Según últimos estudios la edad actual en la que las mujeres se deciden a tener su primer hijo es de unos 32 años y es que por todas es sabido que la situación personal y profesional hacen que se retrase este momento cada vez más. Pero todo ello no significa que nuestro hijo vaya a sufrir alguna consecuencia negativa, sino más bien todo lo contrario.

En Femenino

Una investigación que se ha realizado con una muestra de 18.000 personas en la que se afirma que la edad de la madre incide directamente de forma positiva en los niños, ¡cómo lo lees! Según dice este análisis:

-Las mamás treintañeras suelen tener formación universitaria ya acabada. -Suelen llevar un estilo de vida más saludable que a los 20. -La maternidad a esta edad suele ser planificada por lo que el cuerpo es plenamente consciente y está preparado para recibir al bebé. -Existen estudios que afirman que la lactancia materna aumenta el nivel intelectual del niño. Y en los 30 se suele hacer una lactancia natural más prolongada. -Normalmente, estas mamás se encuentran en un buen momento profesional por lo que los cuidados y el nivel adquisitivo es mayor, lo cual, permite llevar a sus hijos a colegios mejores.

La lista elaborada por ‘Time’ se basa en la recopilación de diversos estudios científicos que revelan cómo se puede estimular la inteligencia de los niños.

Clases de música Según datos científicos, las clases de música influyen a la hora de incrementar el IQ. Pero no solo los niños se benefician de la música. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Northwestern, EE.UU., la formación musical también ayuda a los adultos a compensar algunos efectos del envejecimiento.

Deporte La creencia popular que asegura que los deportistas no son demasiado inteligentes no tiene ningún fundamento, ya que una buena forma física incrementa la habilidad de aprender. Es cierto también que tres meses de ejercicios aumentan el flujo de sangre al cerebro en un 30%.

Hay que leer con los hijos Según explican los especialistas, los niños también deben participar en el proceso de lectura y no limitarse a ver imágenes. La lectura compartida mejora la capacidad de alfabetización temprana.

Que duerman bien La pérdida de una hora de sueño equivale a la pérdida de dos años de maduración cognitiva. Según una medición norteamericana, 15 minutos más de sueño diarios tienen una relación directa con el rendimiento escolar.

La autodisciplina es importante Según explica Charles Duhigg en su libro ‘El poder de los hábitos’, «decenas de estudios muestran que la fuerza de voluntad es el hábito más importante para el éxito individual. Los estudiantes con altos niveles de fuerza de voluntad tenían más probabilidades de obtener notas más altas en sus clases y lograr la admisión en las escuelas más selectivas. Tenían menos ausencias y pasaban menos tiempo viendo la televisión y más horas estudiando».

El aprendizaje es un proceso activo «Nuestros cerebros evolucionaron para aprender haciendo las cosas, no para escuchar cómo se hacen. Esta es una de las razones por las que una gran número de habilidades se aprenden mucho mejor si pasamos dos terceras partes de nuestro tiempo intentando hacerlas por nosotros mismos en lugar de absorberlas», explica Dan Coyle, autor del libro ‘El código del talento’.

El efecto de la compañía Un estudio del economista Bruce Sacerdote sobre los estudiantes de la Universidad de Dartmouth demostró que los estudiantes con calificaciones promedias bajas empezaban a sacar mejores notas después de haber estado compartiendo alojamiento con estudiantes con buenas calificaciones.

Alimentación Es importante que los niños se alimenten siempre de manera saludable. La investigación demuestra que una correcta alimentación tiene repercusiones positivas en el rendimiento escolar de los niños.

El éxito depende de la felicidad En general, las personas felices consiguen mejores empleos y mejores salarios. Además, también tienen una vida en pareja más satisfactoria.

Creer en ellos Porque la inteligencia no es todo.

Mackenzie Pearson, estudiante de la Universidad de Clemson, en Estados Unidos, escribió un ensayo sobre el atractivo de un «fofisano» (adaptación del término «dad bod» en inglés, que significa «cuerpo de padre»), lo que describió como «un buen equilibrio entre una panza de cerveza y ejercicio físico», el resultado de ir al gimnasio pero permitirse una pizza de vez en cuando.

De acuerdo a los científicos, Pearson estaba en lo cierto. Este cuerpo «más humano, natural y atractivo» es exclusivo de los padres y se puede conseguir simplemente teniendo hijos.

En un estudio publicado por la revista American Journal of Men’s Health, el doctor Craig Garfield, pediatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Northwestern (EE.UU.) y sus colegas analizaron una base de datos de 10.263 hombres a los que se les hizo seguimiento desde los 12 a los 32 años. Y observaron específicamente cómo cambió el índice de masa corporal con el paso del tiempo, comparando los valores de quienes habían sido padres y los que no.

¿El resultado? Vivieran o no con sus hijos, los papás engordaban un promedio de dos kilos. Garfield señala que, si bien muchos hombres dejan de fumar, toman menos y tratan de ser más saludables cuando se convierten en padres, puede haber otros factores asociados con el cuidado de los chicos que contrarresten esas buenas intenciones, como estar rodeados de comida más calórica, snacks y, por supuesto, las sobras.

«En mi opinión, no compraríamos tantas pizzas ni mi mujer haría brownies si los nenes no estuvieran», dice Garfield.

Además, tener hijos no sólo modifica lo que se come en la casa sino también la cantidad de tiempo para ejercitarse, para descansar apropiadamente y para cuidarse a uno mismo, factores claves para no engordar.