 2 y 7 veces más riesgo de desarrollar enfermedad renal. Lo positivo de esto es que la obesidad es prevenible, y, por ende, también las enfermedades asociadas a ella, incluyendo esta última. Para detectarla, basta con un examen de sangre para ver los valores de creatinina, y uno de orina para visualizar anomalías.

Es por estas razones que resulta fundamental llevar un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación balanceada y la práctica de actividad física regular, de modo de prevenir tanto la obesidad como la enfermedad renal. De acuerdo con el Séptimo Informe del Comité Nacional sobre Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la Presión Arterial de Estados Unidos, cada 10 kg de peso corporal que se pierden, se reducen las cifras de presión arterial entre 5 y 20 mmHg. Asimismo, la práctica de actividad física la reduce entre 4 y 9 mmHg, y el consumo de alcohol moderado entre 2 y 4 mmHg.

Algunos consejos para cuidar la salud renal son:

· Moderar el consumo de sodio a través de alimentos ricos en este mineral como fiambres, embutidos, aderezos, etc.

· Moderar el consumo de sal de mesa y reemplazarla por especias y hierbas como perejil, ajo, cebolla, albahaca, tomillo, romero, etc.

· Aumentar la ingesta de frutas y verduras variadas. La recomendación es de 5 porciones diarias.

· Aumentar el consumo de pescado y disminuir el de carnes rojas, y hacerlo solo en una de las dos comidas principales.

· Utilizar diariamente aceites vegetales crudos como oliva, canola, alto oleico, etc para condimentar, controlando la cantidad para no añadir calorías en exceso a las comidas.

· Reducir el consumo de azúcar y dulces.

· Beber agua abundante y reducir el consumo de bebidas azucaradas.

· Consumir cantidades moderadas de alimentos, variando la selección.

· Realizar por lo menos 30 minutos de actividad física diaria.

· No fumar.

· Controlar los valores de presión arterial, manteniéndolos por debajo de 140/90 mmHg.

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