El té verde para el sistema circulatorio

Los últimos estudios no solamente han reforzado la idea de que el té verde es realmente muy beneficioso para diversos aspectos de nuestra salud. En ese sentido, las investigaciones apuntan a que el consumo del té verde orgánico y de alta calidad puede mejorar la tensión arterial y reducir los problemas crónicos relacionados con el sistema circulatorio.

Para obtener este nuevo beneficio del té verde hay que apostar por dos cosas. La primera de ellas por un consumo habitual. Los que toman té de forma casual no pueden obtener estos beneficios. La segunda es precisamente el producto en sí mismo. Si no es de alta calidad, los beneficios desaparecen.

Los otros beneficios del té verde

Para aquellas que ya no recuerden los demás beneficios del té verde que seguramente sean más que un incentivo para consumirlo más a menudo, os recuerdo algunas de sus propiedades: depura el organismo, permite perder peso, previene la aparición de tumores, y mejora el funcionamiento del organismo en general…

¿Crees que tienes ya suficientes razones para apostar más a menudo por el té verde? Si quieres descubrir más sobre los beneficios de esta infusión, echa un vistazo a este artículo sobre 9 razones para beber té verde todos los días.

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¿Por qué nos inspiran tanta fe? Puede que sea, entre otras razones, por la idea de que, en Oriente, conservan secretos desconocidos por la medicina occidental y que podrían evitarnos el consumo de muchos medicamentos de síntesis, a la vez que sus efectos secundarios.

Verdad es que muchos productos de la dieta japonesa han demostrado sus beneficios en numerosos estudios científicos, pero no es menos verdad que podrían aplicarse con el mismo rigor a productos de nuestro país que, sin embargo, desdeñamos.

Un caso flagrante de oscurantismo es el de las hojas del olivo. De propiedades “divinas” para los antiguos egipcios, que las usaban para las momificaciones, y utilizadas en Marruecos para controlar los niveles de azúcar, por fin parece que los científicos empiezan a caerse de sus altas ramas y a valorar las hojas de olivo por lo que son: un potentísimo chute de antioxidantes (¡cuarenta veces más que el propio aceite de oliva virgen extra!), tan rebosante de propiedades que, se me ocurre, podríamos exportar a países donde los olivos resultan tan exóticos como aquí la planta del té.

Quizá lo veamos pronto, ahora que algunos estudios con animales señalan que el café enriquecido con extracto de hojas de olivo puede ayudar a combatir la obesidad y hasta revertir efectos perniciosos de la obesidad en la salud. El secreto de muchos de esos beneficios está en la oleuropeína, sustancia amarga de efectos antiinflamatorios que protege el olivo frente a ataques de insectos, bacterias y otras amenazas.

Con el doble de capacidad antioxidante que el propio té verde, las hojas de olivo son uno de los supernutrientes que más atención despiertan entre los científicos… y entre muchas empresas dispuestas a explotar su potencial comercial. Además de su capacidad para el control del peso, ya habían demostrado propiedades antimicrobianas, antitumorales, antihipertensivas, antitrombóticas, inmunitarias y hasta antienvejecimiento.

En resumen, que la actividad de nuestras humildes hojas de olivo supera las del té verde. Eso sí, tienen que ser de olivos de cultivo ecológico y las hojas deben ser frescas o bien secadas mientras estén frescas. Como muestra, ya se venden en Europa “infusiones de hojas de olivo orgánicas” con promesas para la salud cardiovascular. ¿A qué esperamos en el país con más olivos del mundo?

Algunos de sus beneficios – Antioxidante: es uno de los beneficios más importantes del té verde. Nos ayuda en la lucha contra el envejecimiento, ya que presenta alto contenido de catequinas e isoflavonas y estas nos permiten evitar el endurecimiento de las paredes arteriales y ayuda a mantener una buena circulación.

– Anticancerígeno: muchas investigaciones nos han hecho saber que uno de los grandes beneficios que nos brinda el té verde es que nos ayuda a prevenir varios tipos de cáncer, por lo que es recomendable ingerirlo diariamente.  El té verde, a parte de ser anticancerígeno, nos ayuda a prevenir diferentes enfermedades como: artritis, hipertensión, mal de Parkinson, diabetes, colesterol alto y hasta puede evitarnos padecer de gripes y resfriados.

– Pérdida de peso: hoy en día es uno de los beneficios más conocidos del té verde, pues muchas personas se han acostumbrado a ingerirlo como bebida al estar a dieta. El té verde nos ayuda a quemar la grasa de nuestro cuerpo y eliminar toxinas ,permitiéndonos así reducir algunas medidas.

– Antiestrés:  el té verde nos relaja, nos ayuda a desconectarnos un poco del estrés de la vida diaria, a hacer una pausa en la rutina y a su vez produce sensación de bienestar.

– Anticaries: los consumidores habituales de té verde, tienen menos problemas en sus dientes y encías que quienes no lo hacen, además, si tomas esta bebida disfrutarás tener huesos fuertes a lo largo de tu vida.

¿Cómo consumir el té verde? – Té verde en infusión: es una de las formas más fáciles, naturales y sencilla de disfrutar de todos los beneficios del té verde. Puedes consumirlo frío o caliente, con agua o leche, y agregarle unas gotitas de limón o edulcorante para potenciar su  rico sabor.

– Té verde en polvo: de esta forma, puedes incorporarlo en cualquiera de tus bebidas y disfrutar de sus beneficios en cualquier momento.

– Té verde en cápsulas: si no te gustan las infusiones o no te agrada su sabor, también puedes consumirlo en cápsulas y te brindará los mismos beneficios.

– Aceite esencial de té verde: es ideal para agregarlo a tus productos de belleza. Te hará lucir una piel bella e hidratada.

Te recomendamos complementar una alimentación saludable con cualquiera de las presentaciones del té verde para que disfrutes de todos sus beneficios.

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La investigación, de carácter preliminar y liderada por el gastroenterólogo Jaroslaw Walkowiak de la Universidad de Ciencias Médicas de Poznan (Polonia), demostró que el consumo elevado de té verde puede interferir en la absorción del almidón, un carbohidrato presente en el pan, el arroz y las patatas, entre otros alimentos.

Walkowiak y su equipo sometieron a estudio a 28 personas, con edades comprendidas entre los 19 y los 28 años, a las que pidieron permanecer en ayunas durante 12 horas.

Después de ese tiempo, los participantes consumieron una comida consistente en cereales, fuente de almidón, y se les dio una pastilla de té verde o de placebo, aleatoriamente.

Mediante el test del hidrógeno espirado, un tipo de prueba del aliento, los investigadores comprobaron cómo aquellos sujetos que habían consumido la dosis de té verde presentaban más dificultades en la digestión y absorción del almidón que aquellos que habían tomado el placebo.

En ese sentido, los científicos puntualizan que la alta dosis de té verde administrada a los sujetos (correspondiente a varias tazas) no se corresponde con un consumo estándar diario, con lo que los efectos potenciales de la infusión sobre el organismo deberían ser menos pronunciados.

Asimismo, apuntan que se requieren investigaciones más exhaustivas para determinar el mecanismo por el que el té verde incide en la digestión y la importancia clínica de sus elementos químicos.